La obra imposible de Fumito Ueda llega a PlayStation 4 después de innumerables retrasos. Ahora, con el título en su debut, podemos decir sin género de dudas, que la espera ha merecido la pena. Y, al igual que ICO o Shadow of the Colossus, ya se ha guardado un trocito de nuestro corazón de jugador.Diez años y tantos rumores como desesperaciones de los jugadores han tenido que pasar para hacer realidad estas líneas. Diez años en los que el Team ICO, con Fumito Ueda a la cabeza, y tras el éxito de ICO y Shadow of the Colossus, han vuelto de replantear conceptos con una obra que, desde luego, no es para 2016. Y en esto reside parte de su éxito, o al menos, es una de las bazas que nos ha cautivado.

No podemos decir que llega tarde, puesto que precisamente, The Last Guardian vuelve a traer a la nueva generación conceptos clásicos que ya pensábamos olvidados. Es todo tan conocido, en la narrativa, que supone un soplo de aire fresco brutal al encasillamiento de la forma de contar historias en los triple A que llevábamos arrastrando desde el lanzamiento de PlayStation 4.

The Last Guardian es un viaje. Un viaje de autoconocimiento. De amistad y pérdida. De exploración y descubrimiento. De desconocidos conocidos. Un viaje maravilloso que nos recuerda a esas épocas doradas del videojuego clásico en los que importaba tanto lo que nos contaban como la forma en lo hacían. Es la vuelta al clásico, a generar sensaciones en el jugador por encima de cualquier otra cosa.

Por todo ello, la forma en la que se desarrolla la historia en The Last Guardian tiene mucho que ver en lo que vamos experimentando nosotros como jugador. En la narrativa a través del control, las expresiones y las imágenes. Porque en The Last Guardian todo cuenta algo y nada es al azar.

El juego de Fumito Ueda, sin quitar mérito al resto del equipo, es una alegoría de libertad y amistad. Y es precisamente por eso por lo que es tan importante que haya llegado ahora, justo cuando más parecemos necesitarlo.tlg

Fumito, y al igual que el resto de juegos de Team ICO, juega a contar historias a través de la jugabilidad, contando lo justo y necesario para poner el marcha la imaginación del jugador. Aquí tenemos una suerte de narrador (del que obviaré decir nada más para no desvelar parte de la trama) que va dándonos pinceladas de lo que está pasando, pero al igual que el resto de los títulos del director japonés, lo interesante, como si de un libro se tratase, es que sea el jugador el que una la conexiones de ese mundo fantástico en su mente.

Como decía al principio, The Last Guardian es un viaje hacia delante, hacia la libertad. El juego nos pone, tomando el control del chico, en el centro de unas ruinas, una suerte de prisión, junto con una bestia come hombres, Trico. No sabemos cómo hemos llegado allí, y tampoco cómo vamos a salir. Será, de la mano del amigo más improbable de todos, de una bestia come hombres, con quién emprenderemos el camino hacia esa libertad. Un camino que empezará en la necesidad mutua hasta la amistad más que verdadera entre la bestia y el chico. Entre el juego y nosotros, los jugadores.

Esto es especialmente relevante en los primeros momento del juego. El control es arcaico (muy japonés y una configuración de controles totalmente diferente a lo que el público general está acostumbrado en occidente). Nuestra relación con Trico es, al principio, extremadamente confusa: no hace caso, y su inteligencia artificial le hace comportarse como un animal desconfiado. Es una de las maravillas del juego: ver cómo de forma dinámica esta relación va afianzándose y nuestra forma de jugar va cambiando, convirtiendo a Trico en el pilar de nuestra forma de resolver los puzzles para seguir avanzando.

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Porque la historia está estructurada para que nosotros, como jugador, vayamos creciendo conforme crece la relación entre Trico y el chico. Y es un pilar fundamental en la narrativa. Tiene momentos iniciales desesperantes y muy desafiantes, como la relación inicial con cualquier animal real, pero termina siendo tremendamente reconfortante. Hay un punto muy importante en el desarrollo de personaje de Trico: es animal, se cansa, y en más de una ocasión se ha echado a dormir en mitad de un puzzle, dejándote un poco perdido, pero con la boca abierta cada vez.

