El género de los first person shooter está viviendo una época destacada (y algo extraña). En apenas seis meses vamos a encontrarnos con siete u ocho alternativas totalmente diferenciadas entre sí y que apuntan a públicos muy concretos; desde los hero shooters para jugar en equipo como Overwatch o Battleborn hasta el valor de lo clásico de DOOM pasando por el futuro de Call of Duty: Infinite Warfare y, ahora, el viaje a la Primera Guerra Mundial de Battlefield 1.

Estamos ante un movimiento tan sorprendente como arriesgado en lo comercial. En una época en la que los juegos tienden a abrirse al mayor público posible rebajando la dificultad, un FPS de por sí relativamente complejo representará una época que no hará más que acentuarlo al, entre otras muchas cosas, dotar de mayor importancia al combate aéreo o a mandos de un tanque.

Además, hablamos de una época muy poco visitada en el mundo del videojuego (precisamente por esa aparente dificultad a la hora de crear mecánicas y situaciones variadas y atractivas para el público mayoritario), pudiéndose convertir esto mismo en algo positivo entre tanta experiencia semejante o, por el contrario, suponiendo un riesgo para con el público que ha crecido con los FPS que representan conflictos bélicos actuales o, al menos, no tan lejanos en el tiempo.

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Más allá de ambientaciones y mecánicas, sorprende que DICE tome una decisión tan arriesgada en un momento algo "complicado" para el estudio. Evidentemente, quisieran muchas estar en la posición del estudio sueco y de Electronic Arts pero si echamos un ojo a sus últimos lanzamientos, cuesta encontrar un éxito rotundo: Battlefield 4 llegó a las tiendas plagado de bugs y problemas de rendimiento online, Battlefield Hardline (desarrollado por Visceral Games con trabajo de DICE en el multijugador) es uno de los juegos menos vendidos de la saga y Star Wars: Battlefront tuvo un peor impacto en crítica y público del esperado, levantando una airada polémica por su política de contenido descargable.

La escasa representación de la Gran Guerra en videojuegos puede ser un arma de doble filo

Lo fácil ahora sería volver a lo que siempre ha funcionado, seguir la moda de dar un par de pasos hacia el futuro o, por el contrario, tirar de nostalgia y volver a una Segunda Guerra Mundial muy explotada en anteriores generaciones pero que muchos jugadores ya echan de menos. Es por ello que, a falta de comprobar qué tal resuelven el proyecto, Battlefield 1 supone una decisión valiente y elogiable que, además, no hace más que añadir variedad al catálogo anual.

Battlefield 1 - 2

Es difícil saber qué franquicia tiene más peso en Electronic Arts; ninguna planta cara a FIFA a nivel de rendimiento económico y se tiene en muy alta estima a Mass Effect pero, sea como fuere, la compañía dirigida ahora por Andrew Wilson lleva ya muchos años sin un gran lanzamiento en lo que a éxito comercial y de crítica se refiere. Ojalá ocurra pero me cuesta imaginarme un FPS ambientado en la Gran Guerra triunfando de forma masiva entre el público y, de ser así, ya serían muchos años sin, de nuevo, un absoluto éxito en el "terreno Battlefield".

El tiempo, lo visto en el E3 y lo jugado a partir del 21 de octubre dirán si la decisión de Electronic Arts termina funcionando. A priori, cuesta pensar en la forma de estirar el chicle a nivel de contenido adicional (lo que es clave, hoy en día, de cara a los beneficios de un juego del estilo) y es fácil imaginar a muchos jugadores frustrados por un ritmo más lento o un cambio de estilo con respecto a anteriores entregas (han recalcado en varias ocasiones la relevancia del combate cuerpo a cuerpo). Yo, hasta entonces, solo puedo aplaudir una decisión tan disruptiva en una época donde todo gira en torno a lo fácil y establecido.

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