En los últimos años, las filtraciones previas a las presentaciones de Apple se han disparado, tanto en cantidad como en concreción y porcentaje de acierto. Salvo en los casos de lanzamientos que todavía no estaban en la cadena de producción (iPad original, Apple Watch, AirPods), en cuyos casos no conocíamos ni su factor de forma, hemos podido ver con todo lujo de detalles los últimos iPhone, iPad y MacBook. Una vez comienza la fabricación en China es muy difícil controlar esas filtraciones con tantos eslabones en la cadena.

Pero definitivamente hay algo en lo que está trabajando Apple de lo que no tenemos ni idea a día de hoy. Algo realmente grande. No una iteración del iPhone, no un Watch más completo. Algo grande de verdad. Los departamentos de I+D de las tecnológicas son el equivalente a un parque de atracciones para el nerd promedio, lleno de prototipos de toda índole de los que muy pocos ven finalmente la luz. Un ejemplo es el que mencionó Jony Ive durante una entrevista sobre los iPhone 6 y 6 Plus: Apple llevaba años, incluso antes del iPhone 5 (el primero que aumentó las 3,5" del original) modelando maquetas funcionales con veinte tamaños entre las 4 y las 6 pulgadas. Es decir, cada 0,1 pulgadas.

En los últimos años, Apple ha invertido una cantidad sin precedentes en I+D, porcentualmente más o menos la misma respecto a sus ingresos. Desde 2011 ha invertido más de 30.000 millones de dólares, y solo en 2017 serán otros 12.000 millones más. En 2016 la cifra ya superó los 10.000 millones. Desde 2011, el único lanzamiento de una nueva línea de producto fue el Apple Watch y, si acaso, los AirPods, pero no parece que ninguno de ellos haya podido acaparar tantos recursos. Además, tras el Watch se ha seguido invirtiendo mucho mucho dinero en I+D, lo que da pie a pensar que Apple, más allá de prototipos y pruebas de incursión en nuevos frentes, está enfrentándose a algo que requiere de una inversión muy fuerte.

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En 2016 se especuló con la posibilidad de que Apple estuviese desarrollando un coche eléctrico o un coche autónomo. Los reportes de la prensa estadounidense se unieron a hechos sugerentes, como el regreso de Bob Mansfield a la empresa, así como algunas adquisiciones de startups sobre movilidad y tecnología. Luego, esta posibilidad de difuminó frente a la que sugería que la incursión de Apple en los coches tendría lugar a través del software, de una plataforma más que del desarrollo de un coche propio. Teoría bastante aceptable teniendo en cuenta que Apple nunca ha construido nada parecido un coche ni a nada relacionado con el transporte, y que cuatro años y medio después, su servicio de mapas sigue siendo cuestionable frente a Google Maps. También se ha hablado de que Apple se saltaría al coche eléctrico "tradicional" e iría directamente a por un coche autónomo, lo cual entronca bien en el ADN de Apple y le da muchísima más libertad a la hora de diseñar un coche y prescindir de elementos que hoy parecen canónicos.

Este año las teorías sobre lo próximo de Apple giran en torno a la realidad virtual y sobre todo la realidad aumentada, ya que Tim Cook habló de ella en una entrevista de The Independent:

"La realidad aumentada puede ser algo tan grande como el iPhone".

Anteriormente hizo lo propio en BuzzFeed. A esas declaraciones solo les faltaba que un periodista especializado en cubrir a Apple, con buenas fuentes y un historial de filtraciones infalible hablase sobre el tema. Alguien como... ¡bingo! Mark Gurman, de Bloomberg, que ha abierto la lata.

La realidad aumentada que viene

Según Gurman, hay en Apple un extenso equipo de ingenieros trabajando en un proyecto sobre ella. Llegaría primero a través del iPhone en 2018. Bastaría hacer una fotografía con él para identificar lugares, objetos, sujetos, e interactuar de varias formas con todos ellos. La idea base es añadir componentes a la realidad, más que jugar en un mundo paralelo que opaque al real.

Posteriormente, la realidad aumentada tendría sus propias gafas, y por ello, su propia plataforma. Ahora mismo es difícil predecir cómo serán unas gafas de Apple, pero es más fácil anticipar cómo no serán: cualquier par de lentes que no parezca un par de gafas normal y corriente, o al menos sea lo suficientemente discreto. Pensemos en las diferencias entre el Gear S, uno de los primeros relojes de Samsung, y el Apple Watch.

Quizás una diferencia de ese estilo podríamos ver entre las Google Glass y las gafas que presente Apple: más discretas y livianas. En este punto, el de añadir elementos virtuales que se acoplen o deformen el mundo real a nuestros ojos, Apple lanzó hace unos días un anuncio sobre los stickers de iMessage que bien puede interpretarse como un anticipo de lo que puede venir según el reporte de Gurman.

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