Es bien sabido que durante los últimos años Samsung es una de las marcas que más han impulsado el desarrollo de relojes inteligentes. Lo ha hecho dando volantazos: al primer intento, presentó un reloj que tenía más de muñeca de Inspector Gadget que de esa herramienta revolucionaria que atisbaba en el horizonte durante 2013. Luego lo refinó sin terminar de dar con la tecla, y luego presentó un descomunal (no en el sentido positivo) Gear S. Y en 2015, la primavera: con el Gear S2, Samsung se estrenó en la senda de la tecnología invisible, el gusto por los detalles de diseño y la funcionalidad. Fue su día 0 en la industria de los wearables.

Hace no muchos años, si el mercado wearable hubiese estado desarrollado, Samsung hubiese tenido un catálogo con diez relojes, doce pulseras de actividad, algo para el tobillo y unos pendientes experimentales. ¿Que no? Recordemos el portfolio de la marca en 2012. Buenos tiempos.

Ahora, tras haber superado las turbulencias financieras fruto de la transición de un modelo a otro, han consolidado sus catálogos y mejorado sus productos. Y con los relojes, acaba de comenzar una nueva estrategia, recién nacida tras conocer cómo queda configurado el escaparate de los relojes con el Gear S3.

Samsung se ha encargado de anunciar que el modelo anterior continúa en el mercado, muy posiblemente a un precio menor, toda vez que la nueva versión mantiene en esencia el mismo diseño que la anterior. ¿Les suena? Es lo que suele hacer Apple con sus iPhone, que tantas alegrías bursátiles les ha dado.

El Gear S2, con sus variantes enfocadas al mercado femenino en cuanto a colores y diseños, se mantiene en catálogo. Las opciones más estándar del S2 quedan orientadas a quien no quiere o puede pagar lo que cuesta el nuevo S3, o no necesita sus novedades, como el GPS, el barómetro o el altavoz.

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Además, el cambio de tamaño al alza del S3 es otro indicador de cómo ha podido planear Samsung las ventas de su nuevo smartwatch estrella. Por supuesto, puede haber excepciones y cada persona es libre de comprar el modelo que le plazca. Pero, como mínimo, parece evidente que los targets quedan configurados así:

  • Gear S2: a un precio de 349 euros, pendiente de actualización. Opción más deportiva y simple: jóvenes, consumidores tecnológicos, público casual, mayoritariamente masculino.
  • Gear S2 Classic: a un precio de 379 euros, pendiente de actualización. Opción senior, consumidores de moda, mayoritariamente masculino.
  • Gear S2 Classic platino / oro rosa: a un precio de 479 euros, pendiente de actualización. Orientación específica a consumidores de moda, mayoritariamente femenino.
  • Gear S3 Frontier: precio por confirmar. Gran tamaño, público masculino que demanda relojes de estas medidas, énfasis en práctica intensiva de deporte.
  • Gear S3 Classic: precio por confirmar. Gran tamaño, público senior que antepone el estilo a la práctica deportiva.

Además, hay un punto especialmente interesante: el diseño posiblemente ya esté amortizado, así que hay más margen de beneficio en los nuevos modelos, y posibilidad de recortar el precio de los anteriores, ambas cosas imposibles si se hubiese apostado por un diseño totalmente nuevo para este año. Desarrollar un bisel rotatorio y una interfaz que se adapte a él, por ejemplo, no sale gratis ni es barato.

Por otro lado, Samsung ha puesto más empeño que nunca en anunciar correas, correas, correas. Hay un montón de correas, mira cuántas, ¡compra! Es normal, en las correas está el negocio, un modelo de cebo y anzuelo tan viejo como las impresoras y la tinta, las cuchillas de afeitar y sus recambios, etc. La imagen de la presentación del S3 no deja lugar a dudas: Samsung sabe que en ellas y sus factores de estilo, personalización y coleccionismo hay negocio.

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