Antes de la crisis financiera y posteriormente, con las medidas adoptadas por la mayoría de los estados de la Unión para intentar erradicar parte de la economía sumergida, o al menos, hacer aflorar ese 18,6% de media de la UE o el casi 20% del PIB de España a las arcas del estado y hacer una favor a esos pasivos saturados de déficit, el Banco Central Europeo ha estado buscando un chivo expiatorio constantemente.

Y es que a pesar de que la economía sumergida está constituida en su mayor parte de actividades legales no declaradas, sigue siendo un problema de cara a cuadrar las cuentas del estado. Aunque hay muchos factores que propician la economía sumergida (actividades no penadas pero no reguladas, economía informal, economía ilegal...), sin duda el dinero en efectivo es el factor que más propicia su perpetuación, más incluso que los condicionantes sociales, la actividad desarrollada, o la cultura económica y financiera del país.

Precisamente, el dinero en efectivo, cuando no sale del circuito de la economía sumergida y por tanto, no llega al informativo de los estados, se convierte en el vehículo principal para fomentar este tipo de negocios no regulados: las transacciones realizadas en efectivo de una fuente no declarada no son rastreables por ninguna parte interesada; imaginemos además cuando se usa para economía ilegal, organizaciones terroristas o bandas armadas.

El billete de 500 es una parte fundamental de la economía sumergida eurpeaPor ello, la Unión Europea ha encontrado un chivo expiatorio -lógico por otro lado- para atajar parte de esta situación: el billete de 500, sabiendo además que la mayoría de grandes transacciones que se hacen en la economía sumergida lo hacen en grandes cantidades de efectivo con, precisamente, billetes de 500. Desde luego, los casos de corrupción y los Papeles de Panamá no han ayudado a mejorar la imagen de este vehículo de pago, por mucho que la mayoría de esas transacciones se suelan hacer de forma electrónica, y desde países que no tienen obligación de compartir datos fiscales con los países de origen del obligado tributario.

De hecho, la persecución regulatoria al dinero en efectivo no declarado no es nueva. En el cambio al euro afloraron cientos de millones de pesetas que estaban en economía sumergida y que corrían el peligro de, o bien perderse por no querer declararlo sus interesados, o bien dejar de ser moneda de curso legal para sus poseedores, algo similar a lo que va a pasar con el billete de 500 euros.

Es una medida de control para el circuito de pagos de la economía sumergida

European_Commission

Y luego están los problemas implícitos a la propia moneda que hacen que se mire con mayor desgana por el regulador; problemas implícitos a su propia concepción que convierten al billete de 500 euros en un vehículo muy propicio para la economía sumergida: un millón de euros en billetes de 500 euros pesa, más o menos, dos kilos. La misma denominación en dólares se va a casi 10kg, volumen aparte. Uno puede entender, por tanto, la razones por las que el billete de 500 guste tanto en la economía sumergida y mucho más en la ilegal.

Además, el limite en el pago en efectivo para el papel moneda o para los vehículos en papel al portador (incluyendo los electrónicos) a 2500 euros, no han ayudado a convencer al regulador de que la eliminación del papel de 500 euros sea suficiente. En este sentido, el BCE ha estado sopesando la eliminación del papel de alta denominación, algo que los recientes atentados de París y Bruselas han propiciado y terminado por convencer al regulador europeo, que ha anunciado la eliminación del alto euro a finales de 2018; y eso incluye que se dejaran de imprimir estos billetes para sustituir a otros en circulación.

Su eliminación no termina con la economía sumergida, pero ayuda a controlar el cambio de papel Lógicamente, la eliminación del billete de 500 euros no acabará con la economía sumergida. Las transacciones anónimas en moneda electrónica, el desvío fiscal a sociedades offshore y el clásico traslado aduanero de capitales seguirán en marcha por muchas medidas de eliminación del papel moneda que se impongan, e incluso con su eliminación total, no terminaría con la economía sumergida.

Y claro, de momento, los 300 mil millones de euros en billetes de 500 en circulación seguirán siendo tan legales como las monedas de 1 euro, más el margen adicional hasta 2018 para que la economía sumergida se adapte a los nuevos tiempos y lo vaya cambiando por billetes más pequeños. El único cambio es que a partir de finales de 2018, los bancos centrales de los países de la zona euro ya no reemplazarán los billetes de 500, pero mientras tanto, la economía sumergida seguirá girando.

Al fin y al cabo, el 20% del PIB es mucho, y los estados saben que no pueden renunciar a esa liquidez de la economía no reconocida, pues de una forma u otra, también forma parte el circuito general del dinero. Por ello, la mayoría de países del mundo integran esa estimación de economía sumergida en la renta nacional y en la demanda agregada. No está el deficit como para desperdiciar un 20% de su contraparte, por muy poco que no nos gusten los billetes de 500 euros.

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