El primer Splatoon, estrenado en 2015, fue una grata sorpresa. No solo sorprendía que Nintendo se introdujera en el mundo de los títulos cuyo núcleo era la modalidad competitiva online si no que, sobre todo, la compañía estaba trajando en un shooter de enfoque relativamente convencional.

Y en ese “relativamente” es donde Splatoon brilló. La idea básica, claro, era disparar pero, más allá, estaba la importancia de cubrir el escenario de pintura, aportando una capa más de profundidad y, sobre todo, ofreciendo una experiencia sumamente fresca y dinámica. Desde lo visual hasta lo sonoro pasando por lo jugable, Splatoon era y es un shooter que se siente único y original.

El problema que sufrió el título, como ha ocurrido con otros videojuegos o plataformas de Nintendo, no fue otro que el de la falta alarmante de contenido: a nivel de escenarios, modos y armas era realmente pobre y, además, se dejó en el tintero opciones tan básicas como la de poder charlar con tus compañeros o formar grupos de amigos en tus partidas. Con todo, tras un arranque renqueante, y a golpe de actualización gratuita, Splatoon se convirtió en uno de los mejores juegos y mayores éxitos de Wii U.

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Por ello, y por convertirse rápidamente en un pilar de la Nintendo actual, ver una secuela en Switch, su nueva plataforma, es algo lógico y suena a apuesta segura. Pero, tras probar Splatoon 2 durante cuatro horas en su Global Testfire (una fase beta idéntica a la del primer título), ¿qué tanto ha mejorado, crecido y cambiado la marca en su salto a Nintendo Switch?

Yendo al grano, es justo decir desde ya que menos de lo que cualquiera cabría esperar. Splatoon 2 no se siente en modo alguno como una secuela propiamente dicha, con entidad propia e independiente a la primera entrega. Es un juego tremendamente divertido que nos mantiene pegados al mando partida tras partida pero, en estas primeras horas, las sensaciones son las de estar ante una versión maquillada del juego que todos conocemos.

Llegan pequeños cambios que mejoran la experiencia cómo poder ver de un simple vistazo qué armas llevan nuestros compañeros y rivales o saber cuánta tinta necesitamos para tirar nuestra arma arrojadiza (seguimos, de momento, sin la opción de cambiar de arma en plena partida) y, claro, nos encontramos con nuevas armas y habilidades especiales: en las cuatro configuraciones predefinidas entre las que podíamos elegir se encontraban las armas duales, el jetpack y el lanzamisiles.

Las primeras, funcionando de forma semejante a cualquier lanzatintas estándar, permiten encadenar hasta dos volteretas mientras disparamos mientras que el resto, dentro de las habilidades especiales que se recargan mediante jugamos, nos permiten propulsarnos y disparar grandes cantidades de pintura y fijar enemigos y enviar misiles dirigidos respectivamente. Adiciones interesantes, sin duda.

En cuanto a los mapas, los dos que se pudieron probar en la prueba fueron Gimnasio Mejillón y Barrio Congrio. Sin duda, los distintos escenarios fueron uno de los puntos más positivos del primer Splatoon y aquí, al menos en un primer contacto, no se antoja un diseño tan orgánico y disfrutable; a nivel artístico son relativamente semejantes a lo visto en la entrega anterior y consiguen entrar por los ojos pero cuentan con pequeñas incomodidades como las pocas paredes que pueden ser escaladas o lo difícil que puede resultar alcanzar la zona inicial del enemigo.

Más allá, cubriendo el resto de aspectos, los temas musicales que pudimos escuchar eran pegadizos pero quedaban muy lejos de la tremenda personalidad musical de la primera entrega y, en lo técnico, el juego cumple sin alardes, siendo sumamente parecido a lo visto en la entrega publicada hace ya dos años. Sorprende, eso sí, verlo corriendo en el modo portátil de Switch. Como posible dato adicional, una hora de juego a Splatoon 2 con los ajustes de brillo y sonido a la mitad consume alrededor de un 30% de su batería, cifra cercana a lo visto en Breath of the Wild.

Terminé este Global Testfire esperando que Nintendo esté a la altura y Splatoon 2 incluya, de lanzamiento, el mismo o más contenido que ya tiene la primera entrega (no habría problema, incluso, en que muchos de los grandes escenarios se repitieran aquí). Si no es así, será muy fácil que esta secuela se sienta inferior, en cierto modo, al juego original. Lo bueno, faltaría más, es que la esencia sigue estando ahí, funcionando a la perfección y divirtiendo mucho.

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