Con el lanzamiento del primer Surface —hace justo un lustro—, Microsoft hizo una firme declaración de intenciones. La compañía entonces liderada por Steve Ballmer quería acercarse a la producción de hardware, al mismo tiempo que cuidaba de su rebaño de partners e impulsaba el negocio de Windows hacia nuevos horizontes.

Pero aquel primer Surface era de todo menos perfecto. Carecía de potencia, Windows 8 era extremadamente confuso y su innovador formato convertible implicaba demasiados compromisos como para posicionarse como una alternativa firme y válida a los ordenadores portátiles tradicionales.

Todo lo gestado con los Surface y Surface Pro ha sido volcado sobre el Surface Laptop.

Pese a ello, Microsoft mantuvo la firmeza en su apuesta y acabó consolidando su idea años más tarde. Si el Surface original era el carbón bajo la mina, el Surface Pro (5) es un diamante pulido posando sobre el canto de una circunferencia dorada. Y eso, un lustro después, se celebra con júbilo en los headquarters de Microsoft.

No obstante, lo más importante de estos cinco años no es el crecimiento y la consolidación del concepto Surface. Lo más valioso de ese periodo es todo el conocimiento que el equipo de Microsoft ha gestado y desarrollado de cara al futuro. Patentes, tecnologías, guías de diseño, experiencia con materiales, experiencias con proveedores… Todo ello tiene un valor inmenso para el núcleo de Microsoft, y, afortunadamente, ha servido para concebir un fantástico portátil llamado Surface Laptop.

Qué es el Surface Laptop y a quién busca acompañar

Surface Laptop es el primer ordenador portátil —con permiso del Surface Book— que Microsoft fabrica y diseña íntegramente. Su foco principal es el ámbito educativo, razón que ha determinado alguna de las características del producto. No obstante, las capacidades del equipo le hacen válido casi para cualquier entorno: educativo, profesional, etc.

En su interior se puede montar un amplio abanico de componentes. En la configuración más básica, 4 GB de memoria RAM, 128 GB de memoria SSD y un procesador Core i5 de séptima generación. En la configuración más avanzada, 16 GB de memoria RAM, 512 GB de memoria SD y un procesador Core i7 de séptima generación.

Aunque el foco está en el ámbito educativo, el abanico de usuarios que quedaría satisfecho con las prestaciones del Laptop es mucho mayor.

La unidad que Microsoft nos entregó quedó justo en el punto intermedio: 8 GB de memoria RAM, 256 GB de memoria SSD y un procesador Core i5 de séptima generación. La opción, de hecho, más sensata, equilibrada y atractiva. Sobre ella, todo fluye, incluso las tareas más avanzadas. Navegar por internet, operar con aplicaciones como Photoshop, trabajar con múltiples archivos de Office… El Surface Laptop es más que capaz de hacer todo lo que sus usuarios potenciales necesitarán. Y lo hará con una autonomía estimada de 14 horas que, en la práctica, son muy próximas a la realidad.

Obviamente, quien espere encontrar en el Surface Laptop un equipo en el que trabajar con grandes ficheros de Matlab o Adobe Premiere quedará decepcionado. El equipo puede trabajar con esas aplicaciones, cómo no, pero la potencia del Laptop es limitada, y la experiencia con aplicaciones “pesadas” se degrada inevitablemente conforme aumenta el proyecto sobre el que se trabaja.

La oferta de aplicaciones, casualmente, es uno de los mayores compromisos de esta máquina. El Surface Laptop se comercializa, por defecto, con Windows 10S, una versión esterilizada del sistema operativo de Microsoft que limita la instalación de aplicaciones a las únicas disponibles en la tienda de aplicaciones. ¿Por qué? Porque, como Microsoft explicó en su presentación, este portátil está pensado para el ámbito educativo, donde el mantenimiento de los equipos y la seguridad son dos aspectos esenciales —al imponer vallas en el campo de posibilidades del equipo, se eliminan amenazas y costes de mantenimiento—.

