Juan y Pedro (nombres ficticios) llegan a la parada de Valdebernardo, mientras el sol de junio comienza a hacer mella entre aquellos que pasean por esta zona del sur de Madrid. Unos metros más allá se encuentra el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid. Este edificio de hormigón alberga en su interior el tesoro rojo más preciado: miles de muestras de sangre donada, listas para pasar de una vida a otra.Se necesitan mil donaciones diarias para cubrir como mínimo las necesidades de la Comunidad de Madrid

Tío y sobrino se encaminan, una mañana más, a la entrada del centro. No es la primera vez que vienen, ni será la última. Antes de realizar la donación de sangre, mientras rellenan los formularios, un cartel recuerda la importancia de su gesto. "Salvas una vida y eres un héroe, salvas tres y eres un donante".

La escena se repite a diario en decenas de unidades móviles y hospitales. El gesto va más allá del altruismo, convirtiéndose en una necesidad social imprescindible. **La sangre es un tejido líquido que todavía no sabemos fabricar. Por ello, necesitamos las muestras donadas para tratar a pacientes que hayan sufrido un accidente de tráfico, sean sometidos a cirugías y trasplantes o padezcan cáncer o anemia grave.

"Cada día necesitamos mil donaciones diarias como mínimo para cubrir las necesidades de la Comunidad de Madrid", nos explica Pilar de La Peña, responsable de promoción del Centro de Transfusión. ¿Pero qué ocurre con la sangre que donamos? El viaje que sigue desde las unidades de donación hasta que llega a los pacientes que la necesitan es tan fascinante como complejo.

Primera parada: la donación

Cuando Juan y Pedro han completado el cuestionario con sus datos de filiación y con preguntas para garantizar la seguridad de donantes y receptores, pasan a un pequeño cuarto. Allí les entrevistan de nuevo, con el objetivo de precisar un poco más las respuestas que han plasmado sobre el papel. También se realiza un reconocimiento médico, en el que se les toma el pulso y la tensión arterial, y se miden sus niveles de hemoglobina. El personal de enfermería se asegura así de que los voluntarios pueden donar sangre**, confirmando que no han llevado a cabo prácticas de riesgo en los últimos meses, no tienen anemia ni están en ayunas y tampoco han consumido alcohol.La donación completa de sangre permite extraer 450 cc en sólo diez minutos

En relación a la reciente polémica sobre la **prohibición de donar sangre a hombres homosexuales, Pilar de la Peña es tajante. "Las personas homosexuales no son un grupo de riesgo, todos -independientemente de nuestra orientación- podemos mantener prácticas de riesgo, y eso es lo que debemos evitar con estos controles". El formulario y la entrevista personal son los mecanismos que se utilizan para garantizar la seguridad de la donación. Pero no son los únicos.

Una vez completados estos pasos previos, Juan y Pedro se dirigen a una sala más grande. Allí es donde realizan la donación. Pero como nos explica De la Peña, existen varios tipos. La más habitual es la donación completa, en la que se extraen 450 centímetros cúbicos de sangre en un período aproximado de diez minutos. La sangre se procesará y fraccionará después en sus diferentes componentes (glóbulos rojos, plaquetas y plasma), que se destinarán a los diferentes tratamientos y pacientes.

Pero Juan y Pedro han acudido al centro con el objetivo de donar sangre mediante un procedimiento especial: la extracción por aféresis**. Este tipo de donación consiste en la extracción de sangre y en la recogida selectiva de alguno de los componentes sanguíneos, generalmente plaquetas. El resto regresan al donante, al mismo tiempo que la máquina va haciendo el recuento del número de plaquetas obtenidas, hasta alcanzar el tope máximo de 3,5x1011 plaquetas, que conforman una unidad o pool de donación.

donación de sangre
Fotografía al microscopio electrónico en el que se observa una plaqueta (izquierda) y un glóbulo rojo (derecha). Fuente: Wellcome Images
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Imagen al microscopio electrónico de una plaqueta. Fuente: Wellcome Images
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Fotografía al microscopio electrónico en el que se observa un glóbulo rojo (a la izquierda) y plaquetas (centro y derecha). Fuente: Wellcome Images

