Para ponerse delante de las cámaras de un programa con una audiencia de más de un millón de espectadores hay que tener mucho arrojo y las ideas muy claras. Si además este es de citas, también tiene cabida la opción de hallarse en un gran estado de desesperación por encontrar un amor que no llega. Al programa First Dates, donde Carlos Sobera y su equipo hacen de Celestina entre dos personas que no se conocen, acuden ambos tipos, según confiesan los propios participantes en sus muchas de sus entrevistas individuales a cámara.

Nacho, un joven segoviano de 21 años, ha accedido a contarnos cómo fue su paso por el mismo, el cual, lejos de cambiarle la vida, le sirvió para volverse a su casa habiendo cumplido con los objetivos que desde un principio tenía planteados: vivir una experiencia diferente y llenar la cartera con algunos billetes extra. Su perfil se corresponde, por tanto, con el de aquellas personas que no buscan establecer vínculos emocionales profundos ni encontrar al amor de su vida en un programa que, si bien trata precisamente de eso, a veces resulta más entretenido cuando las parejas en lo único que se entienden es en el idioma que hablan.

Lo que el ojo no ve

Todas las citas de First Dates tienen dos denominadores comunes: son cenas y se celebran en un restaurante. La realidad es que el programa se graba en una nave ubicada en San Sebastián de los Reyes y las horas de rodaje se suceden a lo largo de todo el día. En el caso de Nacho, la cita tuvo lugar a las 11 de la mañana. Por tanto, ni las cenas son realmente cenas ni el restaurante es, de hecho, un restaurante. La nave, que hace las veces de plató, emula un restaurante de forma fiel a excepción del techo, que está compuesto por un entramado de focos de luz.

El esfuerzo por recrear el ambiente al máximo da sus frutos. Al preguntarle por la comodidad de tener una cita sabiendo que múltiples cámaras y micrófonos están registrando todo lo que hace y dice, responde: "Estar rodeado de cámaras no es tan impactante como parece por el hecho de que casi ni te enteras de que están ahí. Son cámaras tipo Gran Hermano, rotan y son pequeñas, o sea que no hay un cámara a tu lado grabándote toda la cita". Lo cierto es que no aparenta ser de los que se preocupan por lo que los demás puedan pensar.

Sin embargo, pese a todo lo natural que pueda resultar, no deja de ser un programa de televisión. Un ejemplo de ello lo componen el resto de personas que se encuentran en el restaurante durante las grabaciones, que no son más que figurantes que han de hablar en un tono muy bajo para que los micrófonos no capten esas conversaciones y no se distorsione así la grabación de la cita en cuestión.

Los encuentros, aunque no tienen un tiempo máximo, no suelen constar de una duración de más de hora y media, según nos relata. No parece haber ninguna traba tampoco si a una de las personas de la cita no le gusta su pareja de esa noche y decide marcharse por donde ha venido. Eso sí, Nacho apostilla que "por educación habría que quedarse, aunque sea para conocer a la persona, que nunca se sabe".

Los emparejamientos fallidos

"Te llaman para confirmar datos y hacen una entrevista de compatibilidad por teléfono; son preguntas acerca de lo que te gusta y lo que no para poder hacer un match bueno", cuenta nuestro entrevistado. Pero a veces las parejas que se juntan tienen tan poco en común que el emparejamiento solo puede responder a dos situaciones: o no contaban con más perfiles disponibles para ese día o realmente alguien del equipo de producción buscaba una cita llena de contrastes. Eso es, exactamente, lo que ocurrió cuando Nacho conoció a Andrea, una chica que se complementaba con él tan bien "como el agua y el aceite", según declaró en un momento del programa.

Le preguntamos por el cuestionario previo y las respuestas que facilitó en el mismo, ante lo cual expone: "De todo lo que dije, creo que no acertaron en nada. Era en todo opuesta a mí". La llana verdad es que el encuentro tuvo matices tensos desde el mismo comienzo, con una Andrea que, al ser preguntada si la lectura entraba dentro de sus aficiones, llegó a exponer, como quien cuenta que esa mañana ha bajado a comprar el pan, que una vez se leyó "medio libro de Paulo Coelho".

Mediaset

Pero, ¿intentan desde el show encaminar los pasos de las parejas más desafortunadas? "Vino en un momento dado la camarera, Lidia, para que jugáramos a un juego e intentar cambiar el rumbo", nos cuenta Nacho, "aunque esto no ha salido en la emisión del programa", aclara.

Así y todo, considera viable la dinámica de First Dates como herramienta para encontrar pareja si los tests de emparejamiento realmente consiguen acertar. Al fin y al cabo, todo se reduce a eso, pues ni la mayor de las disposiciones habría podido salvar una cita como la de Nacho, donde la disparidad era más que palpable. En su opinión, "la antigua usanza siempre será mejor método".

"No repetiría la experiencia"

Los rumores detrás del programa que sugieren que está en cierta medida guionizado o que a los participantes se les dice cómo actuar a través del teléfono móvil durante la cita, asegura Nacho, son falsos. "No hice ningún papel ni nadie me dijo que era lo que tenia que decir. Personalmente, salí muy contento de lo que hice y dije". Afirma también que estar seguro de uno mismo es esencial para poder disfrutar de la cita, pues es la mejor manera de mostrarse tranquilo y no proyectar una apariencia errónea ante las cámaras.

Andrea y Nacho en un momento de la cita. | Mediaset

A pesar de no ir con la intención de encontrar pareja y de que de todas las personas con la que trató allí recibió un trato excelente, Nacho lo tiene claro: las relaciones tienen que darse fuera de cámara y en un ambiente lo más natural posible. Si el segoviano tuviera que buscar pareja en un futuro, asegura que no sería volviendo a First Dates, sino saliendo a la calle y "sin la tecnología y el postureo de por medio".

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