Peugeot 3008.

La distancia de seguridad es una de las muchas medidas en favor de la correcta conducción que pocas personas respetan, y una de las más importantes a nivel de seguridad. En España, y tal como explica la asociación de seguridad vial CEA, la norma establece que todo vehículo que circule detrás de otro habrá de hacerlo a una distancia que le permita detenerse en caso de frenazo brusco, sin colisionar con él, teniendo en cuenta especialmente la velocidad, las condiciones de frenado y adherencia.

Ya que durante la conducción la apreciación exacta de la distancia con respecto al vehículo delantero es difícil de establecer, la tecnología presente en vehículos modernos como el Peugeot 3008 lo hará por nosotros mediante el sistema de regulación de velocidades adaptable con función Stop. Esta función, disponible entre 30 km/h y 160 km/h, funciona gracias a un sensor radar que se encuentra adelante y mantiene automáticamente la distancia de seguridad escogida previamente, modificando la velocidad mediante el frenado o la aceleración automática.

Peugeot 3008.
Peugeot 3008.

Para poder escoger una distancia de seguridad en sistemas tecnológicos como este, podemos tomar de ejemplo este tipo de distancias en calzadas secas recomendadas por la Dirección General de Tráfico para prevenir accidentes en la carretera, recordando que la distancia en calzadas mojadas deberá ser el doble:

  • A velocidad de 50 km/h: Distancia de Seguridad = al menos 25 metros.
  • A velocidad de 90 km/h: Distancia de Seguridad = al menos 81 metros.
  • A velocidad de 100 km/h: Distancia de Seguridad = al menos 100 metros.
  • A velocidad de 120 km/h: Distancia de Seguridad = al menos 144 metros.

Aunque parezca sorprendente, los primeros sistemas de control de tráfico inteligente datan de 1925. Charles Adler, el precursor de los sistemas modernos, ideó una tecnología basada en la instalación de placas magnéticas en la carretera antes de, por ejemplo, una curva peligrosa. El coche tendría que tener un sensor que detectaría la presencia de los imanes para que al pasar por encima se activara un regulador de velocidad conectado al motor del vehículo que reduciría siempre la velocidad hasta los 24 kilómetros por hora. Cuando el coche atravesara el tramo con los imanes instalados, el regulador de velocidad se desactivaría y el coche podría volver a circular a los 40 kilómetros por hora habituales de la época.

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