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Morbo, empatía, nostalgia, marketing. Son muchas las hipótesis que explican el éxito de Operación Triunfo. La primera edición de OT ha puesto el broche de oro al reencuentro con un concierto celebrado esta noche en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Durante el recital, David Bisbal y Chenoa han vuelto a cantar juntos sobre un escenario. La pareja más icónica de Operación Triunfo interpretaba Escondidos mientras el público en directo, y probablemente también en sus hogares, enloquecía. ¿Tiene sentido ese deseo de ver a Bisbal y Chenoa reunidos otra vez? ¿Por qué queríamos escucharles cantar de nuevo Escondidos?

En el último documental sobre OT1, Nina, la cantante que dirigió la Academia, afirmaba que el programa había sido un auténtico "fenómeno social". Dieciséis concursantes desconocidos, seleccionados entre más de 5.000 personas, alcanzaron la fama después de diecisiete galas, incluyendo la final y el especial Disney. Durante la undécima, Bisbal y Chenoa demostraron una química contagiosa al cantar juntos Escondidos. Su interpretación hizo que los rumores sobre una posible relación sentimental corrieran como la pólvora. Los gestos y miradas del dúo artístico levantaron las sospechas de que pudieran ser pareja.

Un éxito sin precedentes

A diferencia de otros programas de telerrealidad, como Gran Hermano, Operación Triunfo ofrecía un género viejo –los concursos– empaquetado en un nuevo formato que utilizaba un modelo tan simple como exitoso. El relato de OT1 no era otro que la "gesta" musical: los jóvenes debían trabajar duro y esforzarse para alcanzar la final y lograr ganar el premio, representar a España en Eurovisión. OT1 logró cristalizar el "sueño español" a través de las cámaras de RTVE; la acción heroica de los participantes, reales como la vida misma, transformó el modelo narrativo en un éxito sin precedentes.

La media de las galas, según el Huffington Post, fue de 6.895.000 de espectadores (un 44,2% de cuota de pantalla). La evolución también fue asombrosa: la primera gala reunió a más de 2,7 millones de personas (22,1%), mientras que la final alcanzó los 12,8 millones de espectadores (68% de share). La participación de Rosa y del resto de triunfitos en Eurovisión, cantando "Europe's living a celebration", fue uno de los momentos más vistos de la historia de Televisión Española. Consiguió un 85,2% de cuota de audiencia, situándose como el único programa no deportivo entre las diez emisiones más vistas desde que existen cadenas de televisión privadas.

Gran parte de la culpa del éxito de Operación Triunfo la tuvieron precisamente los concursantes. La naturalidad y espontaneidad de los Bisbal, Chenoa, Busta, Rosa y compañía hicieron que muchos adolescentes se identificaran con ellos. Uno de los momentos más recordados quizás sea aquel en el que David Bisbal y David Bustamante se pusieron a hacer un baile sexy y, al tiempo que se desabrochaban ligeramente los pantalones, se pudo ver la marca de los calzoncillos. Como recordaban en Vanity Fair, "no era el tipo de ropa interior que lleva alguien que genera millones de euros cada semana: ambos llevaban calzoncillos de marca Unno, como cualquier chaval español de su edad que no está preparado para enseñarla".

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Esa sencillez fue otro de los éxitos de OT1. Y precisamente esa ingeniudad, reflejada a diario por las cámaras de televisión, fue la semilla de la que brotó la relación que Bisbal y Chenoa mantuvieron. Una historia sentimental que los responsables del programa no tardaron en aprovechar, después de que ambos rompieran con sus respectivas parejas y el romance fuese público. El tonteo, las risas y los abrazos que podían verse en el reality, como si de un par de adolescentes se tratara, llegó a ser un bombazo mediático con la interpretación de Escondidos.

Y lo ha vuelto a ser en el reencuentro después de que hayan pasado quince años. Todas las miradas estaban puestas en ellos, a pesar de que cada uno haya rehecho su vida. La productora, sin duda, ha sabido aprovechar muy bien los cruces de declaraciones y acercamientos entre Bisbal y Chenoa, que han copado de nuevo las noticias y las redes sociales durante las últimas semanas. El último truco ha sido el setlist del concierto OT El Reencuentro, en el que la canción que los unió cierra la gala justo antes de "Europe's living a celebration" y "Mi música es tu voz". La nostalgia y el morbo, aderezados con una pizca de marketing, fueron y son ingredientes fundamentales en la exitosa fórmula del regreso de Operación Triunfo.

