Las cosas están cambiando por las lejanas costas de Estados Unidos en lo que a fondos se refiere. Las rondas de financiación ya no son el único recurso para las arriesgadas tecnológicas, las cuales están empezando a ver a los bancos con mejores ojos.

La última de ellas ha sido Uber, que sigue necesitando dinero pero no más accionistas. Con dieciséis rondas de financiación, con las que han acumulado casi 15.000 millones de dólares de fondos y una valoración de más de 62.000 millones, piensan que ya tienen más que suficientemente repartidas sus acciones y los poderes de la compañía. Y es que de forma tradicional, Uber siempre ha usado sus operaciones de financiación para entrar en este u otro mercado de la mano de fondos locales. La última de ellas ha sido en Arabia Saudí, y del lado de los petrodólares.

Cambio de tercio. Los rumores se disparaban hace unos días cuando, fuentes cercanas a la compañía, filtraban el hecho de que Uber estaba en conversaciones para cerrar 2.000 millones de dólares en préstamos apalancados con un rendimiento de entre un 4% y un 4,5%. Finalmente, y solo unos días después, la empresa de transportes más famosa del mundo ha cerrado un préstamo apalancado de 1.150 millones de dólares a un rendimiento del 5% colocados por varias entidades internacionales; es decir, menos dinero del que esperaban y más caro. Y aún así, las bajas tasas de interés están a su favor.

UberPITCH Announcement

Cuando la deuda es buena

Uber necesita mucho, mucho, mucho dinero para financiarse y lo que han aportado sus inversores es insuficiente. Gran parte de lo que entra por un lado sale por el contrario en concepto de expansiones internacionales, promociones para crecer en las geografías en las que ya operan, captar usuarios -las campañas de marketing suelen ser la parte más costosa para una empresa- o captar más conductores. Vencer a la competencia, principalmente en China, y protegerse de las amenazas legales y regulatorias que se le vienen encima se lleva otro pico.

Uber no es la única que ha decidido apalancarse. La empresa de transportes ha seguido la estela de AirbnbAdemás, sus inversiones en investigación y desarrollo de ingeniería necesitan ser promocionadas y, sobre todo, financiadas. La tecnológica no quiere conductores humanos, ya lo ha dejado claro, y solo los emplea ahora por falta de avances. De ahí su último fichaje: un director de ingeniería de Ford especializado en estos desarrollos. De nuevo hay que pasar por caja.

Para Uber, el dinero se traduce en crecimiento. Por lo que aquí es cuando la deuda es buena; los grandes inversores de la compañía ya no están dispuestos, de puertas hacia dentro, que Travis Kalanick les siga "obligando" a diluir sus acciones en la compañía. A más ampliaciones, menos valor tiene cada una de las participaciones. Con el préstamo esto no ocurre y, además, les da la posibilidad de que una vez vencido se pueda refinanciar. Se podría decir que para Uber, en este momento, es dinero fácil.

Les permite, además, seguir siendo privados. Muchos rumores apuntan a la idea de que, tarde o temprano, Uber tendrá que salir a bolsa. Pero pensándolo mejor, ¿para qué querría hacer eso? En su posición "opaca" es donde tiene más posibilidades de triunfar y seguir teniendo un crecimiento sin tener que dar cuentas a nadie.

usuario uber

Las tecnológicas, cada vez más afines a la deuda

La empresa de transportes no ha sido la única que ha recurrido a esta "moda", pese a que por su estructura no tienen el perfil idóneo para ser las receptoras de préstamos de ningún tipo.

Las tecnológicas, que aún no han llegado a cotizar en bolsa y que basan su modelo de negocio en el crecimiento explosivo, no ganan dinero. De hecho, pierden mucho. ¿A quién le gustaría financiar esta actividad? La cifra, a pesar de todo, es creciente. Airbnb ha sido la última, con una financiación de 1.000 millones de dólares, que tienen el perfil de ser la puerta de entrada de su salida a bolsa.

Sea como fuere, los bancos están perdiendo el miedo al riesgo y, sobre todo, a estas compañías.

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