La donación por aféresis permite extraer de forma selectiva alguno de los componentes de la sangre, generalmente plaquetas ¿Qué ventaja tiene la donación por aféresis? Según comenta De la Peña a Hipertextual, "este procedimiento es más caro y sólo se puede realizar en el Centro de Transfusión o en los cinco hospitales madrileños más grandes (La Paz, Ramón y Cajal, Gregorio Marañón, Clínico y 12 de Octubre)". El objetivo es obtener una bolsa de plaquetas de un único donante, lo que aumenta la seguridad de los receptores. Y es que, generalmente, el pool de plaquetas se prepara a partir de la sangre de cinco individuos, dado el bajo volumen que se obtiene en la extracción completa. La donación por aféresis, por tanto, permite que la unidad de plaquetas proceda de una única persona, aunque no sea un proceso sencillo. Sólo aquellos que hayan ido varias veces a donar sangre, como Juan y Pedro, pueden someterse a este procedimiento, que dura aproximadamente una hora.

Las unidades de plaquetas, que se pueden mantener sólo durante cinco días, se conservan con una solución de glucosa en una bolsa transpirable al oxígeno. De este modo, se mantienen a 22ºC en agitación continua. ¿Por qué estas condiciones? La propia función biológica de las plaquetas -agregarse para formar coágulos y reparar vasos sanguíneos dañados- obliga a que las bolsas donde se almacenan deban moverse continuamente. En caso contrario, las plaquetas se "pegarían entre sí" y perderían toda utilidad. También es la razón que explica qué ocurre con la donación de sangre si hemos tomado aspirina en los últimos cinco días. Este fármaco es un antiagregante plaquetario, por lo que si lo hemos consumido recientemente, la unidad de plaquetas se desechará, ya que estos componentes sanguíneos no funcionarían.

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Fotografía al microscopio electrónico donde se ve la parte inferior de una tirita, utilizada para tratar un corte de una cuchilla de afeitar. Se aprecian los glóbulos rojos (o hematíes) en color rojizo. Las plaquetas se agregan formando un tapón, reforzado por los nudos de fibrina (en beige). Fuente: Wellcome Images
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Las bolsas de plaquetas se agitan continuamente en bandejas como ésta, para así evitar su agregación. Imagen: Ángela Bernardo

En el caso de la donación completa, no se debe extraer sangre a personas que pesen menos de 50 kg. ¿Cuál es la razón? "El volumen de sangre que obtenemos no tiene que superar el 13% de la volemia teórica del donante", apunta Pilar de la Peña. Una donación normal supone la extracción de 450±50 ml de sangre, incluido el volumen para los análisis. En una persona con un peso menor a 50 kg, la obtención de este volumen de sangre superaría el porcentaje de volemia recomendado. Como también indican desde el Ministerio de Sanidad, "existe relación entre el peso y la frecuencia de desmayos y síncopes vasovagales", motivo por el que es más habitual que las mujeres sufran mareos o desmayos después de una donación.

Además, nuestro organismo debe recuperar su volumen normal de sangre después de la extracción. Ésta es la razón por la que el intervalo entre dos donaciones consecutivas no debe ser inferior a dos meses. El peso diferente según el sexo, y su relación con la volemia -volumen total de sangre circulante en un individuo-, explican que el máximo de extracciones anuales sea de cuatro en hombres y de tres para las mujeres.

¿Qué se hace luego con la sangre?

Una vez que hemos donado -sea en una unidad móvil, hospital o en el propio centro-, la sangre debe procesarse, fraccionarse y analizarse, con el objetivo de que llegue en las mejores condiciones al paciente que la necesita. Para ello, cada bolsa de sangre extraída se coloca en un pequeño bote que se centrifuga a una velocidad, aceleración, tiempo y temperatura controlados. El objetivo no es otro que separar los componentes de la sangre en función de su densidad.

