Fotografía: nationalgeographic.com

La retinosis pigmentaria afecta a una de cada 3.700 personas aproximadamente y es la causa de degeneración hereditaria de la retina más frecuente. En edades avanzadas, la degeneración macular es la causa más frecuente de pérdida de visión. Y estas son solo dos de las enfermedades oculares que reducen drásticamente la capacidad visual, llegando muchas veces a la ceguera. Una cosa que tienen en común este tipo de enfermedades es la dificultad para tratar la patología debido a cuestiones puramente fisiológicas. ¿Podremos superar esta barrera en un futuro próximo? Estos y otros temas fueron objeto de debate durante el evento “¿Es real la visión artificial?”, organizado por el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona (IMO) y que se celebró el pasado 11 de octubre con motivo del Día Mundial de la Visión.

Actualmente existen dos vías principales para tratar estos problemas. Una de ellas necesita del implante de chips especiales mientras que la segunda implica técnicas avanzadas de genética y biología molecular, algunas de ellas en fase temprana y otras bastante avanzada.

Ojos biónicos y chips retinianos

Fotografía: nationalgeographic.com
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El ojo se comporta como una sofisticada cámara, capaz de recoger las imágenes gracias a la estimulación de los conos y bastones en la retina. Entonces, una señal eléctrica viaja por el nervio hasta el cerebro, donde se procesa la imagen. Pero en el caso de la retinosis o la degeneración macular, es el tejido lo que se pierde, por lo que no existe nada que perciba la luz y transforme eso en una señal eléctrica. Los ojos biónicos sustituyen este tejido de forma externa, mediante cámaras que procesan la señal y estimulan los nervios de la retina, enviando un "sucedáneo" de señal al cerebro. Los chips de retina se implantan directamente en el ojo, permitiendo que estos sustituyan al tejido directamente y se conecten con los nervios del ojo para emitir la señal pertinente. Por el momento, estas son las técnicas más avanzadas para recuperar la visión tras la ceguera, pero todo es cuestión de tiempo.

Terapias génicas y celulares

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La retinosis pigmentaria tiene su origen en un mal funcionamiento genético. La degeneración se da de manera progresiva a medida que el tejido se deteriora. Pero gracias a la terapia génica la pérdida del tejido se podrá ralentizar o, incluso, detener. Para ello se tratan los factores genéticos que provocan el deterioro celular de forma directa. La terapia celular, sin embargo, está destinada a "sustituir" el propio tejido degenerado mediante células madre. De esta manera, se crea un tejido retiniano modificado y preparado para realizar las funciones correspondientes pero sin los problemas patológicos anteriores. Esta última terapia está más destinada a recuperar que a frenar la enfermedad. Ambas se encuentran todavía en fase de estudio, aunque muy prometedora, especialmente en el caso de las terapias génicas, en un estado bastante avanzado, que anuncia su disponibilidad en pocos años.

Tanto la implantación de chips retinianos y ojos biónicos como el uso de terapias celulares y génicas tienen un gran potencial. Muchas terapias y dispositivos se encuentra ya en fase clínica de estudio. Eso quiere decir que se están haciendo pruebas con pacientes en orden de analizar los pros y contras. Más tarde, en ensayos clínicos avanzados se afinarán dichas terapias, evitando posibles efectos adversos y ajustándolos a las necesidades de la población. Para que estén disponibles a nivel médico común habrán de pasar todavía algunos años. Y puede, incluso, que algunas de las terapias no den la talla y hayan de abandonarse por sus resultados. Pero por ahora todo indica que sí, en las próximas décadas la ceguera será, sin duda, un problema en vías de solución.

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