Usar las palabras es un arte. Cada fragmento léxico y gramatical, cada pincelada que damos al hablar o escribir, puede ser una proeza artística en sí misma. O todo lo contrario. Para guardarnos del mal uso de las palabras, la Real Academia de la Lengua Española, junto a la Asociación de Academias de la Lengua Española, define las normas lingüísticas y las afianza. Su obra más famosa, por supuesto, es el Diccionario de la lengua española (también conocido como DRAE), documento en el que se recogen definiciones, reglas gramaticales y otra información para el uso correcto de la lengua. Sin embargo, además del DRAE existen otros diccionarios. Menos conocidos, tal vez, documentos como el Diccionario de uso del español, de María Moliner o el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, son muestras de lo viva que está la lengua española. Pero, ¿de dónde vienen y por qué surgen estos otros diccionarios?

¿Cuántos diccionarios de la Lengua Española hay?

Actualmente existen varios diccionarios del castellano. En España contamos con diccionarios como el Diccionario de la lengua española, de la RAE, el Diccionario Clave, de Ediciones SM el Diccionario de uso del español, de María Moliner, el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, el Diccionario Salamanca de la lengua española, el Diccionario de uso del español de América y España y el Pequeño Larousse ilustrado. Dichos diccionarios recogen diversos aspectos de la lengua. Todos recopilan definiciones, que es uno de los apartados básicos de un diccionario. Pero, además, cada uno aporta una información importante según sus autores. Desde términos que no aparecen en otros diccionarios (o en el diccionario de la RAE) hasta anotaciones gramaticales o nombres científicos.

diccionario real academia de la lengua española

La función de estos diccionarios es la de "completar" la información que, según sus creadores, no está recogida en el diccionario de la Real Academia. Pero ¿son estos diccionarios oficiales? Técnicamente no. Pero algunos de dichos diccionarios son instigados, supervisados o creados, incluso, por los propios académicos responsables del DRAE. El lenguaje es una materia viva, compleja que no para de crecer y cambiar. Por ello, desde su creación en el siglo XVIII, el diccionario ha estado sujeto a algunos cuestionamientos básicos e inevitables. A día de hoy, con la introducción constante de neologismos y el choque idiomático procedente de un mundo globalizado, es normal que se critique positivamente la naturaleza del DRAE.

Los otros diccionarios amplían o complementan la información de la DRAEAsí, mientras que el DRAE contiene términos, definiciones, sinónimos, antónimos, reglas gramaticales, algo de etimología... los otros diccionarios amplían o complementan esa información. En algunos casos, incluso, la contradicen, pero solo en cierta medida. Ahora, ¿son el resto de diccionarios oficiales? Todo lo que no sea promulgado por la RAE no es oficial. Lo que no le quita capacidad de representación. Aunque solo las publicaciones de la RAE son oficialmente válidas, al final es la lengua la que manda. En una discusión, los términos usados pueden esgrimirse según los literatos y lingüistas dependiendo del contexto y el uso del lenguaje. Porque al fin y al cabo, como decíamos, uno de los objetivos del resto de diccionarios alternativos es solucionar las deficiencias del DRAE. Por mucho que no sean oficiales.

El Diccionario de uso del español

Probablemente el diccionario alternativo más importante, o conocido, sea el Diccionario del uso del español (o DUE) de María Moliner. Este diccionario es la obra más importante de la que ha sido una de las figuras femeninas más representativas de la lengua española. Sin embargo, la lexicógrafa y bibliotecaria, María Moliner, nunca tuvo un sillón en la RAE. María, a pesar de las vicisitudes con las que tuvo que enfrentarse a lo largo de su vida laboral, presentó una carrera brillante. Aunque toda su vida trabajó como bibliotecaria y archivera, en un momento dado de su madurez, sus inquietudes le llevaron a hacer anotaciones y correcciones en el propio DRAE. Instado por académicos como Dámaso Alonso, María Moliner trabajó durante unos quince años en la confección de un diccionario de definiciones, de sinónimos, de expresiones y frases hechas, y de familias de palabras del español. Este diccionario pretendía actualizar y mejorar en una crítica gentil al DRAE.

En definitiva, el concienzudo trabajo de María Moliner fue, en su momento, lo que debería haber sido el Diccionario de la lengua españolaAdemás, su Diccionario de uso del español se anticipó a varios cambios que se añadirían a posteriori al DRAE. En definitiva, el concienzudo trabajo de María Moliner fue, en su momento, lo que debería haber sido el Diccionario de la lengua española. Su confección fue el ejemplo necesario para la academia de la necesidad de actualizar su trabajo. Semejante obra debería haberle garantizado a cualquier académico un lugar entre los responsables de la academia. Sin embargo, la palabra "académico" nunca podría haber estado mejor utilizada. Pues María era mujer; y, además, no se contaba entre los filólogos académicos. Estos dos factores le privaron de un merecido puesto entre los que eran, por méritos, sus iguales.

María Moliner
María Moliner

En boca popular, a raíz de la incredulidad (o incluso indignación) de varios académicos y miembros de la academia, María Moliner fue siempre una académica sin sillón. La primera mujer admitida dentro de la academia fue Carmen Conde, años después, quién reconocía haber ocupado un puesto que le pertenecía a la bibliotecaria. Tanto por su excelente trabajo como por el polémico rechazo, el Diccionario de uso del español de María Moliner es a día de hoy considerado casi un igual al de la academia. Al menos en "espíritu". Actualmente, a pesar de las críticas (fundamentadas o no) al DRAE, la Academia trabaja en varias publicaciones que ayuden a responder cualquier duda que pueda surgir sobre la lengua. Y, aunque no son los únicos, siguen siendo la autoridad oficial. Lo que no le resta ni un ápice de importancia, ni siquiera desde el punto de vista de los académicos, a trabajos tan impresionantes, y también válidos, como el Diccionario de uso del español de María Moliner y otros.

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