La nominación de Hillary Clinton como candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos ha sido un punto de inflexión en la historia de la política norteamericana. La tendencia de cambio no sólo se ha dado en EEUU, sino que la llegada de Theresa May a Reino Unido o la probable repetición de Ángela Merkel como canciller alemana marcan un rumbo en el que las mujeres están comenzando a romper el techo de cristal. Sin embargo, Clinton no ha sido la primera mujer que se presentará a las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Victoria Woodhull fue la primera nominada a la presidencia de Estados Unidos, aunque pasó la jornada electoral encarcelada
En 1872, Victoria Woodhull fue nominada como candidata del partido Equal Rights, según recuerda Janet Tavakoli en una carta publicada en Financial Times. Los otros dos candidatos, como sucede hoy en día en la carrera presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump, eran hombres. Horace Greeley, por el partido republicano liberal, y Ulysses S. Grant, que sería finalmente elegido como décimo octavo presidente de los Estados Unidos, eran los adversarios de Woodhull.
La política, nacida en 1838, fue candidata a la presidencia de EEUU décadas antes de que la mujer tuviera derecho al voto en el país. El sufragio femenino total fue establecido allí en 1965, aunque desde 1920 sí podían hacerlo las mujeres blancas. Es decir, casi un siglo antes de que existiera el sufragio universal en EEUU, Victoria Woodhull decidió emprender la carrera presidencial para pelear por los derechos de la mujer y la libertad sexual.
Scott Claflin, uno de los descendientes de Victoria Woodhull, antecesora de Hillary Clinton, explicó en una entrevista en Radio Diaries que aquel episodio sucedió "en una época en la que la mujer no sólo no podía votar, tampoco podía entrar en un restaurante, una tienda o cualquier otro establecimiento a no ser que estuviera acompañada por un hombre". La propia Woodhull era consciente de su pionero gesto y, en un artículo publicado en New York Herald, hablaba así de su paso:
Soy perfectamente consciente de que asumir esta posición evocará más ridículo que entusiasmo desde el principio. Pero ésta es una era de cambios repentinos y sorpresas. Lo que ahora puede parecer absurdo será un asunto serio en el mañana.
Hace sólo unos días, Hillary Clinton eligió a su candidato a vicepresidente, el senador por Virginia Tim Kaine. Lo mismo ocurrió en la época de Woodhull, cuando la política norteamericana decidió optar por Frederick Douglass, un activista en defensa de los derechos civiles que nunca llegó a aceptar en público la nominación. La primera candidata a la presidencia de Estados Unidos fue ridiculizada al apostar por el "amor libre", declarando que las mujeres tenían derecho a elegir con quién casarse o contar con la posibilidad de divorciarse. Su hija Zula, que sólo tenía once años, recibió represalias al ser expulsada del colegio por las ideas políticas de su madre.
La situación por la que pasó Victoria Woodhull es diametralmente opuesta a la que está viviendo Hillary Clinton. Nadie imaginaría que la candidata demócrata fuera encarcelada durante las elecciones de noviembre, como sí le ocurrió a la política en el siglo XIX por acusar a antiguos aliados de haberla traicionado. En el libro Victoria Woodhull: Fearless Feminist, publicado por Kate Havelin (Twenty-First Century Books, 2006), se recoge otra afirmación de la prensa de la época que resulta cuanto menos reveladora. "La señora Woodhull se muestra a sí misma en aparente buena fe como candidata, y tal vez da esa impresión a distancia, o más bien la esperanza de que puede ser elegida, pero parece que es más bien por ser una adelantada a su tiempo. La opinión pública aún no está preparada para el campo de los derechos universales de las mujeres". Ese tiempo por fin ha llegado, aunque hayan tenido que pasar 144 años para conseguirlo.