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Airbnb está pasando a una nueva etapa en la vida de una startup que ya se está haciendo mayor.

Desde su fundación en 2008, la startup de alojamientos turísticos al más puro estilo colaborativo ha cerrado rondas de financiación millonarias. Nueve concretamente, que se extienden desde 2009 hasta noviembre de 2015, con su última recaudación de fondos. En junio de 2016 cambió su estrategia y, en vez de optar por diluir las sagradas participaciones de sus socios, opto por la financiación de deuda. Sea como fuere, ha levantado más de 3.000 millones de dólares para seguir con su actividad y una valoración que roza los 30.000 millones de dólares.

Una actividad que se ha ido dejando por el camino una parte muy importante de su carisma primigenio. Los primeros pasos de Airbnb les definían como puramente colaborativos. Presta una habitación libre de tu casa a un turista y ofrécele una experiencia diferente de tu ciudad, rezaba su discurso. Ahora, ha pasado a alquilar viviendas enteras sólo para los inquilinos. Sin interferencias y a menor precio que cualquier hotel o empresa de alquiler. Han dejado de ser colaborativos y, por consiguiente, a tener más problemas legales en las ciudades donde operan (Nueva York, Barcelona, Madrid o Berlín. Pero esto también les ha traído una buena nueva: escalabilidad. Han conseguido hacer grande un negocio, el del turismo, en un sector altamente saturado y competitivo.

Una vez superado el trance de las rondas de financiación, y búsqueda de nuevos socios llega el turno de las adquisiciones. Posición en la que Airbnb se ha sentido cómoda desde el primer momento.

d8nn / Shutterstock.com
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Búsqueda de negocios paralelos o complementarios

La primera adquisición de Airbnb fue en 2011, sólo tres años después de haber "puesto su primera piedra". El mercado objetivo, al menos en primera instancia, de Airbnb eran los jóvenes: poco poder adquisitivo, gran movilidad, menos exigentes y más tecnológicos; esas eran las premisas de la empresa. Accoleo, empresa alemana, fue la primera candidata. Dedicada al alquiler de apartamentos para estudiantes era una forma rápida de encontrar más clientes sin apenas despeinarse.

2012 fue su año más productivo con cinco compras. La británica Crashpadder y la neoyorquina NabeWise dedicadas a la búsqueda de alojamientos. Es decir, de nuevo una suma de usuarios "fácil". DailyBooth, Fondu y Localmind, también en ese mismo año y de diferentes ubicaciones de Estados Unidos, sirvieron para mejorar la experiencia de usuario. La estrategia empezada a virar a no sólo lograr más clientes, también a buscar que su estancia fuese aún mejor con opciones de restauración y ocio.

Y así siguió en años venideros. Pencil Labs en 2014 afrontaba el problema de la organización de los horarios a través de un software. Vamo, también para planificaciones, empezó a formar parte de la familia Airbnb en 2015. Lapka o ChangeCoin, esta última en 2016, enfocada a los pagos online.

designer491: Shutterstock
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Y finalmente, la última de la lista de once adquisiciones. La española Trip4Real, la primera en este país, anunciaba hace unos días que era adquirida por la californiana. Entre cinco y diez millones de euros, según fuentes de El Confidencial podría costar la empresa; y es que todo son rumores en este campo, puesto que Airbnb nunca ha develado cuánto gasta o se deja de gastar en cada una de sus compras. La startup catalana de nuevo entra en el terreno de la mejora de la experiencia de usuario para Airbnb.

Dedicada a la planificación de viajes de forma colaborativa, en esto la estadounidense vuelve a sus raíces, tiene el objetivo de que los usuarios de la plataforma se dejen más dinero tanto en la propia empresa como en las ciudades en las que reservan. Y este punto podría ser más relevante de lo que parece.

En cualquier caso, el negocio de Airbnb parece que no tiene límites. Puede ser que no estén cotizando en bolsa, ni tengan intenciones de ello, pero su búsqueda de negocios paralelos sigue en camino. Su acuerdo con Lufhtansa para vender "alojamientos" en las alturas es sólo una más de sus cientos de ocurrencias que, ante todo, buscan mejorar las experiencias de usuario y agrupar todo lo que pueda necesitar un turista en su viaje.

Para Airbnb salirse de su ecosistema ya no es una opción.

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