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Fondos de inversión, aceleradoras, firmas de venture capital privadas... Y así una larga lista de recursos a los que se puede unir una startup para ver financiados su objetivos. De hecho, casi el 32% de los emprendedores opta por los fondos privados, siendo las subvenciones y las empresas privadas,con un 27% cada una, las que se colocan como segunda opción según las estimaciones del informe de Open Axel que analiza la relación entre empresas y startups en Europa. Sin embargo, y pese a esta diferencia en las cifras, los últimos años se ha visto una rama incipiente en la que las empresas, atentas a las nuevas tendencias, se han visto abocadas a empezar a invertir en estas emergentes. De hecho, 500 de las más grandes compañías del mundo y que cotizan en bolsa llevan tiempo en el negocio del emprendimiento.

La inversión en startups se está empleando como forma de afrontar una brecha generacionalPuede que en un principio muchas de ellas entrasen en el aro obligadas por las circunstancias:crisis, presión social, modas... Pero contra todo pronóstico, el 83% de las grandes corporaciones acude a este tipo de pequeñas entidades para resolver problemas tecnológicos y de negocio, en vez de acogerse a ellos por pura moda. Seguido de ayudar a una, muy necesaria, renovación de la cultura de empresa y la obligación de entrar en nuevos mercados. Estas entidades, además, se han encontrado con un gran problema: sus tradicionales estrategias de innovación ya no iban a ninguna parte, y tampoco encontraban recursos in-house para afrontar los retos; las startups han sido, y están siendo, una solución rápida que da camino a la innovación y que afronte la brecha entre estos dos mundos. A esto le añadimos la influencia de las grandes operaciones en Estados Unidos, en las que esos gigantes empresariales adquirieron proyectos exitosos, ocupando así las portadas de todos los periódicos a nivel global marcaron un antes y un después en la era de las startups.

Son las aceleradoras de empresa la clave del éxito

En dicho informe, OpenAxel analiza la cuestión del éxito de las aceleradoras de las empresas. Una de sus conclusiones es que, gracias a estas aceleradoras corporativas, se produce un efecto de reconocimiento a proyectos que, de otra manera, no hubiesen llegado a las portadas de prensa o a sentarse con posibles clientes. Tienen la posibilidad de generar mercados verticales y retroalimentarse de los proyectos en los que financia; sin embargo, estas no son perfectas y, según cifras del estudio casi el 60% no pasa de la horizontalidad del proceso de aceleración.

Pese a las buenas intenciones de estas, la mayor crítica del informe a estas que la gran parte de ellas no sabe medir el impacto que tienen. Su implicación aún se puede definir como "pobre": los ingresos generados, el empleo creado o el éxito de las mismas, de momento no les interesa como dato cuantificable (al menos para el 88% de las encuestadas). De hecho, los analistas apuntan que el éxito a largo plazo de las mismas para por abandonar las manías del pasado y empezar a dar importancia y transparencia a los resultados de sus procesos.

En cualquier caso, a partir de los datos de dicho estudio se extrae la idea de que todos estos procesos se están empleando para gestionar un obligado cambio cultural. En el que, poco a poco, se impliquen los empleados de las propias empresas -objetivo del 36% de las encuestadas- como mecanismos de innovación interna.

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