Mary Gelman es una fotógrafa documental de 23 años, natural de de San Petersburgo, Rusia, y que en sus proyectos personales explora cuestiones de identidad de género, sexualidad, violencia y discriminación.

La violencia siempre es deleznable independientemente del género que la sufra. Sin embargo, el número de mujeres que son víctimas de la violencia de pareja es, como mínimo, mayor que el de las víctimas masculinas. En Rusia, las tasas de este tipo específico de violencia son particularmente altas, entre otras cosas debido a la prevalencia de una cultura machista y algunas decisiones políticas como la reciente despenalización de la violencia doméstica.

Según las estadísticas del Ministerio del Interior de la Federación de Rusia, el 91% de todas las víctimas de violencia doméstica en 2013 eran mujeres.

You Are Mine” es una serie de retratos e historias de mujeres rusas que sufrieron violencia de pareja. «Estas historias son sobre el poder y el control de una persona sobre otra; tratan acerca de las dificultades de la víctima para resistirse a ella, tanto a nivel personal como legal. La violencia no es sólo cuando te dan un puñetazo en la cara: también es cuando alguien te trata de controlar o no te respeta. “You Are Mine” muestra que una de las principales fuentes de violencia es el desequilibrio de poder, y no la orientación sexual, la edad o la educación que se tenga».

La mayoría de estas mujeres, según Mary, sienten que sus maltratadores no han sido castigados adecuadamente. “Ellos salieron con la suya, mientras ellas se quedaron solas con sus traumas”. Así, por un lado, en lugar de fotografiarlas golpeadas y débiles, las ha retratado sanas y sentadas firmes, simplemente mirando hacia el frente; como si estuvieran viendo y juzgando a los que las hicieron sufrir con una actitud tranquila y seria. Por otro lado, el sentido tipológico de la obra, trata de hacer las fotografías como si fueran extraídas del archivo policial típico: insinúa el hecho de que cualquiera de nosotros podría encontrarse en la misma situación, además de que el caso aún sigue abierto.

