El mayor problema de Twitter era, y sigue siendo, el gran número de trolls que se refugian en el anonimato de sus cuentas. Llegó a ser un problema más allá de la seguridad y el buen hacer dentro del entorno de sus usuarios; este comportamiento tuvo su reflejo en un descenso de las cifras de uso de la red social y como consecuencia de sus ingresos. Se habló, incluso, de una venta frustrada en uno de los peores momentos de la tecnológica.

Twitter comienza la batalla contra los «trolls»

Sea como fuere, Twitter necesitaba hacer algo para controlar el malestar en los timelines de todo el mudo. A finales de 2016, la compañía anunció medidas para derrotar a los famosos trolls; una forma más eficiente de mantenerlos a raya. En un primer momento, se activó la posibilidad de silenciar conversaciones en las que se esté participando de forma indeseada e incluso silenciar notificaciones de usuarios desconocidos. Si llegados a este punto estos dos métodos no han sido suficientes, la herramienta también dispuso la opción de silenciar determinadas palabras, –también útil para evitar spoilers–. Sin embargo, el elemento que más eficiencia ha reportado en los últimos seis meses ha sido, sin duda, la herramienta de reportes. De una forma más precisa y efectiva, antes no pasaban del mero aviso que no iba a ningún lado, se mejoró esta opción a nivel global.

Los resultados

Sólo han pasado algo más de seis meses y aunque los resultados aún tienen que evolucionar, Twitter ya ha dado algunos datos sobre la evolución de sus nuevas implementaciones. La conclusión del primer semestre de caza de trolls en Twitter es que los usuarios han experimentado significativamente menos abuso que los meses anteriores a los cambios.

Para justificar esta afirmación apuntan a que su nivel de actuación respecto a cuentas abusivas se ha incrementado; concretamente 10 veces más en comparación con la misma época del año anterior. En este contexto, se suprimen miles de cuentas más a lo largo del día que antes.

El miedo a la reincidencia o la reaparición de cuentas trolls también se ha reducido:

"Nuestros nuevos sistemas, en los últimos cuatro meses solamente, han quitado el doble de este tipo de cuentas".

Comentábamos la implantación de los filtros de seguridad y según sus estadísticas, las menciones no deseadas han descendido una media de un 40%. Aunque, eso sí, afirman que la concepción de abuso por cada persona es completamente diferente y ofrecer un dato global de las mismas se les antoja complejo. Finalmente, se han referido en su informe preliminar a la comunicación de los tweets problemáticos. Las cuentas propietarias de este tipo de mensajes se mantienen fuera de la funcionalidad durante el tiempo de la investigación; en este período de tiempo se han recibido un 25% de informes menos de abuso y prácticamente el 65% de las cuentas notificadas sólo han pasado una vez por revisión, por lo que la reincidencia se ha reducido.

Una verdad a medias

Los resultados, en porcentajes, tienen bastante buena pinta. De eso no hay duda. El problema de todo esto es que Twiter se niega a dar cifras absolutas sobre número de reportes, quejas o abusos en su entorno. Y lo cierto es que la propagación de trolls sigue siendo uno de sus mayores problemas sin solución, una coyuntura que sólo puede controlar a medias.

En tanto en cuanto elevar los tuits problemáticos o abusivos a las instancias policiales sigue careciendo de efectividad no hay mucho que hacer en este sentido. La capacidad de muchos de mantener el anonimato dentro de la aplicación sigue siendo el talón de Aquiles para la red social. Eso y las diferentes concepciones de abuso.

Las medidas de Twitter han ayudado a mejorar la situación, pero está a años luz de solucionar el problema.

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