Tras meses de rumores, filtraciones controladas y especulaciones, Andy Rubin presentó por fin su smartphone y, con él, su nueva empresa: Essential. Alguien dijo que la historia siempre se repite, y la de Rubin al menos cumple la premisa. Rubin gusta por su papel mesiánico, de hombre capaz de frenar a Apple. Tras vender Android a Google tuvo influencia en el cambio de roles que tuvo la relación entre ambas empresas: Google y Apple pasaron de ser socios estratégicos (recordemos la presencia de Google en la presentación del iPhone original) a taimados enemigos en procesos judiciales. Una década más tarde, Rubin vuelve a tener a Apple en el entrecejo.

Vayamos por partes: el Essential Phone ha sido bastante bien acogido en crítica —de las ventas no podemos hablar aún, solo elucubrar, aunque es suficiente—, muy posiblemente porque aporta algo nuevo dentro de ese reducidísimo margen de innovación en el hardware que tienen los smartphones en 2017.

Antes del iPhone, los teléfonos móviles eran muy diversos en factores de forma, proporciones, líneas de diseño… Un vistazo al catálogo de una única marca, Nokia, es suficiente para comprobarlo. Si añadimos al escaparate los modelos de Motorola, Siemens, Sony Ericsson o Alcatel, el popurrí es aún mayor. Desde 2007 se ha consolidado la idea de que un teléfono es un rectángulo negro, con las esquinas redondeadas y un grosor concreto. No hay espacio para los adornos. Essential no ha podido salirse demasiado de este esquema, pero al menos sí ha añadido novedades interesantes:

  • Construcción en titanio y cerámica.
  • Marcos frontales muy escasos.
  • Vuelta del concepto “modular”.
  • Otra forma de entender Android.

De los materiales y el diseño hablaremos más adelante, pero una de las partes clave está en cómo Rubin se ha referido a Android, como “tecnología con la que hay que lidiar”, enfatizando en que Essential siempre dará libertad a sus usuarios, para posteriormente anunciar que el Essential Phone llega con Android y los servicios de Google. Paradójico.

Del concepto modular, poco que decir. Cada dos años, el interés viene y va, pero nunca se manifiesta en una demanda comercial real. La industria y la prensa le da vueltas, el mercado le da la espalda (proyectos cancelados, el fracaso reconocido del LG G5…).

La Historia ayuda a entender por qué Rubin quiere triunfar, sobre todo, frente a Apple. La presentación de Essential estuvo llena de comparaciones, pullas, sacadas de pecho e idas de olla respecto a Apple. En los primeros instantes de la batalla iPhone vs Android, una reunión sirvió para que Sergey Brin, Eric Schmidt y Larry Page (los tres pesos pesados de Google) se alinearan con Apple y Steve Jobs, dejando solo a Andy Rubin, despreciado por Apple. Ahí se gestó la pequeña obsesión de Rubin por derrocar a Apple, culminada con la presentación de Essential.

Las comparaciones fueron varias, una de ellas acerca de los materiales. Mientras Rubin sacaba pecho por el uso del titanio en su nuevo teléfono, se ufanaba de que Apple lo había intentado utilizar en sus iPhone… sin éxito. Lo cual nos da una idea de cuál es la motivación de Essential: compararse con el iPhone y altius, celsius, fortius. Como sea. Es más, se atrevía a decir que la gran ventaja de una compañía como Essential era su agilidad a la hora de utilizar componentes o desarrollos recientes gracias a su reducido tamaño y volumen de ventas.

Ufanarse de ser tan pequeños en comparación con Apple como para poder permitirse ciertas cosas que se tornarán imposibles en el momento en que se crezca un poquito es dispararse en el pie. Pan para hoy, hambre para mañana. Condenarse a elegir entre nunca crecer o renunciar a lo que se ha cacareado (y por tanto, a perder la identidad). Opción mala y opción peor.

Rubin continuó la función asegurando que como el 30% de las ventas de teléfonos móviles se hacen online, ese ya es un buen punto de inicio para un fabricante, y que con eso, básicamente, les sobra para empezar a vender su teléfono de 699 dólares. No omitan este precio: 699 dólares. Más adelante ya quizás pasen a la distribución física.

Algunas consideraciones. Apple es, en el contexto de la industria de teléfonos móviles, una anomalía. No hay otra Apple, no puede haber otra Apple. Antes o después, Apple comenzará a bajar. En cinco, quince, o ciento cincuenta años. Pero a día de hoy, no hay cabida para alguien más como ella porque es anómala. En la liga de los mortales, el precio es el principal factor decisivo para una compra, y en cuestión de segmentos, hacer bajar precios equivale a vender un mayor volumen. A OnePlus, con precios por la mitad que el del Essential, le ha costado sangre, sudor y años estabilizarse mínimamente… y falta ver qué opinan sus balances de su estrategia a largo plazo.

Andy Rubin es una figura clave en la historia de la tecnología móvil, y como tal merece todo el respeto a su trabajo pasado y futuro. Con dinero, es relativamente fácil crear un teléfono con diseño llamativo y materiales exclusivos. Pero con un teléfono así, con ese precio, con ese nivel de innovación, con esa estrategia de escala a medio plazo, sin acuerdos con operadoras, sin distribución física, sin nada más que el entusiasmo de su CEO, es imposible tener fe en el éxito comercial de este terminal. Si Google Pixel ha sido un fracaso comercial, ¿qué va a ser el teléfono de Essential? Posiblemente obedezca más a las ganas de revancha de su CEO que a un planteamiento real de su recorrido en el mercado. Quizás la domótica que acompañó en la presentación les dé dinero y alegrías en el futuro, pero Essential Phone, desde luego, no.

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