No puedo ser objetiva cuando hablo de Haruki Murakami, de hecho pienso que él es a los premios Nobel de Literatura lo que es Leonardo Di Caprio a los Oscar: el eterno olvidado, a pesar de merecerlo más que nadie. Y es que, desde mi perspectiva, el trabajo de Murakami tiene todo lo que me gusta de la literatura: historias bien contadas, una prosa impecable, gatos y un toque de ciencia ficción que resulta ideal para quienes sienten un ligero resquemor ante la literatura sci-fi.

Murakami nace en 1949. Es un escritor y traductor japonés, pero sobre todas las cosas es una persona interesante. Empezó a escribir casi por accidente, después de recibir una epifanía un primero de abril de 1978, cuando miraba un juego de beisbol. Amante del jazz (regentó un club durante su juventud), amor que se traduce en sus obras; cargadas de referencias musicales, y corre todos los días. De hecho, considera que su trabajo como novelista está intrínsecamente relacionado con correr maratones, aspecto que trata a profundidad en su libro auto-biográfico “De qué hablo cuando hablo de correr.” A pesar de tener casi setenta años, su obra es muy popular entre la juventud y considera que sus libros tienen éxito en ambientes de caos.

Intentar describir la obra de Murakami puede resultar complicado. Podríamos afirmar que es una amalgama de cultura occidental y japonesa, salpicada por las influencias del autor que son extensas y nos enfrentan a un viaje de autodescubrimiento. Pareciera que Murakami está obsesionado por el jazz, los gatos y los túneles, ingredientes siempre presentes en su obra pero que no son más que metáforas para hablar del abismo, de la soledad y del conocimiento a si mismo. Casi como ocurre con el protagonista de “Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo”, hay que descender al abismo, al fondo del pozo para poder encontrarnos. Todo esto enmarcado en una prosa sencilla, palabras cotidianas, fáciles de leer, que se deslizan poco a poco ante los ojos del lector (y que evitan que se pierda su belleza dentro de la traducción) casi como una película y nos sumergen en sus mundos caóticos y alternativos.

¿Es la obra de Murakami ciencia ficción?

Imagen: Algol - Shutterstock
Imagen: Algol - Shutterstock

Si bien es cierto que la definición del género de la ciencia ficción es bastante controvertida, hay elementos comunes que cualquier obra debe tener para considerarse dentro del género. El novelista y doctor en biología Eduardo Gallego en colaboración con Guillem Sánchez proponen una definición bastante acertada:

La ciencia ficción es un género de narraciones imaginarias que no pueden darse en el mundo que conocemos, debido a una transformación del escenario narrativo, basado en una alteración de coordenadas científicas, espaciales, temporales, sociales o descriptivas, pero de tal modo que lo relatado es aceptable como especulación racional.

Hay quienes consideran que la obra de Murakami está mejor definida dentro del realismo mágico o el post modernismo, pero me atrevo a afirmar que es ciencia ficción con un giro literario. Regresando al trabajo de Gallego y Sánchez, las tres premisas que una obra debe cumplir para ser considerada ciencia ficción son:

1. Se trata de una narración imaginaria: Desde esta perspectiva casi cualquier novela puede cumplir con esta parte. Pero en el caso de Murakami, esto se lleva a otro nivel. En 1Q84 se narran dos historias paralelas, la de una gimnasta/terapista especializada en asesinar hombres que maltratan a las mujeres y la de un profesor que desea ser un escritor y que termina convirtiéndose en el escritor fantasma de la obra hecha por Fuka Eri, una jovencita de 17 años. A partir de aqui se desarrollará la trama que tendrá los tintes de ciencia ficción.

2. Contiene una idea que produce una transformación del escenario narrativo hasta tal punto que deja de pertenecer a nuestra realidad empírica: En “Sputnik, Mi Amor” la historia toma un giro inesperado cuando Sumire, la protagonista, decide irse de viaje con Myu, su jefa, a una isla griega y ésta desaparece de la faz de la tierra. Luego se darán cuenta de que están en una realidad alternativa. En 1Q84, los mismos protagonistas son conscientes del cambio entre la realidad y el mundo paralelo:

Komatsu consideró esto por un largo tiempo, las arrugas se le formaron a ambos lados de la nariz. Finalmente suspiró y miró a su alrededor. “qué mundo tan extraño. Con cada día que pasa se hace más difícil saber cuánto es sólo hipotético y cuánto es real. Dime, Tengo, como novelista, ¿cuál es tu definición de realidad? - “Cuando picas a alguien con una aguja, la sangre roja sale – ese es el mundo real” replicó Tengo.

