Con esta ya van tres las convocatoria del evento global de startups South Summit en Madrid. Con sus más y sus menos, en esta convocatoria que se celebrará entre el 5 y el 7 de octubre ha conseguido aglutinar a más de 3.000 startups en su llamamiento a concursar. Más grandes, más pequeñas, mejor o peor financiadas... cualquiera puede entrar en este saco. Y ha sido a través de estas candidatas que se han obtenido los datos del panorama emprendedor de España, en vinculación con el extranjero.
La realidad es que aunque ha cambiado todo, en el fondo todo sigue igual. Más empresas, más fondos, más dinero e ideas pero a la hora de la verdad el perfil emprendedor sigue siendo el mismo: hombre de 34 años, con gran formación académica en ramas de ingeniería y que ya ha emprendido varias veces. Nada nuevo bajo el sol. Los mitos siguen confirmándose a rajatabla, y es que muy pocas mujeres se postulan a las startups y que muy pocos son los que sin estudios se lanzan a la piscina -la cifra no llega ni al 3%-.
Pero retomando el dato de las mujeres, la realidad es que hay muy pocas iniciativas lideradas por estas (sólo un 17%), exactamente lo mismo que el año pasado. Nos estamos estancando en el volumen, pero no en la calidad. Las mujeres, mucho más conservadoras en sus decisiones y a la hora de gestionar los recursos que disponen, no lo son tanto a la hora de pedir fondos. Más atrevidas en solicitar cantidades para sus financiaciones también tienen un porcentaje menor de fracaso. Una mejor visión de negocio y gestión de sus recursos les hace confiar más en sus posibilidades y, por tanto, en su éxito.
Los jóvenes aún están recelosos de la situación, al menos en España y Latinoamérica. La poca integración del mundo emprendedor en las universidades y un cultural miedo al fracaso aún lastra a los más jóvenes. La mayor parte de las empresas han sido creadas por mayores de 34 años, muy preparados y con experiencia en la gran empresa privada, echando por tierra la imagen de veinteañero que quiere comerse el mundo. El prototipo de Hollywood vamos.
Prototipos que, por contra, sí se cumplen en el terreno de los tipos de empresa. España sigue enfocada al sector servicios (educación, comercio y negocio), mientras que Europa promociona el mundo software. Otra tarea pendiente para el sur del continente.
Detrás de Europa, pero en el buen camino
La mayor parte de las cifras extraídas por el informe del South Summit ponen a España y Latinoamérica por debajo de la estela de Europa. Pero a diferencia que en otros años, los números empiezan a parecerse produciéndose lo que María Benjumea llama un "proceso de estandarización y normalización del mundo emprendedor". Cada vez son más los emprendedores que han formado más de dos y de tres empresas, que se unen a proyectos por convicción y no por necesidad. "El mito del emprendedor por necesidad que crea algo para salir del paro se está abandonando", opina Benjumea. Y en el fondo tiene razón; es una proporción minoritaria, ya que sólo el 1%, algo más en Latinoamérica, ha recurrido a una startup para salir del hoyo.
Los porcentajes de fracaso andan a la par en los tres registros, aunque no tanto el futuro de muchas de las empresas. España no es excesivamente conocida por sus grandes exits. De hecho, muy pocas empresas han conseguido este objetivo, siendo lo que llevamos de 2016 uno de los mejores años de la década en lo que a estas operaciones se refiere. Europa nos lleva años de ventaja en esa cuestión y es, de hecho, fuente de la mayor parte de las compras que se realizan en España. En cualquier caso, los exits no deberían ser un objetivo: "crear grandes compañías es el camino para tener un gran ecosistema", según Benjumea.
Sin embargo, el mayor escoyo es el de la financiación. Los family friends and fools andan a la par en todas la geografías, pero la cosa cambia si nos vamos a los fondos privados. Muy por debajo de la media, sólo el 14% de las startups participantes ha recibido dinero de un VC.