Los conocidos como millennials y, más concretamente, la generación Z han traído consigo una forma diferente de entender la realidad, de ligar, de consumir y comprar, de relacionarse o de trabajar. Sin embargo, uno de los aspectos que más ha marcado la pauta diferenciadora ha sido la cuestión del consumo de entretenimiento audiovisual. La generación Z, y en menor medida su predecesora, ha prescindido de un elemento que hasta la fecha se consideraba intocable: la televisión. Para ellos, el medio por excelencia ya no ocupa la misma posición de importancia que para sus progenitores: "¿por qué consumir la programación establecida cuando YouTube o Instagram nos ofrece lo que queremos cuando queremos?" Este podría ser el discurso de cualquiera de ellos ante la pregunta de por qué el cambio.

Un cambio que ha traído consigo nuevos famosos o, mejor dicho, nuevos tipos de famosos y nuevos ídolos de masas; gente que, haciéndose a sí misma sin el recurso de la música, el cine o las pasarelas de moda, han conseguido levantar millones de seguidores poco a poco. Y cada uno en su especialidad: videojuegos, moda, madres, bromas o, simplemente, hablando de todo un poco. Un rápido vistazo a las lista de los top en YouTube, nos enseña que PieDewPie, el líder indiscutible, concentra casi 56 millones de suscriptores a nivel mundial. El Rubius, muy lejos del primero con casi 23 millones de seguidores, sería otro de los que han podido entrar en el Olimpo de los famosos youtubers. AuronPlay, Vegetta, Willyrex, Alexby, Luzu... y así de forma interminable. Pero, si echamos un rápido vistazo a Instagram, en donde curiosamente triunfan las chicas, la cosa es sensiblemente diferente: Jennifer López, Kendall Jenner, Miley Cyrus o Katy Perry, que lejos de hacerse a sí mismas en las redes son conocidas por su trabajo fuera de ellas, utilizándolas para crecer en su sector. Porque si hay algo que han hecho las redes sociales es que podamos estar más cerca de nuestros ídolos. Entonces, ¿quién es famoso y quién no en este nuevo juego? Lo cierto es que los cánones de popularidad sí que se han mantenido, pese a las nuevas generaciones, siendo estas nuevas estrellas populares dentro de sus círculos de seguidores e influencia. Fuera de ese mundo, el status quo se mantiene.

¿Nuevos cánones o más de lo mismo?

Sería injusto decir que todos los chicos influencers se dedican a la tecnología o los videojuegos y todas las chicas a la moda. Hay excepciones por ambos lados, pero es cierto que esta tónica es la posición dominante. Según el YouTube Rewind de 2016 y observando las cifras de los mayores éxitos de la red social, por norma general ellos destacan en un sector en el que su apariencia física no tiene relevancia. Al menos no siguiendo el canon social por excelencia. Graciosos, elocuentes, ingeniosos, divertidos y hábiles con la tecnología serían adjetivos que se les dejaría a los chicos del sector. Pongamos el ejemplo de uno de los protagonistas indiscutibles de los vídeos en Facebook: Jorge Cremades, acompañado, por cierto, de chicas guapas. Si vamos un poco más allá, aunque muchos de ellos han firmado contratos multimillonarios con marcas como Nike o Adidas, su fuerte no es la belleza, sino la experiencia de marca. Ellas, o al menos las que más éxito tienen entre las féminas, se dedican a la moda por norma general. A la moda con mayúsculas y en exclusiva; esto, de forma histórica, tiene una serie de connotaciones que definen a sus mayores portavoces.

Es un hecho que, tanto Instagram, YouTube y Facebook, han cambiado la forma de concebir la moda, o cualquier hobbie realmente. De aquí a un tiempo, las marcas han pedido su posición dominante y ya no pautan el comportamiento de sus posibles usuarios; son precisamente esos usuarios, algunos de ellos, los que determinan qué se lleva y qué no. La capacidad de interacción, de sintonía con los influencers y de vivir la moda como una experiencia más allá de la pura compra. En este contexto se presentan nuevos modelos de conducta, nuevos canales de consumo y... ¿nuevos cánones de belleza? ¿Estaríamos asistiendo a otro cambio de modelo de mujer? Desde la prehistoria hasta ahora, la evolución de las medidas perfectas, tanto para ellos como para ellas, han sufrido una evolución. Generalmente a la baja; de las mujeres de grandes senos y caderas anchas, se paso a las mujeres menudas de tez blanca para volver a pasar a la mujer robusta del Barroco. Y así sucesivamente subiendo y bajando tallas de cuello para abajo hasta llegar a la era de la 36 o menos. Modelos tremendamente delgadas, algo andróginas y de apariencia insana que proclamaban el estándar de belleza.

En este contexto, un gran número de influencers destacaron sobre el resto. En YouTube con Bethany Mota, CaELiKe, La Yuya, Madame de Rosa o Dulceida que han traspasado la frontera de las redes; y en Instagram en España Julieta Padrós, Ariviere, Ninauc o María Pombo llegaron para modificar la tendencia. Un modelo de chica delgada, a veces aún demasiado, pero sana; con gran afición por el deporte y la vida sana; aficionadas a la moda desde siempre y con características que las hacen únicas: personalidad arrolladora, seguridad, orgullosas, con una belleza genuina (aunque sea normal), pero delgadas y con una historia detrás. A eso es a lo que aspiran los cientos de chicas que siguen a ojos ciegos a las influencers.

Pero de ahí a decir que estamos ante un cambio de tendencia queda mucho; tanto para ellas como para ellos. Las exigencias sociales ante unos y otros siguen siendo las mismas desde una perspectiva evolucionada. A fin de cuentas, ellas y sus seguidoras siguen queriendo ser guapas y delgadas como una prolongación del statu quo establecido. Y ellos seguirán siendo simpáticos para cuajar en otro tipo de público. Pese a la tecnología y las redes sociales, las cosas nunca cambian.

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