You Are Mine
Lisa, 25 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Se ocupaba de mí muy bien. Después de 3 semanas me ofreció vivir juntos —con sus padres y su abuela seriamente enferma—. Entonces empezó a exigir informes sobre a dónde iba, con quién, los tiempos de llegada y salida del exactos… incluso si sólo había ido a la tienda a buscar leche. Quería controlarlo todo. Me sentí físicamente amenazada: golpeaba con fuerza en la pared junto a mi cara o destruía el mobiliario. Por supuesto, no necesitaba ningún consentimiento sexual: mi negativa a tener relaciones sexuales no era algo para discutir.
You Are Mine
Sasha, 20 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Estaba saliendo con una transexual —una mujer que quería convertirse en un hombre—. Intentaba demostrar que era un hombre de verdad, al menos, en la forma en la que él lo entendía. Me obligó a tener relaciones sexuales sin prestar atención a cuando decía que no o pedía a gritos la ayuda de los vecinos. Me golpeó la cabeza en la pared, me golpeó en la cara… yo estaba cubierta de magulladuras. Tenía que probar que él era el jefe, que él era el hombre.
You Are Mine
Lena, 24 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Cuando me golpeó, sentí un tremendo dolor que me dejó sin aliento, además de una impotente rabia, pero no terminé nuestra relación. ¿Por qué? Honestamente, no sabía cómo reaccionar. Nadie habló nunca de violencia en mi escuela o en mi familia. La violencia era un tabú en mi círculo.
You Are Mine
Tatyana, 26 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Golpes repetidos. Si me enfadaba por ello, encontraba justificaciones para todo, y al final yo tenía que disculparme… me tenía que disculpar por cosas como que estaba de mal humor o le miraba mal y con eso “lo provocaba”. Me llamaba "perra gorda" o se enojaba porque no llevara minifaldas y tacones en nuestro apartamento comunal. Luego dejó de buscar excusas con sentido y me despertaba golpeándome en la espalda por cosas como respirar demasiado mientras dormía.
You Are Mine
Natasha, 30 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Entró en el dormitorio de la niña y la sacó de su cama. Le rogué que la dejara y me hablara en otra habitación. Luego me agarró del cuello, me empujó contra la pared, me levantó y comenzó a asfixiarme. Mi hija saltó de la cama, entonces, aunque me era difícil respirar, traté de sonreír y repetí: "No tengas miedo, es sólo un juego". Lo siguiente que recuerdo es estar sentada en el suelo, con mi hija gritando a mi lado y a él diciendo que nos tiraría desde el balcón.
You Are Mine
Anna, 18 años. Moscú, Rusia. © Mary Gelman.
Me golpeaba en la cara y apagaba los cigarrillos sobre mi — tengo doce cicatrices y quemaduras—. Me violaba de manera sádica: me dejó moretones en el cuello y muñecas para que no pudiera usar ropa reveladora. También me controlaba —leía mis mensajes de texto, mis redes sociales o mi correo electrónico—. Exigía que informara sobre a dónde iba y con quién; me preguntaba a qué hora llegaría allí y cuándo estaría en casa. Si yo me retrasaba de mi horario perdía la paciencia y me golpeaba. Él lo llamaba “cuidarme”.
You Are Mine
Nina, 41 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Le dije que me iba, y entonces él comenzó a empujarme e insultarme. Agarró al niño y le gritó: "Mamá quiere separarnos". Luego me siguió durante mucho tiempo: me atacó una vez en el ascensor y comenzó a asfixiarme. Me escondía de él en tiendas, clínicas y hoteles… Una vez tuve una conmoción cerebral cuando me golpeó, y fue delante de mi hijo. Nadie más lo vio y la policía se negó a iniciar un caso penal. No podía protegerme a mí misma, ni a mi pequeño.
You Are Mine
Zhanna, 28 años. San Petersburgo, Rusia. © Mary Gelman.
Ella me oprimió y me manipuló para dejar de ver a mis amigos. La violencia física también tenía lugar; me tomaba las manos y las sostenía si intentaba escapar. También jugamos en un equipo de roller derby —es un deporte de contacto, las personas chocan entre sí para bloquear, aunque a menudo se prohíbe—. Ella me hacía eso de todos modos, me golpeaba a pesar de romper las reglas, sólo para herirme. Ella solía decir después: "Si nadie lo vio, entonces nada sucedió".
You Are Mine
Nastya, 20 años. Moscú, Rusia. © Mary Gelman.
Fue mi primero. Le dije que no quería tener relaciones sexuales, pero él continuó así que me quedé debajo de él como si estuviera muerta. Me preguntó: “¿Por qué pones esa cara? Todos los hombres saben las mujeres sienten dolor, no necesito que me lo recuerdes". Se negó a usar protección. Me dije durante mucho tiempo que no era nada serio. Pero su frase me dolió aún más cuando dijo por la mañana: "Todas las mujeres tienen caras terriblemente estúpidas".
You Are Mine
Alyona, 23 años. Moscú, Rusia. © Mary Gelman.
Un día, llegué tarde por 15 minutos. Caminaba con mis amigos y perdí la noción del tiempo. Me estaba esperando en el metro con la cara muy seria. Sólo tuve tiempo de decir: "No te ofendas”… me empujó contra la pared, me agarró por la garganta y empezó a gritarme. Jadeé e intenté alejarlo, entonces me golpeó y me cortó el labio. Inconscientemente me zafé y corrí hasta el final del pasillo gritando "ayuda". Él corrió tras de mí pero un joven de patrulla lo agarró, lo alejó y además me acompañó todo el trayecto hasta que el tren se detuvo.
Todas las fotografías pertenecen a Mary Gelman — en su web se pueden encontrar las copias originales—, así como los testimonios son textuales y pertenecen a cada una de las víctimas.

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