Fear the walking dead

Han pasado nueve días desde que explotara la crisis zombie y no hay nada que la naturaleza no tome de regreso. Aislados del resto de la ciudad, nuestros personajes se encuentran en una especie de campamento cercado protegido por los militares, con toque de queda, y pocas horas de electricidad al día. Tienen suerte, están en sus propias casas, están vivos, y están a salvo... o al menos eso parece.

Este cuarto episodio de Fear The Walking Dead es un mar de tensión, es lo que pasa cuando encierras a un montón de gente en un espacio pequeño y no les explicas nada más que o se queda quieto o le disparamos. Paranoicos, desesperados, asustados y con el miedo a punto de ebullición, es obvio que podemos esperar ver a mucha gente tomando decisiones estúpidas.

Libres de infectados

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¡Ay, que miedo, un muerto!

Cuando conoces el universo y sabes como terminan todas estas historias no puedes evitar reírte de la ilusión y desilusión que esta gente está a punto de vivir. Libres de infectados en un radio de 6 millas, dice el comandante del campamento, te preguntas como han logrado barrer los alrededores en solo nueve días en una ciudad tan grande. Pues obviamente, disparándoles a todos.

Este es uno de doce zonas seguras al sur de la ciudad. ¿Qué tan cierto sera eso?, te hace recordar que todo tiende a caer demasiado rápido. No solo las paredes de los edificios se derrumban, son las personas las primeras en desmoronarse.

Los actos de maldad cometidos por miedo no se diferencian en nada a cualquier otro acto de maldad. Algo que van a aprender pronto nuestros protagonistas.

El otro lado de la reja

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A salvo y al mismo tiempo encarcelados en una prisión disfrazada de suburbio, parece que nuestra familia protagonista intenta mantener la idea de que todo sigue siendo normal para no perder la cabeza. Mamá Clark decide darse un paseo por las afueras del campamento, con una vigilancia militar de primera, nuestra protagonista decide abrir un hueco en la reja que la separa de los muertos vivientes que comen gente. Una genio. Solo para darse cuenta que afuera lo único que hay es muerte.

Nick como todo buen adicto que se respete actúa de forma egoísta y estúpida poniendo en peligro su vida y la de los que están a su alrededor, tanto que finalmente Madison explota y solo le hizo falta una tabla para darle cuatro cachetadas más. No se, pero este fue el momento más satisfactorio de todo el episodio.

Ahora, Nick recibirá "atención médica gratuita" de parte del ejercito de los Estados Unidos. Con la incertidumbre total en la que el episodio nos deja, tanto a nosotros como a los personajes de la serie, no sabemos si este "hospital" existe realmente, o si es como las granjas de animales a donde tu mamá y tu papá se llevaron a tu perrito de 16 años cuando enfermó y nunca más regresó. Tendría mucho sentido que estuviesen haciendo un censo y determinando quién es débil, quién es un riesgo para la comunidad y quién necesita irse al cementerio. Es decir, el otro lado de la reja.

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