Trico, también siente miedo. Una suerte de jeroglíficos con forma de ojo repartidos por la prisión le impiden avanzar, marcando el inicio de un nuevo puzzle. Un espejo en forma de escudo permite poner en marcha su poder. Su preocupación por nosotros le hace tomar riesgos, pelear, salvarnos de una horda de enemigos saltando al vacio. Es un personaje que cuenta muchísimo sin decir una sola palabra, y que tiene un desarrollo brutal en el juego.

Hablemos de jugabilidad: aquí no hay indicaciones, solo intuición. Nosotros como jugador tendremos que descubrir el camino, aunque cuando nos veamos atascado, Trico dará algunas pistas a través de su comportamiento: señalará zonas en cuestión, hará ruidos o simplemente mirará al lugar. Tiene algunos puzzles iniciales que, por la poca simbiosis momentánea entre ambos, se hacen un poco complicados pero, en términos generales, la mayor dificultad, quitando puzzles puntuales, lo hemos tenido con el control.

Es una cuestión personal, supongo, pero el esquema de controles, hasta que realmente te acostumbras (y pasa un tiempo) complica el juego más de lo necesario, pero es un pero fácilmente salvable. Por otro lado, sí que he encontrado una variedad de puzzles por debajo de lo esperado. El esquema que sigue The Las Guardian es el siguiente: nueva zona, nuevos puzzles, avanzamos, mini cinemática (contadas), y vuelta a empezar. En medio, algunas pinceladas de narración y la imaginación del jugador haciendo el resto.

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La forma de resolver los puzzles es nueva cada vez, realmente plantean un desafío cuando Trico juega un papel fundamental, y su resolución es extremadamente placentera, pero para el jugador menos acostumbrado puede encontrar en el primer tercio del juego un barrera complicada si no acaba de conectar con la historia.

Gran parte del mundo que muestra The Last Guardian es un mundo vacío, sin vida. Un eco de algo que realmente fue, un sitio espectacular. La magia de Fumito ha sido convertir ese desolado mundo en ruinas en un espectáculo para la vista. Los paisajes (todos) son preciosos, y están trabajado con mucho mimo, al igual que la música que acompaña al juego.

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Aunque en general es una obra increíblemente trabajada, con momento épicos y emotivos, hay algunas cuestiones que entorpecen el juego. Nos hemos encontrado en bastantes ocasiones con caídas brutales del framerate, sobre todo en espacios exteriores. Algo importante a tener en cuenta, puesto que lo hemos jugado con una PS4 Pro, tanto sin como con HDR, y el resultado es que en espacios con mucha vegetación, por ejemplo, o con muchos elementos e iluminaciones, la tasa de FPS cae hasta niveles ridículos, afectando a la jugabilidad, como saltar o girar la cámara, por ejemplo.

Por suerte son momentos puntuales y fácilmente salvables con un parche que mejore el rendimiento del juego, pero sí que es algo representativo teniendo en cuenta que no es un juego que gráficamente deje con la boca abierta, puesto que The Last Guardian juega con los colores, la ambientación, la música y los decorados más que con grandes ambiciones en texturas y resolución.

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Conclusión

Sea como sea, The Last Guardian es un título sobresaliente que sabe contar historias con la jugabilidad para desatar sentimientos y emociones en el jugador. La marca de la casa sigue intacta en su último título, que es uno de los mejores de Team ICO. La puesta en escena, el mimo con el que está cuidado cada detalle del juego y su peculiar narrativa suponen un soplo de aire fresco (pese a ser algo ya conocido) a este 2016 repleto de juegos de aventuras genéricos y FPS en primera persona.

Los únicos peros que podemos sacarle a The Last Guardian son las caídas brutales de rendimiento fácilmente subsanables y la sistema de control del juego, pero por lo demás, y quitando algunas dinámicas repetitivas, es uno de los mejores títulos que han llegado a la sobremesa de Sony en los últimos años, y que desde luego cada cual tiene que descubrir por sí mismo.

Ha merecido la pena la espera. Sin duda alguna.

Pros

  • Su forma (marca de la casa) de combinar la narrativa con la jugabilidad.
  • Banda sonora, ambientación y puesta en escena.
  • Las sensaciones que transmite.
  • Evolución de los personajes y escenario a lo largo de la historia.
  • La personalidad y IA de Trico.

Contras

  • El mundo pese estar muy trabajado, da sensación de vacío por encima de lo que necesita el juego.
  • El sistema de control es algo pobre para los tiempos que corren.
  • Caídas en el rendimiento del juego en exteriores y zonas con muchas iluminaciones, incluso en PS4 Pro.

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