Personas normales convirtiéndose en excepcionales

Durante la presentación del reencuentro de OT1, Chenoa afirmó que los tres documentales eran una "ventana para demostrar que somos gente humana". Durante las emisiones los dieciséis triunfitos han demostrado ser un grupo de amigos que, con sus más y sus menos, resiste el paso de los años. El éxito, la derrota, el fracaso, los problemas psicológicos o las relaciones que mantuvieron forman parte de su historia. Pero quizás también de nuestra propia historia, porque aquellos jóvenes desconocidos se convirtieron de la noche a la mañana en ídolos de masas. La revolución de Operación Triunfo, que estalló mucho antes de la llegada masiva de internet y de las redes sociales, contó en la final con más de 400.000 SMS y casi un millón de llamadas para elegir a Rosa como ganadora y a Bisbal y Bustamante como finalistas.

Su cara, junto con la del resto de concursantes, se promocionó en agendas, carpetas e incluso caramelos oficiales. Arrasaron en la gira de conciertos posterior al concurso, llenado escenarios como el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid, el Palau Sant Jordi de Barcelona o el Estadio Olímpico de Sevilla. Fueron la imagen oficial durante dos temporadas de El Corte Inglés y de una campaña contra los incendios forestales del Ministerio de Medio Ambiente. Los discos de las galas semanales se vendían como la espuma, su participación fue tomada como ejemplo para elaborar una ley educativa e incluso se opusieron a la guerra de Irak. Tan jóvenes, tan espontáneos, tan famosos, tan cambiados. Su vida dio un giró de 180º, también la de aquella pareja que versionó la canción de Olga Tañón y Christian Castro. Pero, ¿por qué Bisbal y Chenoa fueron dos personajes tan cercanos hasta el punto de convertirse casi en una pareja de amigos a la que vemos por la televisión?

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Bisbal y Chenoa, durante los ensayos para el concierto del reencuentro de OT1.

En psicología, las relaciones parasociales son vinculaciones íntimas y unidireccionales que mantenemos con dos perfectos desconocidos como Chenoa y Bisbal. Los nexos con personas famosas, aunque podrían parecer un tanto demenciales, fueron descritos por los psicólogos Donald Horton y Richard Wohl en 1956 para denominar esa sensación de empatía hacia a alguien que no conocemos personalmente y que, de alguna forma, nos importa. Estas relaciones, que también explican la frustración y sorpresa causada por el divorcio entre Brad Pitt y Angelina Jolie, no dejan de ser sensaciones falsas. Una ilusión por la que seguimos con interés la evolución del romance entre Bisbal y Chenoa, nos apenamos de la cantante cuando compareció en chándal tras la ruptura y nos volvemos a emocionar ante cualquier mínimo gesto de acercamiento. De alguna forma, personas tan remotas y famosas como los intérpretes de Escondidos se perciben como si estuvieran dentro de nuestro círculo de amigos.

Esa irrealidad, tal y como la concibieron Horton y Wohl en su trabajo de 1956, no deja de ser una falsa interacción creada y alimentada por los medios de comunicación. Solo que en el caso de Bisbal y Chenoa contamos con un ingrediente más: pasaron de ser personas normales como nosotros, a las que seguíamos por televisión, a convertirse en un auténtico fenómeno social protagonista de un romance imborrable que terminó tres años después. Mantener estas interacciones parasociales tiene un lado desconocido: hay gente que lo llega a pasar muy mal cuando sus personas favoritos dejan de aparecer en televisión, ya que sus intervenciones les reconfortaban haciéndoles sentir menos solos, según un estudio.

La televisión, internet y las redes sociales han ayudado a alimentar el mito que nos hace creer que conocemos de verdad a los famosos, aunque todo sea mentira. Esta sensación ilusoria, que en casos extremos puede desembocar en obsesión, también varía según la edad. A medida que los jóvenes van separándose de sus padres durante la adolescencia pueden comenzar una relación parasocial con alguno de sus ídolos. Quizás eso fue lo que ocurrió con la magia de Operación Triunfo. Miles de aquellos individuos, hoy ya casi en la treintena, esperaban el regreso de la pareja que les admiró y sorprendió en su juventud, de una forma parecida a lo que sucede con la vuelta de Blink 182 o Pokémon GO. Tal vez sea ese el verdadero secreto de OT1, que su música forme parte de nuestra voz.

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