Foto: Josh Applegate

Con seguridad nadie se atrevería a discutir la importancia y beneficios de leer. Sabemos bien que tener hábito por la lectura nos da la oportunidad, además de entretenernos, de imaginar, ampliar nuestro vocabulario y, sobre todo, conocer muchísimas cosas. Como bien resume George R.R. Martin: “Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una”.

En una época como la nuestra con tantos estímulos: internet, aplicaciones, móviles, etc. No son pocas las actividades que compiten con leer, sobre todo entre los más pequeños. Aplicaciones hay para todas las edades y los adolescentes tienen tantas opciones para entretenerse que más allá de las actividades escolares leen poco por placer o interés.

Los derechos de los lectores

Pero antes que caer en el lugar común, aunque muy aceptado, de "la tragedia de que los niños no leen", debemos atender los muchos factores que influyen para que esto sea así. En el artículo La formación de lectores y el llanto del cocodrilo de Graciela Montes, escritora y traductora argentina, expone al respecto:

Lo mejor es desinflar el globo de las grandes generalizaciones y poner algunas cosas en su lugar: Algunos no leen porque nadie les enseñó a leer. Algunos no leen porque no tienen libros. Algunos no leen porque —dicen— “no les gusta leer”. (Conviene recordar que los dos primeros grupos son desmesuradamente grandes en América Latina.) A todos esos no lectores algo les debe la sociedad.

Y también los padres...

Un consejo práctico, casi obvio, y bastante esclarecedor sobre el hábito de la lectura en los niños nos lo da lo que muchos pediatras dicen a los padres cuando estos se quejan de que sus hijos no comen verduras: "Si quiere que su hijo coma verduras, cómalas usted". Así es, la receta más sencilla para formar niños lectores es ser un lector. Los niños relacionan esa actividad como algo cotidiano y no como un objetivo inalcanzable del que se le acusa carece.

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Otras claves para formar niños lectores los encontramos en un interesante y extenso artículo en el New York Times de Pamela Paul y Maria Russo:

  • Comenzar a edad temprana ya sea con libros para los más pequeños pero sobre todo leerles a diario, en voz alta y libros de toda clase.
  • Leer como experiencia de acercamiento, calor y tranquilidad. Crear una rutina de lectura, como la muy conocida lectura antes de dormir, dará a la lectura un valor especial, no sólo por lo que se lee sino por toda la experiencia.
  • Apoyar sus gustos. Cuando los pequeños comienzan a expresar sus gustos por temas o ciertas historias, lo mejor es respetar sus intereses y acercarlos a los títulos que les llamen la atención.

Una de las cosas más importantes a considerar es este último punto. Porque la experiencia de leer debe ser placentera, los niños que relacionan leer con castigo o aburrimiento difícilmente buscarán otros títulos, al contrario, evitarán la actividad de leer a toda costa.

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Lo más importante: los vínculos

Foto: Daniela Rey

"El verdadero problema no es crear niños lectores... eso es relativamente fácil, el reto es no perderlos cuando crecen". Eso opina Néstor Daniel Santos Figueroa, bibliotecario, promotor y mediador de lectura en México que habló con Hipertextual. Él nos explicó que los niños pequeños se enganchan con facilidad con las opciones de lectura que existen, libros álbum, lecturas cortas y cómo ellos están muy abiertos a escuchar, a dibujar sus experiencias, a expresar sus opiniones.

"De los 8 a los 15 años es el momento mas importante, pues ya no quieren ser tratados como "niños" con historias simplonas que pretenden aleccionar", continúa Néstor Daniel. Él cree que vincular a los niños con los libros y las lecturas es lo más importante, mucho más que ese factor que educadores y padres buscan a toda costa: "que los niños aprendan de ellas", esa famosa lección o mensaje que se supone deben tener las lecturas.

Entonces, podemos decir que para formar niños lectores, sobre todo en su etapa más delicada, debemos quitarnos ese romanticismo de que los libros deben educar a toda costa y centrarnos en crear experiencias y recuerdos: "Los niños preadolescentes que crean vínculos emocionales con los libros tienen más posibilidades de seguir siendo lectores, y hay que ayudarlos a que lo logren con actividades que no los aleccionen. Porque a veces el libro favorito de alguien lo es por el momento de su vida o la manera en que llegó, no por lo que "aprendió" de él. Entonces, si aprenden a amar a un libro, querer a los otros será más fácil". Así concluye Néstor Daniel.

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