Temidas y sorprendentes a partes iguales, las llamaradas solares siguen atrayendo la atención de los científicos. La razón no es azarosa: además de afectar a los sistemas de telecomunicaciones, las tormentas que ocurren en el Sol también provocaron auténticos "desgarros" en la atmósfera de Marte. Pero además de su impacto negativo, las eyecciones de nuestro astro también pudieron tener consecuencias positivas, al relacionarse con el origen de la vida en la Tierra.

Un estudio publicado hoy en la revista Nature Geoscience propone que las llamaradas del Sol "fertilizaron" la vida en la Tierra hace 4.000 millones de años. Las tormentas solares explicarían las condiciones óptimas de habitabilidad en el planeta, en una época en la que nuestro astro no era tan brillante como en la actualidad y, por tanto, no podía calentar de forma óptima al planeta. "Nuestro trabajo describe un nuevo concepto sobre el origen de biomoléculas complejas de los organismos vivos en la Tierra primitiva, mediado a través de procesos explosivos y energéticos que procedían del Sol", señala a Hipertextual el Dr. Vladimir Airapetian, astrofísico del NASA Goddard Space Flight Center.

Ingredientes cósmicos para la vida

Utilizando datos del telescopio Kepler, los investigadores calcularon la frecuencia de llamaradas solares al menos tres veces más frecuentes que las que han sido observadas recientemente. Además, los científicos modelizaron la actividad de nuestro astro comparando la actividad de otras estrellas jóvenes. Así pudieron determinar que hace 4.000 millones de años, una eyección de la masa coronal muy potente alcanzó la Tierra. Este evento pudo coincidir con el calentamiento de la atmósfera del planeta, que no hubiera sido posible, según los autores, sin estas tremendas explosiones y llamaradas procedentes del Sol.

Grandes llamaradas solares podrían haber sido fundamentales para calentar la atmósfera, además de promover la existencia de agua líquida y compuestos básicos para la vida

En su trabajo, el equipo de Airapetian ha modelizado el impacto que pudieron tener estas tormentas solares sobre la Tierra. Según sus resultados, las llamaradas solares pudieron "fertilizar" la vida en la Tierra al ser capaces de romper las moléculas de nitrógeno, para que este pudiera recombinarse en otras estructuras químicas indispensables a nivel biológico. "La clave es que el Sol de joven era un 30% menos brillante que ahora, por lo que de no haber sido por ese factor invernadero tan eficiente, la Tierra sería una bola de nieve y no un planeta húmedo y templado para acoger vida 4.000 millones de años atrás", afirma el científico de la NASA en declaraciones a este medio.

De acuerdo a sus estimaciones, estas "nubes" de partículas cargadas podrían haber alcanzado el planeta mucho más frecuentemente que ahora -una vez al día-, distorsionando el campo magnético terrestre y logrando llegar a la atmósfera. De este modo, las partículas energéticas procedentes del Sol interactuaron con compuestos químicos como el nitrógeno molecular, generando a su vez cianuro de hidrógeno (HCN) u óxido nitroso (N2O). Posteriormente, estructuras de este tipo servirían como "ladrillos" que forman parte de los organismos vivos, además de promover un efecto invernadero en la atmósfera, que a la larga sería imprescindible para la existencia de agua líquida y de vida sobre la Tierra.

Sol
Simulación del impacto de las llamaradas solares sobre la Tierra primitiva. Imagen cedida por Vladimir Airapetian.

Según el Dr. Jesús Martínez Frías, jefe del Grupo de Meteoritos y Geociencias Planetarias del CSIC en el Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), es "un trabajo muy interesante con conclusiones plausibles y bien sustentadas". A juicio del también director de la Red Española de Planetología y Astrobiología (REDESPA), "la importancia de las superllamaradas ya se había puesto de manifiesto en trabajos previos, aunque no de manera tan concreta en relación con la fijación del nitrógeno y abordando las condiciones de habitabilidad de la Tierra primitiva".

El estudio, en su opinión, no centra sólo la habitabilidad en la existencia de agua líquida, sino que propone tener en cuenta el flujo de energía estelar y su importancia a la hora de desencadenar reacciones que pudieran producir moléculas complejas esenciales para la vida. Martínez Frías también resalta un segundo punto de esta investigación, que ha determinado cómo podrían haberse generado gases de efecto invernadero para mantener la atmósfera suficientemente caliente para el mantenimiento de agua líquida. Y es que las tormentas solares, aunque a día de hoy tengan un efecto "insignificante" según Airapetian, pudieron ser fundamentales a la hora de "fertilizar" la vida en la Tierra.

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