Teniendo en cuenta los más y los menos que se ha encontrado Uber a su paso por Europa y sus diferentes países, mucho ha tardado la directiva de Uber, la original, en reunirse con los altos mandatarios de la Unión Europea. O, mejor dicho, con muy poca regularidad se citan para hablar del futuro de la relación entre el gigante estadounidense y el europeo. Pero precisamente hoy, casi un año después de su último encuentro, el consejero delegado de Uber, Travis Kalanick, y el comisario europeo de Mercado Único Digital, Andrus Ansip tendrán un encuentro.

Una cita de la cual no ha trascendido ningún dato y de la que no se sabe si acabada la reunión se podrán conocer cuáles han sido los temas sobre la mesa. Ninguna de las partes ha emitido anuncio alguno. Ya en su reunión del pasado año se hablo de los 50.000 puestos de trabajo que Uber tenía previsto crear dentro del territorio europeo; y nada le gusta más a un delegado europeo que le hablen de más empleo. Hasta la fecha no se sabe cuántos de ellos son reales y cuáles están aún por lograr, puesto que la californiana guarda sus cifras como su más preciado tesoro.

También se abordó la compleja cuestión de la regulación: única para cada país pero paradójicamente común a la Unión Europea. Y es de esperar que el tema estrella para la multinacional vuelva a salir, sobre todo teniendo en cuenta el alegato que emitió la propia Comisión hace unos meses, concretamente en junio. La nueva agenda digital de la Comisión anunciaba que limitar los nuevos modelos de negocio a base de prohibición debería ser la última solución si se quiere armonizar la convivencia entre los nuevos y los viejos sistemas.

Y, por supuesto, desde que el anuncio a principios de julio se hiciese efectivo, el gremio de los taxistas siguió con su lucha personal. Tras varias reuniones entre las diferentes gremiales se acordó crear una app única para todos los taxistas que consiguiese hacerle frente a las de la competencia. ¿Su intención? Presentársela a la Comisión Europea, a la rama más conservadora, para ayudar a frenar el imparable avance de las filas de Uber. Porque hasta en Bruselas tienen el mismo problema que en la CNMC en España: una gran disparidad de opiniones que se debaten entre lo nuevo y lo viejo o entre las dos cuestiones.

En cualquier caso, y esto le es favorable al gremio taxista, las grandes instituciones políticas son lentas por naturaleza. Cualquier decisión a nivel Europeo, o en España, tiene mucho camino por delante. Pensemos que para la última ley de transporte se necesitaron casi dos legislaturas.

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