Aproximadamente en 2007 comenzaron las conversaciones sobre el futuro ecológico de la Fórmula 1. El equipo Honda, aquel mismo año, pintó su monoplaza con motivos verdosos y azulados que reivindicaban la importancia de cuidar el medio ambiente —mientras su motor V8 contaminaba la atmósfera cada fin de semana—. En los despachos de la FIA y la FOM, equipos, pilotos y representantes de la competición ya entablaban conversaciones sobre futuros cambios regulatorios para hacer de la Formula 1 una competición más ecológica.

Max Mosley, máximo responsable de la FIA en aquella época, ya adelantó sus planes en 2006. “Queremos movernos a un área que sea relevante para los coches de calle”, afirmaba Mosley en declaraciones a la BBC hace casi once años. Y es que la Formula 1, por aquel entonces, fomentaba el desarrollo de mejores motores, con mayores revoluciones por minuto y más potencia; un camino diferente a la eficiencia y menor contaminación que los vehículos de calle comenzaban a perseguir.

No fue hasta 2009 cuando la competición dio su primer paso hacia una era más ecológica.

No obstante, no fue hasta 2009 cuando la competición dio su primer paso hacia una era más ecológica. Fue con el KERS, un sistema eléctrico capaz de generar 80 caballos de potencia durante una series de segundos por vuelta. Se recargaba en las frenadas, y supuso un primer acercamiento de la competición a la electricidad y la era híbrida.

El salto definitivo llegó siete años después de aquellas primeras conversaciones sobre el futuro de la competición. La Formula 1 abrazó en 2014 las unidades de potencia híbridas, con un consumo de combustible un 35% menor que en temporadas anteriores. Esto fue posible gracias al cambio hacia motores V6 turbo de 1,6 litros y a las dos unidades eléctricas desarrolladas por los equipos MGU-K y MGU-H. Estos sistemas regeneran energía eléctrica, regulan el funcionamiento del turbo y ofrecen hasta 120 caballos de potencia extra. El resultado es una Formula 1 más ecológica, más tecnológica y, sobre todo, más influyente en los vehículos de calle.

Y es que los motores turbo y los sistemas MGU-H y MGU-K desarrollados para la Formula 1 presentan múltiples aplicaciones en los vehículos de calle. Una de ellas es la eliminación del turbo lag mediante la integración de un motor eléctrico que aumenta o reduce la velocidad de giro de las turbinas del turbo compresor para ofrecer una entrega de potencia instantánea. Este sistema, conocido como MGU-H, también recarga las baterías del monoplaza aprovechando la energía “restante” del turbo compresor y del motor.

Los equipos de Formula 1 desarrollaron un turbo híbrido que solventa uno de los grandes problemas de los motores turbo alimentados: el lag

Esta especie de turbo híbrido solventa uno de los mayores problemas de estos sistemas: el lag hasta que el turbo entra en acción. El MGU-H es capaz de acelerar inicialmente las turbinas, reducir el exceso de giro y, al mismo tiempo, recargar las baterías. Y además con una eficiencia que los hace aptos para vehículos de calle, vehículos de competición e incluso vehículos de lujo.

Con la era híbrida, también se han hecho grandes progresos en términos de fiabilidad y reutilización de componentes. El número de unidades de potencia se ha reducido drásticamente respecto a la época en la que Fernando Alonso, Michael Schumacher y Kimi Raikkonen se disputaban el título mundial (2004, 2005 y 2006).

No obstante, en este progreso hacia la era híbrida, la Formula 1 se dejó en el camino dos grandes fundamentos de su atractivo: los adelantamientos y la velocidad. Los vehículos de 2014 y 2015 eran más lentos que en años anteriores. Las razones eran diversas (gestión de neumáticos, gestión de combustible, nuevos motores, etc.), pero la realidad era única: la Formula 1 de 2014 y 2015 era más lenta que la de 2005 con motores V10.

Afortunadamente, en 2017 la competición ha logrado revertir la situación, con una mejora aproximada de entre dos y tres segundos por vuelta. Concretamente, la vuelta rápida del GP de Australia 2017 fue de 1:26.538, y la velocidad media de 220,6 km/h. Un año antes, la vuelta rápida fue de 1:28.997 y la velocidad media de 214,5 km/h.

Diez años después de aquellas primeras conversaciones, la Formula 1 ha logrado satisfactoriamente abrazar la era híbrida, reducir el consumo de combustible, aumentar la participación de la electricidad, disminuir la contaminación e incrementar su contribución al desarrollo del coche híbrido y eléctrico que cada vez más podemos ver por las calles. ¿El siguiente paso? Aún está por definir, pero ya se hablan de partes eléctricas de hasta 300 caballos de potencia que aumentarían el papel de los sistemas eléctricos en la categoría reina del automovilismo.

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