C. VanHook (vanhookc)

Producto de un fracaso, en la Ciudad de México del 2012 nacieron las Fuck Up Nights, noches de compartir historias de sinceridad sobre los errores cometidos en el camino del emprendimiento. Desde entonces, su fundadora, Leticia Gasca y la comunidad han intentado llegar al corazón del fracaso y conocer los factores detrás de este, así nació el brazo de investigación de las Fuck Up Nights: el Instituto del Fracaso.

La última pregunta que el Instituto del Fracaso ha intentado responder es "¿por qué fracasan las startups sociales en México?", las cuales tienen una esperanza de vida de 3 años y unas pocas (16.5%) sobreviven los cuatro años.

Pese a que el Instituto del Fracaso ha conducido exitosas investigaciones como Por qué fracasan las empresas en México y en Colombia, hablar del fracaso en las empresas sociales fue mucho más difícil, según Leticia Gasca, cofundadora de las Fuck Up Nights y directora del Instituto del Fracaso: “Hablar del fracaso de empresas sociales es más complicado. Cuando una empresa social fracasa no sólo le fallas a tus inversionistas y a tus empleados, también a la población que ibas a ayudar en primer lugar”.

Aun así, lo lograron. La organización encontró los tres factores principales que han hecho fracasar a las startups sociales: la falta de recursos e infraestructura dentro de las empresas, la falta de una figura legal especial para las empresas de este tipo y los conflictos en el consejo de administración.

“En una startup social hay más cosas en juego que en una startup tradicional donde es claro que hay que maximizar los recursos, pero en las empresas sociales puede haber conflicto entre hacer eso o maximizar los impactos sociales”, dijo Lety Gasca.

El marco legal existente también recibió duras críticas. Emprendedores, autoridades de Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) e inversionistas han pedido incorporar una nueva figura legal para las empresas sociales, similar al modelo de las B Corporations de Estados Unidos, las cuales son a la vez entidades legales y una certificación que cumple ciertos lineamientos. Contar con una figura legal así facilitaría los estímulos fiscales y, al ser empresas que atacan algún problema social, podrían tener un trato diferenciado en materia legal y de permisos.

“Sería una figura híbrida que ayude a los fondos a invertir en capital social para hacer más ágiles los procesos y llegar a los emprendedores”, informó el abogado Arturo Pérez Estrada. “Creo que se necesita un proceso de identificar, homogenizar y evangelizar a los políticos sobre los emprendimientos sociales”.

Otras causas del fracaso son el perfil inseguro del emprendedor, descuidos en el producto o servicio, problemas en la gestión y administración de los proyectos, la poca atención que se le tiene al cliente o usuarios y la falta de capacidad para reclutar voluntarios motivados.

Contrario a lo que se cree, la presencia de los donativos y del Gobierno es menor en este tipo de empresas. La investigación arrojó que solo 21% de los emprendimientos entró a una incubadora o algún programa de aceleración y un 22% recibió financiamiento de un programa de Gobierno.

Como suele suceder, entre más respuestas encuentras más preguntas surgen. Las próximas aventuras del Instituto del Fracaso serán intentar encontrar las causas de fracaso de los emprendimientos de mujeres en situación de vulnerabilidad, en las industrias creativas y, su proyecto más ambicioso, encontrar las causas globales del fracaso con un Índice Mundial del Fracaso.

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