Año 1984. España se convertía en el tercer país del mundo, después de Estados Unidos y Australia, en emplear la técnica de la fertilización in vitro en medicina reproductiva. Así fue como nació Victoria Anna, una joven que marcó el camino en la utilización de una tecnología incipiente pero que pronto ayudaría a miles de parejas en todo el mundo a tener hijos, superando los problemas de infertilidad. La prensa de la época llamó a Victoria Anna "bebé probeta", una denominación artificial que en realidad describía bien la imagen que parte de la sociedad tenía sobre la técnica FIV.

Hoy este método se utiliza de manera rutinaria. La mejora de la eficacia ha permitido el nacimiento de 5,5 millones de "bebés probeta" como la pequeña Victoria Anna, que el pasado mes de julio cumplió 31 años. La técnica de la fertilización in vitro ha dado el salto de nuestra especie a los perros, según publican hoy investigadores del Smithsonian Conservation Biology Institute y de la Universidad de Cornell en la revista PLOS One.

Proteger variedades en peligro

Esta es la primera vez que se aplica esta técnica en las mascotas, consiguiendo los primeros "perros probeta" del mundo. A partir de embriones criopreservados (es decir, congelados), la fertilización in vitro permitió el nacimiento de siete perros sanos. Los resultados marcan un punto de inflexión en la biología de la conservación, ya que la tecnología podría aplicarse para preservar especies en peligro de extinción o variedades caninas cuyo número fuera reducido. "En el instituto recogemos y congelamos tejido ovárico y esperma cuando individuos valiosos desde un punto de vista genético fallecen", ha comentado Nucharin Songsasen.La fisiología reproductiva única de los perros ha dificultado la aplicación de la fertilización in vitro

La científica ha añadido que "estamos un paso más cerca de aplicar la fertilización in vitro para caninos en peligro de extinción, que podrían asegurar su supervivencia en el caso de que las poblaciones salvajes disminuyan". A pesar de que los primeros bebés probeta ya han cumplido la treintena, el uso de esta técnica es más complejo en el caso de los perros. La razón no es otra que su fisiología reproductiva única: los animales experimentan largos periodos de "inactividad" ovárica, solo ovulan una o dos veces al año y por últimos, los óvulos son inmaduros, al contrario que otras especies, incluida la humana.

A partir de óvulos congelados procedentes de beagles, labradores y cockers, los científicos vieron que podían fertilizarlos a partir del sexto día, cuando los gametos estaban maduros. Los investigadores también mejoraron la capacidad de penetración y fertilización del esperma, obteniendo tres procesos de fertilización in vitro exitosos. Tras lograr el zigoto resultante, el embarazo de los embriones obtenidos llegó a término con el nacimiento de los siete cachorros. Un hito que podría mejorar la conservación de razas en peligro e incluso apoyarse en la técnica de edición genómica para combatir enfermedades de origen genético, según los científicos.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: