Desde que Deliveroo entrase a repartir en España el balance de resultados ha sido cuanto muy amplio. Han cerrado dos rondas de financiación a nivel global, de 100 y 275 millones respectivamente, que les ha permitido seguir escalando operaciones en todos sus geografías. Han ampliado la línea de negocio a las empresas, sus mayores clientes. Y, al menos en Inglaterra, han tenido que revisar las cuestiones referentes a los repartidores; su pieza clave.

Con operativos en Madrid, Barcelona y Valencia la compañía ha conseguido escalar el negocio en un 25% aproximadamente. O lo que es lo mismo en términos mundanos: han recorrido más de 4,5 millones de kilómetros, lo que equivale a más de 12 viajes de la Tierra a la Luna o a más de 110 vueltas a nuestro planeta. Y esto sólo en España.

Por ciudades, y después de un año vigilando los gustos de los clientes, han determinado que los valencianos prefieren la pasta, en Madrid la comida Thai y en Barcelona las hamburguesas. Tipo de alimento que, por cierto, ha alcanzado la escalofriante cifra de 170.280 entregas a lo largo de este año.

Mucha menos competencia

Si bien es cierto que el negocio de Deliveroo ha crecido de forma exponencial desde su llegada a la capital, en este año se han sucedido una serie de acontecimientos que han mejorado en gran medida las cuestiones referentes a la competencia.

En primer lugar, La Nevera Roja terminó siendo comprada por el gigante europeo de comida a domicilio. Con más del 90% de la cuota de mercado en sus manos, esta reagrupación es positiva para todos los players del sector. Por otro lado, Take Eat Easy cerró sus operaciones justo antes del verano: la imposibilidad de cerrar una ronda de financiación que les ayudase a ser escalables y el hecho de no eran capaces de cubrir los gastos operativos les quitaba del panorama delivery en España. Glovo, y el difunto Warever, aunque compiten en el sector, su actividad va por otros derroteros. Tanto la actividad de Deliveroo como el entorno han sido elementos favorecedores para el despegue de la compañía del canguro.

El tema de la regulación sigue siendo una tarea pendiente para este tipo de compañías. Diana Morato, CEO de Deliveroo España, explicó ante un encuentro con la eurodiputada Beatriz Becerra que "para ellos el mundo va tan rápido que no son capaces de estar a disposición de un sistema tan lento", añadiendo además que "los ciclos regulatorios es España son especialmente complicados". Y esto va, precisamente, por el nuevo paradigma laboral al que se enfrentan estas entidades. Los repartidores de estas empresa, al igual que los que operan en el entorno de Uber, aún no encuentran el verdadero encuadre en este mundo.

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