3. Se pretende una racionalización de lo narrado, aunque sea de forma meramente formal: En 1Q84 Aomame le explica a Fukada que ella vive en una ralidad paralela, así que Fukada le explica porqué lo está viviendo.

“Si no crees en el mundo o si careces de amor, todo será una mera falsificación. En ambos mundos, o estés en el mundo que estés, la línea que divide las hipótesis de los hechos es, en la mayoría de los casos, imperceptible. Esa línea solo se puede observar con los ojos del corazón.”

Si bien es cierto que una de las características primordiales de la obra de Murakami es la capacidad de desarrollar el misterio a medida que avanzan las páginas, los mundos alternativos, las distintas realidades que convergen en la historia de sus protagonistas tienen una explicación más o menos racional, al menos dentro del universo casi onírico de su narrativa.

Del mismo modo, es posible observar el paralelismo de algunas obras de Murakami con grandes clásicos de la ciencia ficción. 1Q84 es en cierta medida un homenaje a 1984, la obra de Orwell, aunque no lo parezca a primera vista. Si bien es cierto que uno de los temas centrales de 1984 de Orwell es precisamente la libertad del individuo, el libre albedrío; en 1Q84 ya no es el Big Brother quien controla las voluntades de las personas, sino una secta llamada La Vanguardia. En un capítulo los protagonistas llegan a conversar precisamente sobre 1984:

George Orwell describe el futuro como una sociedad oscura controlada por un sistema totalitario. Un dictador al que llaman el Gran Hermano gobierna de forma estricta a la gente. Se restringe la información y se reescribe la Historia incesantemente. El protagonista trabaja para la Administración y se ocupa de corregir palabras. Al construir una nueva Historia, la vieja se suprime por completo. Para ello se van sustituyendo también las palabras o se cambian sus significados. Como la Historia se reescribe con tanta frecuencia, llega un punto en que ya nadie sabe qué es verdad. Nadie sabe quién es aliado y quién enemigo.

Haruki Murakami: ciencia ficción para quienes no gustan del género

Imagen: Michelangelus - Shutterstock
Imagen: Michelangelus - Shutterstock

Es necesario afrontarlo. No todo el mundo siente el mismo amor por la literatura de ciencia ficción que sentimos nosotros. Hay quienes declaran no disfrutar de este género porque no lo conocen, creen que la ciencia ficción es sólo sobre robots y futuros deprimentes y les aburre leer sobre estos temas. Sin embargo, considero que es una necesidad leer trabajos de ciencia ficción como les había comentado en un artículo anterior, por lo que me parece que Murakami es maravilloso para introducir este género de forma subrepticia a quienes se niegan a siquiera ojear un cuento de Asimov.

Todos los trabajos de Murakami están muy bien escritos, así que cualquier amante de la literatura será capaz de apreciarlos. Tan bien hilada es la prosa de este autor, que comienza a introducirnos casi sin darnos cuenta en el giro fantástico y alucinógeno de la ciencia ficción. Si quieren comenzar con algo ligero, les recomiendo Sputnik, Mi Amor. Es corta, sencilla y reveladora. Como segundo plato, After Dark es ideal. La narración abarca el periodo que va desde la noche hasta el amanecer del día siguiente, en el que una persona es engullida por la televisión (y no digo más, porque no quiero dar spoilers). Luego de eso, ya están listos para trabajos un poco más largos: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y 1Q84; pero si lo que quieren es ciencia ficción pura y dura, vayan directamente a El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas.

En El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas la historia es contada a dos voces, en dos escenarios distintos: una Tokio futurista (El país de las maravillas) y una ciudad amurallada (el fin del mundo). En el Fin del mundo el protagonista es un hombre que pierde su sombra y que trabaja leyendo los recuerdos encerrados en los cráneos de los unicornios (sí, unicornios) para elaborar el mapa de la ciudad; mientras que en el País de las Maravillas, el protagonista es Calcutec, un sistema de procesamiento y encriptación de data humana. Por supuesto, en todas estas novelas están presentes el jazz y los gatos, no sería Murakami si no estuvieran.

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