La pieza básica de la nanomedicina, el elemento ejecutor, los nanorobots tienen justamente ahora 10 años desde su aparición. A pesar de que su nombre suena muy técnica, los nanorobots son partículas pequeñas o dispositivos cargados con fármacos o soluciones que se mueven por si mismos en el interior de nuestro cuerpo.

Mil veces más pequeños que el diámetro de un cabello humano, hemos de imaginarnos a los nanorobots como un pequeño submarino que puede ir dentro de un fluido o de unos canales con la energía suficiente como para moverse haya donde va.

El invitado de esta semana, Samuel Sánchez, nombrado mejor innovador menor de 35 años por el MIT, nos explica que estas pequeñas bolitas nos servirán en un futuro para luchar contra las graves enfermedades que causan más mortalidad en la sociedad actual. Nos explica que un tumor es similar a las capas de una cebolla, donde la más interna es el centro de la célula maligna. Los fármacos actuales contra el cáncer matan todas las capas. Si tuviéramos un nanorobot taladradora que llegará al centro del tumor, combatiríamos mucho mejor este tipo de enfermedades.

Los nanorobots necesitan ser autopropulsados. En los últimos años el combustible usado era el agua oxigenada, no siendo el ideal ya que este tipo de fluido mata a las células que encuentra alrededor de por donde transite. El próximo reto será encontrar combustibles biocompatibles.

La pieza fundamental de toda la nanomedicina es dotar de inteligente a los nanorobots, que estos mismos sean capaces de reaccionar a estímulos: cambios en el PH, temperatura o composición química de la zona para entender que es en ese preciso lugar donde tienen que liberar automáticamente el fármaco mediante una pequeña explosión de la partícula.

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