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Si le preguntamos a cualquier empresa lo que piensa de la piratería, seguramente la mayoría de sus representantes nos dirían que es un gran problema, que les ha costado cantidades exorbitantes de dinero (estimadas entre 250 mil millones y 58 mil millones de dólares anuales). Si bien es cierto que no hay fuentes confiables para la obtención de estas cifras, si pueden indicarnos que la piratería en línea es un problema que se ha incrementado exponencialmente estos últimos años.

Havocscope asegura que solamente en el 2012, 24% del tráfico en Internet fue destinado a la descarga de archivos ilegales en comparación a un 15% en el 2010 y si asumimos que esos resultados son reales, nos revelan que en los últimos cinco años hemos visto un incremento en la persecución de páginas ilegales, un aumento en las medidas de seguridad para proteger los videojuegos y la implantación de sistemas como Origin o Uplay que incentivan al jugador a estar conectado mientras juega. En otras palabras, pareciera que en la medida que aumentan las medidas de seguridad, aumenta la piratería.

Es difícil argumentar que esto se debe a la pérdida de valores e integridad de los seres humanos, pues incluso en algunos países (como en Estados Unidos) se ha demostrado que la cantidad de robos y hurtos han disminuido; así que el problema que subyace bajo este fenómeno tiene otras explicaciones un poco más profundas.

Pareciera que en la medida que aumentan las medidas de seguridad, aumenta la piratería. Las teoría económica clásica considera que el robo es una situación de evaluación costo-beneficio, es decir, ante la posibilidad de ejecutar una acción deshonesta, el individuo evalúa cuál es la posible ganancia de efectuar ese acto delictivo versus el castigo en caso de ser atrapado, y en función a esta comparación decide actuar. Pero esta teoría no termina de explicar el fenómeno de la piratería, pues las probabilidades de que una persona vaya a la cárcel por descargar el capítulo de una serie son mínimas. En este caso, el estudio de Nina Mazar, On Amir y Dan Ariely, que afirma que esta teoría deja de lado el componente psicológico del individuo, resulta más pertinente para entender las razones por las cuales las personas hacen descargas ilegales de contenido.

Para estos autores el auto-concepto, la percepción que tiene de su misma una persona, está directamente vinculada con la honestidad. Esto ocurre porque desde pequeño nos inculcan que robar y mentir es incorrecto, y que una persona que incurre en estos actos es inmoral, indeseable y en casos extremos un criminal o un enfermo. A raíz de esto, los autores plantean que las personas no incurren en acciones inmorales por el costo que esto tendría sobre su auto-concepto, pero que como la persona se percibe a sí misma como honesta, suele incurrir en actos delictivos sin que esto le afecte, pues utiliza dos mecanismos para justificar sus acciones: la categorización y la atención al propio esquema moral.

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Categorización: una forma de justificarse

Imagínate por un momento que tu memoria es un archivero gigante, cada pieza de información que vamos acumulando a lo largo de la vida es categorizada y almacenada, de modo que nuestra mente funciona a través de un sistema de etiquetas. Así que cuando ves a un animal con pelo, cuatro patas y que hace “woof woof”, sabes que es un perro, porque en el mundo interno hay una regla lógica que dice “si un animal tiene cuatro patas, ladra y tiene pelo, entonces lo categorizo como perro”. Esto es lo que se conoce como categorizar, y es la primera estrategia que tenemos los seres humanos para incurrir en actos delictivos sin que esto nos haga percibirnos a nosotros mismos como criminales. Si categorizo un evento de forma tal que no sea un acto inmoral, entonces puedo cometerlo sin que esto me afecte. Es decir, comenzamos a asumir el acto delictivo como algo normal, que todos hacen o que no afecta a nadie.