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Las bolsas con la sangre donada se colocan en cilindros para ser centrifugadas. Imagen: Ángela Bernardo.
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Gracias a la centrifugación, los componentes de la sangre se separan en función de la densidad. Imagen: Ángela Bernardo

De este modo, y como puede apreciarse en la imagen anterior, las bolsas de sangre tienen tres capas diferenciadas. En la parte superior quedará el plasma, en el centro se observa la zona leucoplaquetaria, y por último, en la parte inferior se encuentra el concentrado de hematíes o glóbulos rojos, que contienen la hemoglobina que da el característico color rojo a la sangre.Los componentes de la sangre se separan en función de su densidad

En otras palabras, la centrifugación permite fraccionar la sangre en función de sus componentes sólidos (glóbulos rojos, leucocitos y plaquetas) y componente líquido (plasma). Cada uno de ellos presenta unas características diferentes, por lo que el procesamiento de las muestras a partir de ahora también será distinto. Y al igual que ocurría en el caso de las unidades de plaquetas de pacientes que hubieran tomado aspirina (o cualquier otro antiagregante), antes de continuar el proceso, debemos analizar visualmente que todo está bien.

"Por ejemplo, si hemos comido un cocido o cualquier alimento rico en grasas, el plasma del paciente también tendrá una apariencia más viscosa", explica De la Peña. En ese caso, la muestra se descarta. Pero si una mujer que tomaba la píldora anticonceptiva dona sangre, su plasma presentará un tono ligeramente verdoso. "En esa situación, no hay ningún riesgo para los receptores, por lo que conservamos el plasma", añade. Y es que algunos medicamentos son capaces de teñir el plasma y otros fluidos biológicos (como sucede con el antibiótico rifampicina, que provoca una tonalidad rojiza). Pero como nos indican desde el centro, "una persona que haya tomado antibióticos no puede donar". En el caso de que se observen plasmas rojizos, no significa que contengan este tipo de fármacos. De la Peña nos aclara que "a veces nos llevamos algunos glóbulos rojos en el plasma, y al romperse, liberan la hemoglobina que es roja".

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Dos bolsas de plasma: a la izquierda, plasma con apariencia normal; a la derecha, plasma con apariencia viscosa por el elevado contenido en grasas de la sangre. Imagen: Ángela Bernardo
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Una bolsa de concentrado de hematíes ya preparada y etiquetada. Imagen: Ángela Bernardo

La bolsa de hematíes o glóbulos rojos de la fotografía superior es el producto final que se lleva a los hospitales. Pero no es el resultado de la mera separación por centrifugación, sino que una vez dividida, el concentrado de hematíes se filtra para eliminar los leucocitos. La razón no es otra que evitar posibles rechazos de los receptores. Estas bolsas, además, cuentan con una solución conservante (SAG-Manitol) que permite su viabilidad a 4ºC durante 42 días. En la etiqueta también se indica el grupo sanguíneo y el Rh, necesarios para determinar la compatibilidad entre la sangre donada y el receptor.

Por otro lado, el plasma debe inactivarse, un proceso que se realiza mediante el tratamiento con azul de metileno y luz fluorescente blanca. ¿Cuál es el objetivo? Este componente sanguíneo no contiene células, pero la inactivación ayuda a que los posibles patógenos pierdan su capacidad infectiva. Después se puede conservar a temperaturas de -40ºC durante tres años como máximo. Curiosamente, el personal del centro ha de ponerse abrigos para entrar a la sala donde se guardan las bolsas de plasma. La habitación está literalmente congelada.

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El plasma se conserva a -40ºC durante tres años. Hace tanto frío que se puede apreciar el hielo por el suelo de esta sala del centro. Imagen: Ángela Bernardo

En algunos casos, el procesamiento de la sangre necesita de un tratamiento añadido. "En el caso de pacientes inmunodeprimidos, como aquellos afectados por cáncer, debemos asegurarnos de eliminar por completo los leucocitos", explica De la Peña. Para ello, se somete a las muestras de hematíes o plaquetas a un proceso de irradiación, justo de forma previa a ser enviadas a los hospitales -nunca antes-. El objetivo es que la aplicación de radiación no comprometa su viabilidad.

