Fotografía: blvdone - Shutterstock

En octubre de 2016 Facebook ardía: el (ex)Presidente Obama, según anunciaban en ABCNews.com.co, había prohibido recitar el juramento de lealtad, que encarna el espíritu estadounidense, en las escuelas. Con más de dos millones de shares en apenas dos meses, la noticia se convirtió en una de las más compartidas del año pasado. El problema es que era completamente falsa. Esto no evitó que se dejase llevar por la marea de la viralidad. El secreto de las noticias virales es una especie de santo grial buscado por muchos y dominado por pocos. En ocasiones, esos pocos afortunados se topan con la viralidad por mero accidente. Otros, sin embargo, utilizan la viralidad para expandir rumores y falsedades. La red de redes está llena de hoaxes y leyendas urbanas digitales. ¿Son estas las que tienen más éxito de expansión? ¿Por qué?

Fake News, Hoaxes y otras falsedades

Que si el Papa Francisco había apoyado la campaña de Donald Trump; o que Hillary Clinton era parte de una red de explotación infantil; o la noticia de la que hablábamos sobre Obama, todas estas son noticias falsas extendidas por las redes con propósitos nada claros. La cuestión más curiosa es su tremendo éxito. BuzzFeed analizó a finales del año pasado hasta 750 noticias falsas sobre todo tipo de temas: famosos, política, chismorreos... Los más existosos suelen ser políticos, por cierto. Pero dejemos eso aparte. Puede resultar bastante chocante la cantidad de investigación que existe en torno a las noticias falsas: tanto para entender por qué tienen tanto éxito como para tratar de combatirlas.

Internet es un arma de doble filo, información y desinformación comparten una misma moneda. Pero su intención es diametralmente opuesta. Podríamos pensar que la desinformación no es un problema excesivamente grave. Pero estaríamos subestimando erróneamente los peligros que acarrea. La desinformación es la culpable de decisiones personales, sociales, políticas y económicas que nos afectan negativamente. Sólo tenemos que mirar al auge de las pseudociencias que estamos viviendo el los últimos tiempos para entender por qué la desinformación es mala para nuestra salud. Y, como decíamos, también lo es la desinformación referente a otros aspectos de nuestra vida.

Así, hasta Google ha decidido unirse al carro de combate contra las noticias falsas. No es nada nuevo, hace años que la compañía lleva trabajando en varios algoritmos para descubrir si una noticia es falsa o no. Pero Google no es, ni mucho menos, la primera compañía en tratar de revolucionar la detección de noticias falsas. Existen numerosos sitios en internet que utilizan potencial humano para determinar la veracidad de una noticia. También existen varios acercamientos informáticos que tratan de encontrar el quid de la automatización.

La fórmula de lo viral

Pero volvamos a una de las cuestiones más importantes del tema: ¿qué tienen de especial para volverse virales? ¿Dónde está el secreto? Existen varios estudios que tratan de diseccionar la calidad de la información y su capacidad para perpetuarse en nuestra sociedad. Antes de seguir expliquemos la idea de meme. Aunque muchos asociarán esta palabra con imágenes graciosas, lo cierto es que meme es un término acuñado por el biólogo evolucionista Richard Dawkins para describir una unidad teórica de información cultural. Es decir, es una forma de cuantificar la información que se transmite. Información como una noticia, por ejemplo. Así, en estos estudios se miden los memes transmitidos y su calidad para entender cuál es el proceso de viralización.

Las noticias virales se caracterizan por contar con un alto flujo de memes transmitidos. Pero si la calidad de esos memes no es importante (al fin y al cabo, son memes con información falsa), ¿qué es lo importante? Según un reciente estudio de la Universidad de Indiana, el secreto está en la atención finita de los usuarios. Un estudio anterior asociaba la limitada capacidad de atención con la aparición de las redes sociales en la expansión de información de baja calidad. Lo más asombroso de estos estudios es que la competencia de esta información (los memes) por acaparar la atención de los usuarios es algo predecible mediante modelos matemáticos. Al menos así se comprueba en ambos, los cuales juegan con algoritmos que predicen muy correctamente la cantidad de información falsa que perpetuará en una red social según su estructura. Como decíamos, el comportamiento de los usuarios, su capacidad limitada de atención, están detrás de la poca capacidad de una red para identificar información falsa.

Esto, podemos aventurarnos a decir, podría deberse a la necesidad de contrastar la información unido al sensacionalismo inherente de algunas noticias. Pero los estudios se han centrado en el modelo, no en los mecanismos de este. Así, los investigadores creen que podría crearse un "mercado" informativo en una red social en el que reinaran la calidad y diversidad de información, ya que estas dos características suelen ser inversamente proporcionales. ¿Y cómo podría hacerse? Los científicos no lo dudan: la respuesta está en los bots que inunda las redes de información. Dichos bots no tienen la capacidad (ni el objetivo) de seleccionar la información de mejor calidad. Por tanto, reducir su actividad, o frenar su uso, tal y como muestran sus modelos, serviría para frenar también las noticias falsas. Cuando combinamos esta cantidad desorbitada de información con una diversidad abrumadora y la capacidad limitada de atención tenemos la fórmula de la viralidad. Aunque es una fórmula que a priori no es especialmente práctica, es un comienzo. Una apertura de puertas para una nueva ciencia de lo viral.

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