Afortunadamente, es posible adquirir el Surface Laptop con una versión completa del sistema operativo, pero implica un pago extra para el consumidor. Un pago extra que, a día de hoy, es casi obligatorio para desbloquear todas las capacidades del equipo. Y es que la tienda de aplicaciones, pese al catálogo actual y a las futuras promesas de partners como Spotify, no es válida para la gran mayoría de usuarios. Ni siquiera puedes instalar Google Chrome. Y eso es un gran problema.

Salvo las escuelas, nadie va a querer limitarse a Windows 10S. Al menos por el momento.

Lo que no es un gran problema es la excelente pantalla que Microsoft ha montado en el Surface Laptop. Formato 3:2 (algo más alta de lo habitual), panel multitáctil, alta resolución y un panel que ofrece una calidad de imagen bastante alta —aunque sin llegar a la precisión y calidad de los MacBook Pro actuales, eso sí—. El formato es lo más destacado de esta pantalla: los 3:2 permiten mostrar más información vertical, especialmente útil en tareas cotidianas como la ofimática, navegación web, etc.

El incremento de tamaño vertical se traduce, cómo no, en un cuerpo ligeramente más grande de lo esperado, aunque los reducidos marcos de la pantalla, el grosor y el peso compensan y le hacen un equipo más delgado, ligero y portable que el MacBook Air de Apple, líder en el ámbito educativo hasta el momento.

De hecho, gran parte del objetivo de este Surface Laptop es apropiarse del mercado educativo que el MacBook Air ha hecho suyo —y que Apple ha descuidado durante los últimos dos años—. Pero, contradictoriamente, Microsoft ha tomado dos decisiones que, precisamente, van en contra de lo que pretende:

  • Acabado Alcantara. Las inmediaciones del teclado del Surface Laptop están cubiertas por un material conocido como Alcantara. El resultado es un equipo atractivo y muy vistoso, sin lugar a dudas. Pero la durabilidad de este material con el paso del tiempo es muy cuestionable. Especialmente entre estudiantes.
  • ¿USB-C? El equipo huye de los conectores USB-C que toda la industria impulsa. Apuesta por el USB tradicional (3.0, cómo no), un conector de 3,5 milímetros para audio y un puerto Mini DisplayPort. A corto plazo, la solución de Microsoft es muy inteligente. El sector educativo no abraza las principales tecnologías con la facilidad con la que el resto de la industria desearía, y allí el USB-A sigue siendo el rey. No obstante, estos ordenadores prometen acompañar al estudiante durante los próximos cuatro años. Y ahí es justo donde las dudas comienzan a emerger. ¿Será el USB-C el conector más utilizado en dos años? Probablemente sí, dada la acelerada transición que están realizando los fabricantes. Y el Surface Laptop no estará listo para ese futuro.

Especialmente importante en este Surface Laptop es el excelente funcionamiento del teclado y del trackpad, dos elementos esenciales para la interacción con el equipo y, desafortunadamente, muy ignorados por los fabricantes de la plataforma Windows. El recorrido, la forma y la distribución de las teclas es precisa y cómoda, al igual que el trackpad, cuyo rendimiento es muy próximo o similar al de los MacBook de Apple. Y eso es una excelente noticia.

El imperfecto ordenador con Windows que todos esperaban

Con el Laptop, Microsoft ha hecho realidad ese ordenador con Windows que muchos llevaban años esperando. Su diseño es atractivo, su chasis es ligero, es suficientemente potente, la autonomía es holgada, la pantalla es fantástica —salvo algunos matices— y lo más esencial, teclado y trackpad, está a la altura de los mejores. Pero esta lluvia de elogios no oculta las imperfecciones que este portátil de Microsoft trae consigo. Ofrecer una versión básica con 4 GB de memoria RAM, en 2017 y con un precio superior a los 1.000 euros, es un insulto para el consumidor. Apostar por un material como Alcantara es una idea fantástica en el utópico mundo de chocolate, pero un grave error de cara a la evolución del producto con el paso del tiempo. Y algunas decisiones menores como rechazar el USB-C también le condicionan sensiblemente de cara a ese futuro timeless que promete a los estudiantes. Pese a ello, el Surface Laptop es el portátil con Windows que recomendar “por defecto”. Y esa es precisamente la definición que se acuño durante años al MacBook Air de Apple. Es “el portátil para todos”.

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