En este momento, existen de 15.000 a 20.000 armas nucleares en la Tierra cientos de veces más potentes que las utilizadas en las explosiones nucleares de Nagasaki e Hiroshima en 1945. Más del 20% están en alerta máxima, lo que supone que pueden ser disparadas en menos de 15 minutos a través de misiles en mar y tierra.

De hecho, estamos a dos minutos y medio del fin de la humanidad, según el Reloj del día final. La última vez que estuvimos tan cerca del final fue en 1953, después de que Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) empezarán a experimentar con bombas de hidrógeno.

Quien diría que hace 26 años que finalizó la Guerra Fría y, con ella, el peligro nuclear que enfrentaba a las dos potencias y a los dos bloques que representaban: el capitalismo y el comunismo.

Durante la década de los años 60, Estados Unidos perseguía y encarcelaba a comunistas, mientras la URSS se jactaba de su superioridad nuclear. Las amenazas eran constantes, y el mundo volvió a estar en vilo por el temor a una nueva guerra.

Sin embargo, en América Latina el conflicto parecía lejano. Su distancia tanto política como física con la Guerra Fría les hizo creer que eran inmunes a las posibles consecuencias del conflicto y a las amenazantes armas nucleares.

Hasta que Cuba entró en la historia. La crisis de los misiles, considerado el momento más tenso de la Guerra Fría, implicó un casi enfrentamiento nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el cual acabó con un acuerdo entre ambas naciones para desmilitarizar Cuba.

Sin embargo, la tensión vivida aquellos días de octubre de 1962 fue suficiente para que América Latina se diera cuenta de que no era inmune al conflicto y decidiera evitar la posibilidad de otro parecido en el territorio.

Jorge López, oficial de investigación del Organismo para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (OPANAL) explicó para Hipertextual:

Con la crisis de los misiles nos dimos cuenta de que no estábamos exentos de la confrontación de las dos potencias. Antes creíamos que América Latina estába distante del problema. Fue el momento en el que estuvimos más cerca de la guerra nuclear, en el que nos dimos cuenta que teníamos que actuar.

Así, nació el Tratado de Tlatelolco, el acuerdo que llevaría a América Latina a convertirse en una Zona Libre de Armas Nuclear (ZLAN). El también llamado Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe nació del temor de algunos países latinos por el conflicto durante la Guerra Fría y las amenazas nucleares.

Esta semana se cumplen 50 años de las reuniones entre los presidentes de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México para emitir una Declaración Conjunta que iniciaría las reuniones en 1964 y concluiría con la firma del tratado en 1967.

El acuerdo prohibió el desarrollo, producción, posesión, transferencia y empleo de todo tipo de armas nucleares y "se convirtió en el primer instrumento jurídico internacional que prohibió la existencia de armas nucleares en un área especifica del planeta", sostiene Jorge López.

Cedida por OPANAL

El tratado se hizo en un ejemplo de diplomacia, y México fue su líder. El país fue el responsable de iniciar el proceso, a cargo del presidente mexicano de 1958 a 1964, Adolfo López Mateos, y del embajador Alonso García Robles, presidente de la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización; descrito como el padre del tratado. La labor diplomática le valió a García Robles el Premio Nobel de la Paz en 1982.

La relevancia del acuerdo no se basa solamente en la prohibición de armas nucleares desde el Río Bravo hasta la Patagonia, también sirvió para crear conciencia en otros países, quienes replicaron las bases del Tratado de Tlatelolco.

[El acuerdo] sirvió para darnos cuenta de que podemos lograr un sistema de seguridad que nos beneficie a todos sin el instrumento de destrucción masiva.

El oficial de investigación de la OPANAL enumera durante la entrevista con Hipertextual los diferentes tratados que se han firmado hasta el momento en diferentes partes del mundo, y que han servido como complemento al llevado a cabo en la capital mexicana en 1967.

El Tratado de Rarotonga en el Pacífico Sur, el de Pelindaba en África o el de Asia Central firmado en 2006 son algunos ejemplos de establecimiento de zonas libres de armas nucleares.

La OPANAL es el organismo encargado de verificar que los 33 países que conforman y que ratificaron el Tratado de Tlatelolco cumplen con las condiciones del acuerdo. Sin embargo, la organización intergubernamental también lleva a cabo una tarea de sensibilización a nivel mundial para que se lleve a cabo "el desarme nuclear en todas las naciones del mundo, proponer alternativas y hacer que la sociedad civil se implique", subraya Jorge López.

El objetivo principal de este tipo de organizaciones no es solamente conseguir que se mantenga el desarme en los países que ya cuentan con un tratado, sino acabar con todas las armas nucleares que existen en la actualidad.

El International Physicians for the Prevention War (IPPNW) fue fundado en 1980 por los cardiólogos Bernard Lown (de la universidad de Harvard) y Eugene Chazov (director del Instituto Cardiológico de Moscú). Su intención consiste en "alertar sobre este peligro y hacer todo lo posible para eliminar estos instrumentos genocidas del planeta, de la misma manera en que ya han sido eliminadas armas menos letales como las químicas y las biológicas", expone Jans Fromow Guerra, consejero Internacional de IPPNW en México.

El mexicano resalta para Hipertextual que de no haberse firmado el acuerdo de Tlatelolco, el mundo correría un mayor peligro de ataque nuclear.

El expansionismo de zonas estratégicas para la colocación de armas nucleares no se hubiera desarrollado y hoy tendríamos varios puntos continentales con misiles capaces de lanzar armas nucleares.
Cedida por OPANAL

A pesar de los avances obtenidos en la desnuclearización en los últimos años, iniciativas como las de IPPNW quieren obtener un compromiso y una fecha para la abolición de las armas nucleares. Además de su participación en foros internacionales, la labor de este tipo de organismos consiste también en la realización de estudios que logren sensibilizar a las sociedad.

El IPPNW junto con diferentes ambientalistas han llevado a cabo modelos científicos de supuestas de guerras nucleares limitadas, alrededor de 50 bombas, para informar acerca de sus posibles consecuencias. "Solo eso [las 50 bombas] es suficiente para alterar los periodos de cosecha y generar hambrunas que cobrarían miles de millones de vidas", concluye Fromow Guerra.

Este mes de febrero el Tratado de Tlatelolco cumple 50 años y, con él, América Latina recoge los resultados de las negociaciones realizadas en la década de los años 60. Estados Unidos y la Unión Soviética ya no se amenazan mutuamente con ataques nucleares, y las armas de destrucción masiva no son una preocupación diaria para el mundo. En este 2017, las organizaciones comprometidas con el desarme esperan que, medio siglo después de la firma del Tratado de Tlatelolco, la sociedad vuelva a ser consciente del peligro diario que corre la humanidad si las armas nucleares no son eliminadas por completo.

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