A pesar de que, en los recientes accidentes de Tesla, el conductor no ha prestado la debida diligencia y por tanto puede imputarse la culpa a este, en otro de los casos el problema ha venido directamente del vehículo. ¿En qué proporción? De momento es pronto para saber qué cantidad de accidentes de vehículos autónomos son culpa de la máquina y cuáles lo son del piloto. No obstante, hay otro tipo de vehículos para los que ya se han podido determinar el número de ocasiones en los que el piloto tiene responsabilidad: los drones.

Y es que, aunque se pueda pensar lo contrario, la mayoría de los accidentes en los que interviene un drone no están relacionados con la mala práctica o la culpa del piloto. Para aclarar el asunto, la RMIT University ha realizado un estudio con el fin de analizar si, en los casos en los que un vehículo tiene pilotaje mixto entre humano/autónomo, los fallos humanos son más determinantes que los de la máquina. Y ha sido justo al contrario.

La comprensión de lo que ocurre con aviones no tripulados, incluso aquellos que no causan daños a personas o bienes, es esencial para mejorar la seguridad. Dr Graham Wild, investigador de RMIT.

Esto es especialmente determinante, sobre todo para realizar estudios de riesgo para las compañía aseguradoras y, sobre todo, para los cambios regulatorios, que serán uno de los debates más importantes que las entidades públicas tendrán que poner sobre la mesa. Los resultados del estudio son especialmente reveladores: después de analizar 150 incidentes de aviación civil de todo el mundo en los que existe participación de aviones no tripulados o dirigidos por sistemas de control remoto de aeronaves (RPAs), los investigadores demostraron que los problemas técnicos fueron la causa del 64 por ciento de los incidentes.

Y también es extensible a los vehículos autónomos. Los investigadores apuntan que el problema principal en todos los sistemas autónomos está en los sistemas de comunicación, sobre todo en los machine-to-machine. En este sentido, los investigadores recomiendan que, al igual que las aeronaves de gran tamaño, como los de un Boeing o Airbus, que están obligados a tener sistemas redundantes triples para sus comunicaciones, los drones y los vehículos autónomos terrestres deberían mejorar enormemente sus sistemas de comunicación, y hacerlos redundantes, algo que, incluso en drones de pequeña envergadura, se ha demostrado suficiente para mejorar su seguridad.

Al final, y frente a todo pronostico, el humano es el menor problema de los drones, al menos en términos de seguridad.

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