Descartar posibles infecciones

Tras la donación, el procesamiento y el fraccionamiento de la sangre, llega la penúltima etapa: los análisis de seguridad. Por un lado, se realizan pruebas como la PCR o el método ELISA (reacción antígeno-anticuerpo), que nos permiten descartar la presencia de virus como el VIH o el de la hepatitis B y C. En el caso de pacientes originarios o que hayan viajado recientemente a países afectados por el chagas o el paludismo, es necesario comprobar que la sangre no contiene ningún patógeno.

Con los análisis de hematología, se evalúa también la concentración de glóbulos rojos. Si el facultativo comprueba que hay un incremento inusual de hematíes, el paciente puede estar afectado por una enfermedad rara conocida como talasemia. Pero si al evaluar las muestras, se observa un elevado número de leucocitos, debemos sospechar de una posible infección.

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Los análisis sirven para descartar la existencia de patógenos en la sangre. Imagen: Ángela Bernardo
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Laboratorio donde se realizan las pruebas para determinar el grupo sanguíneo y el factor Rh de las muestras. Imagen: Ángela Bernardo
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Las muestras se almacenan en función de su grupo sanguíneo y Rh. Imagen: Ángela Bernardo

Por último, también se determina el grupo sanguíneo y el factor Rh de la sangre donada. Los glóbulos rojos pueden presentar en su superficie proteínas de dos tipos: A y B. En el plasma, también pueden encontrarse anticuerpos contra estas proteínas (conocidos como anti-A y anti-B). En función de las combinaciones que tengamos, nuestros grupos sanguíneos también serán diferentes.

El segundo parámetro que determina la compatibilidad entre donante y receptor es el factor Rh, una proteína descubierta por Landsteiner en 1940. Los individuos que sean 0 negativo son también considerados como "donantes universales", aunque sólo pueden recibir sangre de una persona con las mismas características. Actualmente, se considera que únicamente el 9% de la población es 0 negativa. Para finalizar, una pequeña parte de la sangre analizada se almacena en una seroteca durante cinco años, con el objetivo de garantizar en todo momento la seguridad y la trazabilidad de la donación.

El viaje finaliza en el paciente

Todo viaje, por complejo y difícil que parezca, llega siempre a su fin. También el que realiza la sangre donada, en el que la investigación juega un papel fundamental para garantizar la seguridad y calidad de todo el proceso. El almacenamiento de las muestras, realizado en el propio Centro de Transfusión, termina en el momento del transporte hacia los que más las necesitan: los propios pacientes.La investigación juega un papel clave en la donación

"Es el Centro de Transfusión el que recoge la sangre donada en los centros médicos, los hospitales y las unidades móviles, con el objetivo de procesarla y analizarla", señala De la Peña. En los últimos meses, ha habido una considerable polémica por la gestión de las unidades móviles en la Comunidad de Madrid, que desde 2013 coordina la Cruz Roja. La decisión del gobierno autonómico ha sido interpretada como una "privatización de la donación de sangre".

Actualmente, la Consejería de Sanidad paga 67 euros por bolsa de sangre recogida en una unidad móvil. La comunidad además cedió sus vehículos a la organización, una decisión muy criticada por la Asociación de trabajadores del Centro de Transfusión. A diferencia de la donación en las unidades móviles, la realizada en centros médicos y hospitales sigue gestionada por la sanidad pública.

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Desde el centro de Valdebernardo se realizan las entregan de las bolsas de sangre donada a todos los hospitales de la comunidad madrileña. Imagen: Ángela Bernardo.

En los tres casos, las bolsas de sangre recogidas se llevan hasta el centro de Valdebernardo, donde se centraliza todo el procesamiento, el fraccionamiento y los análisis de las muestras. Éstas después se entregarán a los hospitales madrileños, con el objetivo de que lleguen a su destino final: el paciente. A pesar de la polémica, De la Peña insiste en la importancia de "donar sangre para salvar vidas", un acto voluntario, anónimo y no remunerado en el que la ciencia juega un papel clave.

Poco se imaginarían Juan y Pedro -como muchos de nosotros- que el viaje que comienza la sangre con la donación resultaría tan complejo y laborioso. Pero lo cierto es que el tesoro que alberga nuestro organismo es demasiado preciado y único. Tan único que es capaz de salvar miles de vidas a diario.

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