Por ejemplo, no es lo mismo quitarle a un amigo un lápiz que robarle dinero de su cartera para comprar un lápiz. La diferencia radica en que el primer caso podemos decir “es solamente un lápiz”, “le podría pasar a cualquier” o “bah, queda entre amigos”, mientras que en el segundo caso, ese tipo de acto deliberado no puede ser categorizado como “un error” o como “algo que hacen los amigos”. Esto por supuesto depende de la sociedad, en contextos sociales donde se espera ser corrupto o actuar de forma deshonesta hay mayor probabilidad de categorizar un acto como algo correcto, justo, o debido.

La atención al propio esquema moral

La segunda explicación es que las personas no estamos normalmente atendiendo todo el tiempo a nuestra moral ni estamos evaluando conscientemente qué actos se ajustan a lo que creemos que está bien o mal. En la cotidianidad raramente nos sentamos a pensar sobre lo que hacemos, los seres humanos somos más bien pragmáticos a la hora de tomar nuestras decisiones en el día a día; sin embargo, lo que estos investigadores han encontrado es que cuando una persona recuerda sus juicios morales conscientemente la probabilidad de que cometa un acto ilícito disminuye considerablemente.

Volvamos al ejemplo del lápiz, lo que esto quiere decir es que al pedirlo prestado si consideramos que este lápiz no nos pertenece y que tiene un valor para la persona que nos lo prestó, tenderemos a tener mucho más cuidado a la hora de devolvérselo. Por supuesto, raramente esto pasa, y es normal que terminemos (sin darnos cuenta) con un lápiz o un encendedor en el bolsillo cuando estamos pensando en un millón de cosas distintas a la repercusión de no devolverlo. Hacemos las cosas en automático, sin sopesar debidamente las consecuencias del acto.

Economía de las acciones: otra justificación para la piratería

El proceso de piratear algo es más sencillo que el de hacer una compra Dan Ariely, en una investigación distinta, encontró otro fenómeno de la conducta humana que nos ayuda a explicar la piratería, el de la economía de las acciones. Cuando a una persona se le presentan dos opciones con resultados similares, la persona tendrá mayor probabilidad de tomar el curso de acción que considera más sencillo; en otras palabras, hay mayor probabilidad de que una persona haga clic en un vínculo y descargue un juego a que prefiera hacer clic en un vínculo, poner el juego en el carrito, hacer clic en el botón de comprar, sacar la tarjeta de crédito, llenar los datos, hacer clic en aceptar, y descargar el título. Podríamos afirmar que la propia complejidad del proceso de compras hace más atractiva la opción de la piratería, especialmente cuando esta no tiene consecuencias severas.

¿Y qué tiene que ver esto con la piratería virtual?

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La proliferación de la piratería virtual viene dada en gran medida por el poco impacto que esta tiene sobre el auto-concepto de la persona. Es difícil que una persona se sienta como un ladrón por descargar una película de internet si todo el mundo en su oficina lo hace, en otras palabras, descargar software o películas de forma ilegal puede fácilmente ser categorizado como algo normal, necesario o que todo el mundo hace, lo que permite que el pirata pueda acceder a estos productos sin que su auto-percepción se vea afectada por ello.

Es difícil que una persona se sienta como un ladrón por descargar una película de internet si todo el mundo en su oficina lo hace.

Pero esa no es la única razón obviamente (especialmente en sociedades que tienen controles de contenido que requieren servicios adicionales para poder piratear de forma anónima). Sólo hace falta hacer una revisión superficial de internet para encontrar cientos de testimonios de piratas que alegan que sus prácticas son producto de “precio inflados”, “servicios inadecuados”, “políticas draconianas de las empresas” y “facilidad de acceso a los contenidos”. Todas estas razones (y otras tantas) son categorizaciones que permiten a los usuarios piratas descargar contenido ilegalmente sin que esto lo lleve a considerarse a sí mismo una mala persona, porque al final del día justifica sus acciones.

