La identidad lo es todo en el marketing y la publicidad. Una empresa puede tener grandes o incluso los mejores productos del mercado, pero sin identidad probablemente no consiga transmitir mucho a sus clientes, lo que hará que el deseo de compra sea débil o el interés sea ocasional. En cambio, una compañía con identidad tiene unos valores y unos principios de diseño sólidos, puede convertirlos en inmortales y lograr así estar para siempre en nuestra mente.

La Samsung de hace unos años tenía los problemas mencionados al principio. Las guías de diseño eran cambiantes y muchas veces guardaban poca coherencia. En el ámbito móvil, sin embargo, el Samsung Galaxy Alpha, un teléfono ahora olvidado, puso la piedra de todo lo que vendría después. Modificó las líneas y trajo el ansiado metal que influyó en la serie A y en el Galaxy Note. Y a ello, en un atípico IFA, se sumó a lo que hoy es verdaderamente importante: el borde curvado del Samsung Galaxy Note Edge, la característica que hoy da sentido a lo mejor de la gama.

Note Edge borde

En aquel momento también se habían presentado ya los televisores curvos que hoy dan más sentido, si cabe, a toda la familia de productos de Samsung Electronics, al igual que otros dispositivos como el Galaxy Round o el Gear Fit original. Pero la apuesta no era tan visible cuando su producto estrella, el Samsung Galaxy S, mantenía una pantalla tradicional.

Por ello, el MWC 2015 marcó un antes y un después en la identidad de la compañía. Aunque el Note Edge, a modo de experimento, hubiera impulsado el borde curvo, el nuevo Galaxy S6 edge era la verdadera declaración de intenciones en el mercado.

Samsung Galaxy S6 Edge+ 08

Y es que para muchos se convertía, con el nuevo añadido, en el teléfono más bonito y diferenciado del panorama. Se promocionaba más que el modelo normal, gustaba más al público y no le hacía perder nada. La idea estaba clara: lo que antes era un experimento, comenzaba a llegar al mercado amplio de manera sólida.

Eso sí, la compañía no se permitía todavía curvar el borde de su terminal más potente y con más entusiastas. El Note 5 que no conocimos en Europa planteaba que, si bien la apuesta era sólida, quizá existían aún ciertos inconvenientes hacia la consolidación de la idea, como menor ergonomía que los modelos planos, aspecto corregido en el siguiente MWC.

Gear FIt 2

Por ello 2016 es un año tan importante. Todos los productos de gama alta que cuentan con las curvas son superiores a los que no cuentan con ellas. En el caso de los S7, el que tiene más batería y tamaño es el S7 edge. El Gear Fit 2, también curvo, ha integrado GPS, y en la gama alta de televisores ya no quedan modelos sin curva. Es decir, se ha convertido en un símbolo de la excelencia de una compañía, creando, con el Note 7, el primero sin alternativa plana, la ansiada identidad corporativa.

Quien desee un smartphone Samsung, y quiera lo mejor de lo mejor, tendrá que comprar sí o sí un Note 7 con pantalla curva. No es una imposición, sino una señal para que el usuario identifique que lo mejor lleva curva. En el pasado existieron exclusividades, como las pantallas SuperAMOLED estrenadas por el Samsung Wave, pero nunca consiguieron la imagen que venden los vertiginosos bordes curvados a todos los públicos. Ha costado, pero ya está aquí. Ya no hay miedo a vender lo mejor con exclusividad. Y eso cala.

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