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Hace un par de semanas hablábamos de que la NASA no sólo desarrollaba naves que fueran al espacio que va más allá de la órbita terrestre, algo muy visible en su proyecto de avión híbrido. Y según parece, comercialmente no está tan lejos como se pueda pensar, y es que este mismo año se probarán aviones híbridos en vuelos con pasajeros. Reducir costes es la gran obsesión de las aerolíneas, y por las estimaciones que han hecho se podrían ahorrar 50000 toneladas anuales.

El sentido de la cifra se esconde en la cantidad que actualmente emplea un avión en la maniobras anteriores al despegue, es decir, cuando aún está en tierra, en las que se emplea, a su vez, un 4% del total de combustible que se consume al año.

Es en esos casos donde entraría en juego un sistema de células de hidrógeno que se recarga de tres maneras, siendo la más importante la que recoge energía que se produce en el proceso de frenado y con el movimiento de las ruedas. Por otra parte hay un tanque de agua que se une con aire y crea un compuesto electroquímico, que se emite más tarde como agua que no contamina, por lo que incluso se puede usar en las cisternas del propio vuelo. Por último, una capa fotovoltaica en la parte superior también recarga para que el avión se enfrente con más solidez a las tareas de tierra.

Con un proyecto de avión hóbrido como el propuesto, se ahorra y se mejora en muchos más ámbitos que el de la eficiencia. Se reduce mucho la contaminación acústica, como en los coches híbridos o eléctricos, y se reduce exponencialmente la emisión de residuos contaminantes a la atmósfera, en un momento en el que eso va a ser crucial.

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