La Casa Blanca se pinta de naranja en esta ocasión (AP Photo/LM Otero)

Se podría decir que es hacer leña del árbol caído, pero en esto de las empresas el que no corre, vuela. Hay miles de refranes para la paradoja que ha supuesto el pequeño fallo de Uber en Estados Unidos y que ha servido de trampolín para su competencia directa en muchos de los países en los que opera. El desliz de unos puede suponer el éxito para otros; y aunque suene duro, la irrupción de Trump en la Casa Blanca, ha tenido ciertos matices positivos para algunos.

Todo empezaba cuando el nuevo Presidente de los Estados Unidos firmaba el tratado que impedía la entrada de inmigrantes al país. Teniendo en cuenta que es una región que se nutre de los grandes intelectos de medio mundo y que sus mayores empresas cuentan con una proporción de plantilla extranjera como en ningún otro país, la polémica estaba servida. Empresas como Google, Starbucks y la española Cabify se posicionaron inmediatamente en contra de esta decisión.

En un movimiento que no se veía desde hacía mucho tiempo, los taxistas de la ciudad que nunca duerme se unían en una huelga que, por una vez, no iba en contra de Uber. Con un porcentaje de empleados inmigrantes que roza casi el 100%, el sector del taxi se posicionó en contra y paró su servicio durante unas horas. Uber, multinacional donde las haya, vio la oportunidad y bajó los precios de su servicio durante la huelga. Ya fuese de forma deliberada o por efecto de la tarifa dinámica que gestiona el algoritmo de la compañía, lo cierto es que este movimiento no gustó a muchos de sus fieles seguidores. Se sucedieron entonces las peticiones bajo el hastag #Deleteuber para solicitar a los usuarios que se diesen de baja en el servicio de la compañía de Kalanick; el cual, en un intento de remediar lo sucedido a posteriori, se sacó de la manga varias estrategias para ayudar a sus asociados afectados por la decisión de Trump.

Si bien es cierto que cada empresa es libre de hacer lo que quiera y considere bueno para su negocio, hay que tener en cuenta que en el mundo en el que nos movemos la opinión pública ejerce una fuerza descomunal sobre las decisiones de las compañías. Y aunque se intentó remediar el tema, en el cual seguramente no se detuvieron a pensar en pos de no parar un servicio necesario, ya era tarde, muy tarde. La fuerza de las redes sociales estalló y el mundo se le vino encima a Uber. Los usuarios empezaron a emigrar y a salir de la aplicación.

En cualquier caso, hay que partir de la base con todo esto de que, por norma general, el usuario tiene poca memoria. Es decir, puede que no esté de acuerdo con el proceder de la compañía, pero la utilidad se posiciona por encima de todo. Y los que salieron corriendo, lo más seguro es que tarde o temprano vuelvan. No es, ni por asomo, el fin de Uber.

La alegría de Lyft, entre otros

Mientras Uber lame sus heridas y el público olvida la afrenta, algunos ya han sacado partido del desliz de la competencia. En España, y por extensión Latinoamérica, muchos usuarios se han pasado al taxi tradicional o a Cabify. Bien por ellos, especialmente por las compañías que utilizan app para gestionar sus servicios puesto que lo usuarios, cuando emigran, buscan lo más similar del mercado.

Fuente: Techcrunch

En la Gran Manzana, por su parte, la eterna segundona ha pasado a copar las listas de descargas en Estados Unidos superando casi por primera vez en su historia al imbatible Uber. Lyft esta entre las diez aplicaciones más descargadas de las apps stores. El segundo puesto de esta compañía les ha hecho pasar desapercibidos de la atención pública y, aunque ni de lejos puede batir las cifras de Kalanick, es cierto que la decisión de Trump le ha venido como caída del cielo. En masa, y gracias a las voces de Twitter, cientos de usuarios salieron de Uber y anunciaban su aterrizaje en Lyft; una campaña de marketing gratuita pero efectiva para la empresa.

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