ACTO PRIMERO

PRÓLOGO

Entra el Coro

CORO.- En la hermosa Hipertextual, donde se llevaron a cabo estos amores, un escritor y otro escritor igualmente noble habían derramado por su admiración mutua, muchos inculpados celos. Sus pobres lectores pagaron la pena de esos halagos, que trajeron un artículo como este. Sólo quince minutos tomará esta pieza. Atended y suplid con vuestra atención lo que falte.

ESCENA PRIMERA

"El peregrino ha errado la senda aunque parece devoto" —frase de ligoteo 101.

La mente de uno de los hombres, humo de varios colores provenientes de los jugos creativos

Entra SHAKESPEARE y el ESCRITOR usando máscaras y antorchas

ESCRITOR.- Bienvenido seas hombre fiel y un poco desproporcionado, debo recordarte que vuestra imagen proviene de siglos de malformación artística (Le toma la mano.) SHAKESPEARE.- No desesperes virtuoso de las letras, pues vuestra imagen mía se halla manipulada por otro tipo de malformación, artística no cabe duda. ESCRITOR.- Si con mi mano he profanado tan divino altar, agitando vuestros pensamientos, he de disculparme. Mi boca cerrará tal herida, cual admiradora adolescente y pecaminosa. SHAKESPEARE.-La adolescente ha errado la senda, pero todavía no es momento (Retira su mano y vuelve su cara.) Mi corazón carga el peso terrible que esconde mi castidad, la aurora me llama antes de lo esperado y he tenido que robar. ESCRITOR.- ¿De qué me hablas? SHAKESPEARE.- Mis dos obras más famosas, damas tan sabias cómo virtuosas. Yo las he criado hasta el momento, un agravio correspondido. Pero ya habrá tiempo para explicaciones amado mío, que la ama busca mis sonetos con desesperación.

—Los labios de la adolescente pecaminosa son para rezar

EL CORO.- Ved como entre dos grandes escritores, la tensión amorosa se acopla. Arrancándose del pecho el amor no correspondido y revelando la castidad interrumpida. Él revelando una pequeña conspiración artística. Aquel sosteniendo su mano por un tiempo indefinido, sin duda se volvió incómodo en algún punto.

ACTO II

—Prometo guardar vuestro secreto, pase lo que pase (Beso apasionado entre genios.)

ESCENA PRIMERA

Red neuronal denominada "Área de chistes inconclusos", jardín del escritor

ESCRITOR.- ¡Qué bien se burla vuestro ídolo del dolor ajeno de la admiración! (Poniéndose SHAKESPEARE junto a la ventana) ¿Pero qué luz se asoma ahora por ahí? Sal e ilumina mi senda de la ignorancia, saciándome de versos angelicales y misterios sobre tus obras. SHAKESPEARE.- ¡Ay de mí! ESCRITOR.- Habló el ángel caído, aquel de la calva majestuosa. SHAKESPEARE.- Escritor, escritor. ¿Por qué eres tú escritor? Vienes a juzgarme por mis males, mis dos grandes obras las tragedias raciales, los amores no correspondidos. ¿Vienes acaso a burlarte de la sangre derramada por las dos estirpes? ESCRITOR.- Contéstame por favor. ¿De qué hablas ángel mío? SHAKESPEARE.- De Romeo y Julieta, Otelo. La primera vez que las leí llevaban otros nombres y diferentes autores. El pobre italiano Giovanni Battista Giraldi fue uno de ellos, en 1565 la calamidad que conllevan las masas se olvidó de su tragedia Un Capitano Moro. Me he encargado de rendirle honor tomando prestada la trama, personajes, moralejas e ideas. Soy yo mi enemigo, las tragedias que llevo encima.

—El mejor honor que cualquier hombre puede conocer, sin duda...

ESCRITOR.- Júrote, amado mio, por los rayos de esta luna que iluminan vuestros pecados, que... SHAKESPEARE.- No jures por la luna, no vayas a imitar su inconstancia. Jura, acaso, por ti mismo, que es el dios que adoro. ESCRITOR.- Entonces juro sobre mi cadáver, que nadie sabrá estas confesiones que hoy me has descubierto, y nos volveremos a ver, espero tu mensajero (Huye con cierta pena extraña y cabizbajo.)

Hemos saltado en esta edición los actos III y IV respectivamente por contener ciertas confesiones del ESCRITOR que no beneficiarían a los lectores ni a los redactores de Hipertextual.

ACTO V

—¡Aciago día! ¡Día aciago! Ni se imaginan lo que se perdieron en los actos pasados.

ESCENA PRIMERA

Cementerio de ideas, con el panteón de los ídolos caídos

(Entra el ESCRITOR.) ESCRITOR.- Detén esta diestra homicida ¿Eres hombre? Mi exterior dice que sí pero mi llanto es de mujer. (Aparte.) ¡Aciago día! ¡Día aciago! ¿Será que mi ídolo era un fraude después de todo? Allí yace mi ídolo muerto, descansa en tu lecho hombre virtuoso y sabio. La muerte que dejó el néctar en tus labios no ha podido remover el manto eterno de vuestra belleza. (Encuentra un último escrito en el bolsillo de este.)

(Lee en voz alta sus palabras.) "Es vuestro menester mantener la cabeza baja frente a tan penosa acusación que debo confesar. Leyes en contra de esta siniestra práctica no surgirían por otros 100 años, y es por esta razón que debo aplicar el único castigo que me veo en los medios de cometer: tomar mi propia vida. Mis contemporáneos escribieron obras que tomé como propias, el gran Otelo estaría muerto de una vez por todas sino fuera por ellos. E incluso esta historia no habría sido posible sin mi inspiración en La Trágica Historia de Romeus y Julieta. ¡Adiós amados míos!" —William Shakespeare

Mi nave, harta de combatir con las olas, quiere quebrantarse en los peñascos. Mira mi última mirada, siente mi último abrazo, pues este secreto del que soy el único consciente descansará sobre nuestras tumbas. ¡Bálsamo portentoso, toma mi vida de una vez! Así con este beso... sonrío en paz. (Cae.)

—Maldigo a todo aquel que se atreva a leer estos escritos.

SHAKESPEARE.- ¿Dónde estás amado mío? ¿Has regresado de tu destierro para tomarme como tu amado? Oh no, pierdo la luz que tanto ánimo rebozaba de mis plagios. Muerte he causado, después del olvido siempre vendrá esta, dama tenebrosa y cruel castígame de una vez por todas y deposítame una vez más en tu seno. Siquiera una gota ha quedado para darme fin (Toma la navaja suiza del fallecido.) ¡Dulce hierro, termina con mi corazón mientras yo muero! (Se hiere y cae sobre el escritor.)

CORO.- Y he aquí la triste historia del Escritor y Shakespeare.

FIN

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