Hasta para decir adiós fue un artista. David Bowie sabía que le estaba llegando su hora y desde el principio dijo que Blackstar, su último disco, iba a ser su autorregalo de cumpleaños. Publicado el pasado viernes, 8 de enero, día en el que cumplía 69 años, no solo era un capricho personal: era su particular manera de despedirse de todos nosotros.

Lo cierto es que, escuchando las canciones de Blackstar, uno encontraba un hilo y un espíritu común; el de la nostalgia, la vida y la muerte. Y es ahora, cuando ya se ha ido, cuando empezamos a darnos cuenta. La pista más clara vino con el inquietante vídeo de "Lazarus", estrenado un día antes de su cumpleaños:

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Aparte de que el tema tiene una letra bastante reveladora, con versos como “I’ve got scars that can’t be seen”, “Everybody knows me now”, “I’ve got nothing left to lose” o “I was living like a king”, el clip, dirigido por Johan Renck, que también se encargó del anterior, "Blackstar", nos muestra una dualidad entre un Bowie en cama en un hospital y escribiendo lo que parece ser su testamento/legado.

Teniendo en cuenta que llevaba 18 meses luchando contra el cáncer que se lo acabó llevando, el vídeo cobra un sentido mucho más autobiográfico, más crudo. Seguro que David pasó mucho tiempo en una habitación de hospital como la que se muestra en "Lazarus", reflexionando sobre su vida, y lo más probable es que ahí mismo decidiera despedirse de esta manera.

Pero dentro del propio álbum hay mucho más: melodías que suenan a réquiem, guiños a las estrellas que tanto supusieron en su trayectoria ligada a la ciencia ficción, letras que exponen unos sentimientos crípticos que ahora entendemos mejor... Él sabía que estaba muriendo y lo había programado todo para irse con un último golpe.

Su despedida a su buen amigo Brian Eno

Brian Eno y David Bowie | Getty
Brian Eno y David Bowie | Getty

Brian Eno trabajó mucho junto a Bowie, especialmente en la llamada Trilogía de Berlín (Low, Heroes and Lodger) y su amistad se forjó con el paso de los años. En declaraciones a la BBC, esta fue la despedida de David a Brian:

En los últimos años -con él viviendo en Nueva York y yo en Londres- nuestra conexión era por email. Firmábamos con nombres inventados: alguno de los suyos fueron Mr Showbiz, Milton Keynes, Rhoda Borrocks o el Duque del Oído. Recibí un mail suyo hace siete días. Era divertido, como siempre, y surrealista, enredando con juegos de palabras y alusiones y todo lo que él hacía habitualmente. Acabó con esta frase: "Gracias por nuestros buenos tiempos, Brian. Nunca se irán." Y firmó con "Amanecer". Ahora me doy cuenta que me estaba diciendo adiós.

Eno acaba confesando que en los últimos meses incluso hablaron de volver a trabajar juntos. "Hablamos sobre Outside, el último disco en el que colaboramos. A ambos nos gustó y estábamos pensando en rescatarlo de alguna manera".

Entre otras cosas, Bowie también estaba negociando aparecer en Guardians of the Galaxy 2.

Que nadie lo dude: el último adiós de David Bowie se llama Blackstar, el último coletazo musical de un artista sin igual y con más influencia en la cultura popular del último siglo.

Gracias por todo, Ziggy.

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