jesús hermida

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Excepto para los más jóvenes, puesto que no habrán tenido casi oportunidad de saber de él, pocos nombres y trayectorias de un periodista tan conocidos, estimados y mayormente respetados como los del onubense Jesús Hermida; y no podía ser de otra manera, dada la carrera de alguien tan versátil.

Tras trabajar en publicaciones como Signo, Informaciones y La Actualidad Española y en la agencia Europa Press, en 1967 se integró en Televisión Española, y a comienzos del año siguiente, se le encomendó el puesto de corresponsal de TVE en Nueva York, el primero, durante más de una década, gracias a lo que los espectadores fueron conociendo su peculiar estilo y característica forma de expresarse. Y allí le llegó el momento que le Su relato en directo de la llegada del ser humano a la Luna le garantiza un hueco en nuestra memoriaconsagraría en la memoria de todos: la narración de los primeros pasos del ser humano en la Luna, el 21 de julio de 1969. “Si alguien ha dudado alguna vez de la televisión como el gran medio, como el gran testigo actual de nuestro tiempo”, dijo Hermida cuando Neil Armstrong había puesto ya los pies sobre el satélite, “este programa vendrá a decir, de una vez para siempre, que la humanidad entera está participando instantáneamente en un hecho que nos interesa a todos gracias a algo muy pequeño, a una simple cámara ahí; no tendrá más de treinta y cinco centímetros, pero es una cámara de televisión”. No resulta disparatado decir que, en España, este hito, ese pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad nada improvisado, no puede separarse en el pensamiento del país de aquel que nos lo contó. Fue todo un privilegio para Hermida, que cuarenta años después, en 2009, señalaba lo siguiente: “Yo tuve suerte; simplemente, estaba allí”.

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El asesinato de Robert Kennedy y el escándalo del Watergate, que derribó al presidente Richard Nixon, son otros de los acontecimientos que tuvo la oportunidad de cubrir desde Estados Unidos, y al propio Nixon le entrevistó para el diario El País en 1980. Pero, antes de esto último, en 1978, había vuelto a España. Se ocupó del suplemento dominical del mismo periódico y, entre otros espacios, condujo el programa de entrevistas De cerca, el informativo Crónica 3 y el debate Su turno en Televisión Española. Más tarde, decidió pasarse a la radio, obligado por la Ley de Incompatibilidades de 1983, y llevó programas como La hora cero y Viva la gente.

Sin embargo, otro de los logros por el que más se le recordaría fue la renovación televisiva que supuso su magazine Por la mañana en 1987, de larga duración, en el que se alternaban diversas secciones, desde tertulias y concursos hasta series, y sirvió tanto de cantera para nuevas profesionales (Irma Soriano, Nieves Herrero y Consuelo Berlanga, entre ellas) como de consagración para periodistas de largo recorrido como María Teresa Campos, conocida sobre El formato del magazine matinal que dirigió sigue vigentetodo en la radio por entonces y con la que Hermida tuvo un sonoro encontronazo en directo durante uno de los programas, y Javier Basilio, reportero en zonas de conflicto armado. Baste decir que el formato de su magazine continúa vigente.

Entre 1990 y 1991 presentó el Telediario de la noche en Televisión Española, y en este segundo año se marchó a Antena 3 para dirigir El programa de Hermida en las tardes del fin de semana. En 1992, año en que fue nombrado director de la cadena, presentó La noche de Hermida, y Hermida y Cía., entre 1993 y 1996. Al año siguiente, encabezó el grupo de profesionales que fundó la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión de España y, a finales de 2003, se desvinculó de Antena 3 para presentar la segunda edición del noticiario de Castilla-La Mancha TV a partir de octubre de 2004. Pero en 2006 volvió a la que siempre fue su casa, Televisión Española, como presentador de La imagen de tu vida y La tele de tu vida, sendos programas de nostalgia televisiva que ya le iba como anillo al dedo.

Hermida tenía como referente a Walter Cronkite, reputado presentador de noticias de la norteamericana CBS, con su voz pausada y su énfasis en las palabras, lo que no hay duda de que le influyó y, con sus propios hábitos, le hizo fácilmente imitable para los humoristas de una época a la que marcó.

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Sería extraña una trayectoria como la suya sin reconocimientos, y la verdad es que fue galardonado con tres Premios Ondas, dos TP de Oro, tres Antenas de Oro, un Premio Victoria (hoy, Iris) y el Premio Nacional de Televisión en 2012 por su inigualable carrera periodística.

Una de las últimas ocasiones en que pudimos verle en televisión, ejerciendo de lo suyo, fue la entrevista que le hizo a Juan Carlos de Borbón en 2013 por su septuagésimo quinto cumpleaños, que fue muy criticada por la suavidad con la que Hermida trató al Rey, sin una sola pregunta de interés que le pusiera en un aprieto, habida cuenta de las polémicas y los escándalos en los que estaba y está envuelta la Familia Real. Pero hay que tener en cuenta varias cuestiones: no debemos ser tan ingenuos como para pensar que las preguntas de la entrevista no estaban Era claro, preciso en su manera de comunicar, de rico vocabulario y extremadamente cortéspactadas de antemano; preparadísimas, vaya; Hermida se formó como periodista en una época, el franquismo, en la que las preguntas incómodas no eran precisamente lo que se fomentara, permitiera y abundase; se mostraba agudo y comunicaba muy bien, con gran claridad y precisión y un vocabulario rico, pero no era o no se exhibía incisivo o cáustico y sí extremadamente cortés. Por todo esto, de otro modo hubiese sido muy complicado que un Hermida mordiente y batallador se hubiera ganado el cariño de los televidentes y los radioescuchas y tanta unanimidad en el aprecio por parte de sus compañeros de profesión: “entrañable” no es un calificativo que se le aplique a demasiados periodistas. Para lo bueno y para lo malo, siendo algo egocéntrico en ocasiones, a nadie molestaba y todos le querían.

Durante la década de los setenta del siglo pasado, cuando Jesús Hermida terminaba sus observaciones en el programa 24 horas, un longevo noticiero mexicano del que aprovechó para ser también corresponsal en Washington mientras trabajaba para Televisión Española, se despedía diciendo cada vez: “Buenas noches y paz”. Quizá es lo que hubiera querido decirnos antes de irse para siempre si hubiese tenido oportunidad de hacerlo, espaciando las palabras, cabeceando con insistencia y alargando las eses con su estilo inconfundible.

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