Tras el CES de Las Vegas de 2017, una de las preguntas que quedaban en el aire fue cuál era el destino de los televisores curvados de Samsung. Su modelo estrella para este año, el espectacular Q9, solo cuenta con la versión flat, plana. En gamas algo inferiores, como las Q7 o las Q8, sí existe opción curva, pero definitivamente algo falla en el imaginario colectivo del mundo tecnológico cuando la curvatura, omnipresente y con sus bondades repetidas hasta la saciedad durante el último lustro por parte de los surcoreanos, simplemente no está. Esto mismo se lo cuestionaron en Gizmodo hablando del escaso cariño recibido por la curva por parte de los fabricantes.
Hemos podido hablar con un portavoz de la compañía en el marco del Samsung European Forum celebrado en Barcelona, y nos ha dado algunas claves sobre este movimiento. Básicamente, renunciar a la curva en los modelos de más alta gama es una mera cuestión de marketing: en gamas punteras, de las que cuestan mucho mucho dinero (no, más dinero), se antepone el modelo plano.
No lo deciden personas como usted, querido lector, ni como yo, quien redacta estas líneas. Es una cuestión limitada a quien se gasta 5.000, 6.000, 8.000 dólares en adelante en un televisor. Desgraciadamente, ni este redactor se encuentra entre ellos, ni seguramente y por criterios estadísticos, usted, lector.
Para los mortales, sigue habiendo curva. De hecho, la nueva gama (o series) Q de los televisores Samsung queda configurada así:
- Modelos Full HD: M5500 planos (entre 32 y 55 pulgadas) y M6300 curvos (49 y 55 pulgadas).
- Modelos UHD. MU6100, MU6200, MU6400, MU6500, entre 40 y 75 pulgadas, todos con modalidades planas y curvas.
- Modelos UHD premium. MU7000 y MU8000 planos (entre 49 y 82 pulgadas), MU9000 curvos (entre 49 y 65 pulgadas).
- Modelos QLED. Q9 plano (65 y 88 pulgadas), Q8 curvo (55, 65 y 75 pulgadas), y Q7 tanto curvo como plano (entre 49 y 75 pulgadas planos, y entre 49 y 65 pulgadas curvos).
La Gente Normal™ seguiremos pudiendo optar a televisores curvos.