Consideremos por un momento el ejemplo de una serie de televisión. Hoy en día es muy común que las casas productoras pongan el capítulo disponible por internet a la vez que es trasmitido por televisión o a las pocas horas, sin embargo, verlo directamente de la página implica una conexión estable a la red. Supongamos que Pedro quiere ver el capítulo sentado en el tren subterráneo camino al trabajo, eso significa que 1) debe tener una conexión confiable , 2) dependiendo del país, esto puede incurrir gastos adicionales en función a su plan de consumo de datos y 3) su teléfono debe poder manejar el plugin asociado al reproductor de video. Ahora, la opción alternativa es que Pedro puede descargar su capítulo, pasarlo a su teléfono y ver su serie en sana paz sin mayor preocupación. Esto es un ejemplo claro de la economía de las acciones, y si a esto aunamos que Pedro puede justificar sus acciones diciendo que “es que esta gratis en Internet” o “la serie no está disponible en mi país” o “¿por qué demonios tengo que gastarme toda mi cuota de datos?, es sencillo entender la psicología detrás de los piratas.

Ahora, cualquiera podría pensar que este artículo es una defensa a la piratería, pero lo cierto es que Gabe Newell, presidente de Valve (la compañía dueña de Steam) tiene opiniones muy similares a la de las personas que incurren en la piratería. En una entrevista que dio en el 2011, Newell revela que los experimentos que Valve ha hecho lo han llevado a considerar que la piratería no es un tema de precio, sino principalmente un tema de servicio, las personas piratean el juego porque consideran que el servicio que reciben no es el adecuado o no está acorde al valor económico del producto. Pone como ejemplo el caso de Rusia, que en el caso de Valve, es su segunda fuente de ingreso más grande en el mercado europeo después de Alemania (Rusia es uno de los países con mayores niveles de piratería en el mundo), y esto,se debe a que han introducido en el mercado un servicio de calidad que supera a lo que las personas obtienen cuando piratean un juego.

Gabe Newell no es el único que se ha dado cuenta de esto. En una encuesta hecha por The Guardian en el 2013, 57% de las empresas de juegos de video en Inglaterra consideran que la piratería está dañando su negocio, sin embargo, solo 10% considera que mayores restricciones son la solución, mientras que el 87% opina que la forma de lidiar con este fenómeno es la creación de nuevos modelos económicos.

¿Son las restricciones y castigos la forma de acabar con la piratería?

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Parecería que las empresas han abordado el tema de la piratería al revés, pues no han notado que el aumento de controles, restricciones y sistemas de seguridad han conducido al incremento de la piratería virtual en lugar de acabar con ella, por el sencillo hecho de que son estas mismas acciones las que llevan a un ambiente propicio para que la persona piratee. Por ejemplo, si una persona compra un Blu-ray original debe primero ver obligatoriamente la clásica imagen del FBI, trailers y demás publicidad, mientras que nuestro querido pirata le da doble clic al archivo y comienza a ver su película.

En su lugar, las empresas deberían dedicar más tiempo a brindar servicios de calidad y sistemas alternativos de distribución que dificulten la categorización de la piratería como algo deseable así como optimizar sus procesos para ganarle en la economía de acciones a la descarga ilegal, puede que esto parezca un sueño imposible, pero consideren por un momento que GoG.com (empresa de distribución digital de juegos sin sistemas de seguridad), ha vendido hasta el sol de hoy más copias de The Witcher 3 que su competencia Steam (690.000 Unidades Vs 580.000 Unidades), y la forma de piratear un juego de GoG es literalmente copiarlo directamente en otra máquina; la empresa ha reportado un incremento consistente en sus ventas así como un crecimiento en su base de usuarios. Otro ejemplo, Pillars of Eternity recaudo en su Kickstarter mas de 4 millones de dólares, 20.921 de sus Backers aportaron 25$ al kickstarter, si lo equiparamos al precio actual (45$) más o menos, esa son aproximadamente unas 11.600 unidades que se vendieron antes de que se escribiese la primera línea de código.

Y es que al final del día, si la persona siente que se le está brindando un servicio de calidad, que la empresa es honesta y que le da al usuario el voto de confianza, existirán menos formas de categorizar a la piratería como algo correcto, la persona será más consciente del impacto que tiene sus acciones sobre la empresa y el servicio será mucho más cómodo en comparación al proceso de descargar un producto pirata.

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