Posiblemente sea una de las peores pesadillas para un inversor, incluso peor que tener una startup fallida dentro de su porfolio. Ni es una especie nueva, ni un concepto de reciente creación: las startups o empresas zombis tienen años de recorrido.

El término nació en Estados Unidos de la mano de un grupo de bancos que seguían a flote gracias a la financiación pública con el objetivo de no caer en la insolvencia. Una historia que en España vimos también hace unos años de la mano de algunas entidades bancarias que habían sobredimensionado su tamaño.

Con los años, el concepto de zombi se traspasó al léxico popular gracias a las startups. Cuenta Javier Megías, fundador de Startupxplore, en su blog que zombis son aquellas que empresas que "realmente su actividad empresarial ha finalizado (ya sea por falta de clientes, problemas financieros…etc), pero no tienen dinero líquido suficiente para cerrar, y abordar las obligaciones que ello conlleva". O lo que es lo mismo, negocios atractivos sobre el papel, pero que llevados a la práctica sus resultados financieros dejan bastante que desear y no consiguen ir hacia ningún lado. Una tierra de nadie que se nutre de un gran número de empresas que huelen a muerto y van dejándose miembros por el camino, pero que no son capaces de pasar al más allá. Muchas de ellas esperando que, por ventura, ocurra un milagro que cambie las pautas de consumo del público, la economía o los designios del destino por obra y magia del Espíritu Santo. Los que son fuertes podrán pivotar a un nuevo modelo de negocio que sea capaz de cambiar las condiciones de su precaria situación; pero la mayoría tendrá que autodestruirse. En cualquier caso, cualquiera de las dos opciones es poco agradable tanto por el negocio, como para el autoestima. Decía Coelho que "solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar" y no le faltaba razón. Es precisamente ese miedo psicológico al fracaso e inherente al ecosistema español.

fear the walking dead 3x12
AMC

Muy probablemente, este término tuviese mucha más cabida en los años feos de las crisis: poca financiación y pocos recursos, además de clientes en un estado de ánimo consumista por debajo de la media. Pero a su vez, fue esta época cuando surgieron un mayor número de compañías al amparo de un autoempleo que no se daba en compañías de terceros; el boom de las compañías tecnológicas trajo consigo otro estallido aún peor. Al igual que sucediese en los 90 con el estallido de las punto com, el mal augurio de la burbuja de emprendedores siempre ha estado a la vuelta de la esquina. Lo cierto es que, aunque los ánimos se han relajado en cierta moda en cuanto a cifras y locuras, el estallido no ha sido tan fuerte como se le esperaba. la nueva era se ha traducido en rondas más grandes y metódicas a ciertos afortunados de un mercado cada vez más exclusivo. Mucho mejor para el ecosistema, pero que genera un mayor número de empresas sin posible financiación. Es decir, potenciales zombis.

Pero todo este ecosistema, lleno de medio muertos vivientes, ya fue vaticinado por Bill Gurley hace dos años. La diferencia es que él se refería a aquellas con valoraciones de más de 1.000 millones de dólares y que víctimas de su elevada cifras virtuales se verían incapaces de generar dinero en efectivo en los años venideros. Error. La realidad es que no han tenido problemas para levantar capital con relativa facilidad y las que no encontraban negocio en los VC al uso recurrieron a los mercados públicos. Véase el caso de un Snapchat que ya anunciaba en su carta de presentación al mercado que sus cuentas no eran del todo buenas. De esta forma, el señor Gurley se equivocaba. De momento, unicornios zombies no se dan en el mercado, dejando este estado de muerte en vida a las pequeñas ajenas a los círculos de financiación.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: