Gertrude B. Elion

Will and Deni McIntyre

En 1949, el escritor William Faulkner recibió el Premio Nobel de Literatura. Durante el discurso de aceptación del galardón, describió al corazón con los rasgos del amor y el honor, la piedad y el orgullo, la compasión y el sacrificio. Décadas después, el bioquímico George H. Hitchings, en la cena de celebración del Nobel de Fisiología o Medicina de 1988, añadiría la curiosidad, la creatividad y el amor por el conocimiento para trazar las características de la mente humana.

De alguna manera, ambos -escritor y científico, científico y escritor- habían conseguido definir de forma magistral la personalidad de Gertrude B. Elion. La mujer escuchaba atenta el discurso que pronunciaba el que había pasado de ser su mentor y maestro para convertirse en fiel compañero y amigo.

Junto con George H. Hitchings y James W. Black, la científica recibía el Premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1988 por sus "descubrimientos de los principios clave sobre el desarrollo y el tratamiento de medicamentos". Elion se unía así a la lista de diecisiete mujeres científicas que han recibido un Premio Nobel a lo largo de la historia. Solas en un mundo de hombres. Solas en un mundo que no se lo había puesto fácil.

Una pasión marcada por su abuelo

Hija de emigrantes judíos, Gertrude B. Elion nació en Nueva York en 1918. Desde niña demostró una insaciable sed de conocimientos, tal y como relatan Laia Rosich y Félix Bosch de la Fundación Dr. Antoni Esteve. "Fue una persona con gran determinación y perseverancia, lo que le permitió afrontar los prejuicios contra su condición de mujer". Su pasión por la ciencia, sin embargo, estaría marcada por una tragedia que ocurrió durante su adolescencia.

Gertrude B. Elion
La joven Elion junto a su madre en una imagen de 1921. Jewish Women's Archive.
Cuando Gertrude B. Elion tenía quince años, su abuelo falleció a causa de un cáncer de estómago. Su muerte fue como un revulsivo. En aquella terrible fecha, marcada por el dolor de la pérdida, Elion decidió que dedicaría su vida a la ciencia "para intentar algún día encontrar una cura contra esta terrible enfermedad".

Su tenacidad la llevó a estudiar Química en el Hunter College cuando sólo tenía quince años, dos menos de lo que correspondía. Con una gran resolución, Elion consiguió cursar la licenciatura de forma gratuita gracias a su buen expediente académico. Un asunto que no puede considerarse menor, pues miles de familias sufrían en primera persona el azote de la crisis de 1929. De no haber sido por su esfuerzo y trabajo, Elion jamás habría podido completar los estudios superiores.

Las dificultades, sin embargo, continuaron al salir de la Facultad. Como en toda crisis económica, los puestos de trabajo escaseaban. Más si eras una mujer científica como Gertrude B. Elion. "Incluso en una entrevista de trabajo, fue rechazada por temor a distraer la atención de los trabajadores que, por supuesto, eran todos hombres", cuentan Rosich y Bosch. Elion no cejó en su empeño, combinando la enseñanza con un pequeño empleo de ayudante de laboratorio para costearse los estudios de postgrado.Gracias a su tenacidad y esfuerzo, Elion logró terminar sus estudios superiores

Así fue como en 1939 empezó un máster en Química en la Universidad de Nueva York. Era la única mujer en un mundo de hombres. Sola, pero decidida. Trabajaba por la mañana como recepcionista en un consultorio médico y por las tardes como profesora de química y física. Dedicaba las noches y los fines de semana a estudiar el máster, título que completaría en 1941. Pero de nuevo la tragedia sacudiría su vida.

El mismo año que Elion terminó el máster, máxima titulación académica que conseguiría, su prometido fallecía a causa de una endocarditis bacteriana. Una enfermedad curable sólo unos años después con la llegada de la penicilina. Elion no dejó que la tristeza invadiera su vida e intensificó sus esfuerzos para dedicarse a la ciencia. La meta siempre había sido la misma: encontrar un tratamiento para las enfermedades que se habían llevado a dos de sus seres más queridos.

El laboratorio de Hitchings

La llegada de la **II Guerra Mundial cambió las reglas de juego. Muchos hombres dedicados antes a la ciencia se fueron al frente, por lo que por primera vez, las mujeres podían optar a puestos de trabajo antes inaccesibles. Así fue como Elion empezó a trabajar como química analítica en una empresa de alimentación, empleo que dejaría al año y medio al encontrar un puesto de investigadora en la farmacéutica Johnson & Johnson.

Esta segunda compañía cerró a los seis meses. En 1944, la joven pudo acceder a un trabajo como ayudante en Burroughs Wellcome**, actualmente GlaxoSmithKline. El jefe del laboratorio, George Hitchings, la entrevistó personalmente y quedó impresionado por su inteligencia y energía. Aquella colaboración inicial se convertiría pronto en una de las más brillantes de la historia de la ciencia reciente.

Gertrude B. Elion
Gertrude Elion y George Hitchings en el laboratorio. Biblioteca Digital de la Universidad de Alcalá.

"Elion destacaba por su constancia e inteligencia", señala Josep Eladi Baños, Catedrático de Farmacología de la Universitat Pompeu Fabra. "Sólo así podemos entender que pasara de ser una mera ayudante a una colaboradora excepcional", apunta. El trabajo en el laboratorio de Hitchings marcó un punto de inflexión en el desarrollo de medicamentos. "Tomaron ideas de otros autores, pero ambos consiguieron cristalizar su colaboración en fármacos eficaces y relativamente seguros".La teoría de los antimetabolitos condujo al desarrollo de medicamentos eficaces

La estrategia de Hitchings y Elion fue tan novedosa como imaginativa. En una época en la que aún no se conocían bien los ácidos nucleicos -la estructura de la doble hélice sería desvelada en 1953-, ambos plantearon una original hipótesis. Si las células de los seres vivos necesitaban sintetizar ácidos nucleicos, podían bloquear de algún modo el crecimiento de bacterias, parásitos o células cancerosas -cuyo metabolismo es más rápido que el de las células sanas- introduciendo piezas erróneas en el organismo.

La también conocida como teoría de los antimetabolitos necesitaba de complejos estudios de síntesis química. La clave era fabricar moléculas muy similares a las bases pirimidínicas y púricas de los ácidos nucleicos, pero que contuvieran algún error estructural que consiguiera detener su metabolismo. Pasaban así de la 'prueba de ensayo y error' en el desarrollo de medicamentos a una estrategia mucho más racional, directa y a la larga, eficaz.

A los dos años de trabajar en el laboratorio de Burroughs Wellcome, Elion se vio obligada a elegir entre el doctorado y su trabajo en la compañía farmacéutica. Por presiones del decano del Brooklyn Polytechnic Institute, donde realizaba la tesis a tiempo parcial, la joven científica abandonó sus estudios de PhD para dedicarse en cuerpo y alma a la ingeniosa labor de sintetizar antimetabolitos. Paradójicamente se convertiría años después en Premio Nobel sin haber obtenido el doctorado, muestra de su capacidad investigadora.

El trabajo con Hitchings dio sus primeros frutos a finales de la década de los cuarenta. Así lograron demostrar que "la inhibición de la síntesis del ADN en las células tumorales, las bacterias y los virus, podía conseguirse utilizando análogos de los ácidos nucleicos", cuentan Rosich y Bosch. En 1948, Elion sintetizó por primera vez la diaminopurina. Este compuesto inhibía el crecimiento de Lactobacillus casei mediante su incorporación en las cadenas de ADN.

Gertrude B. Elion
KuLouKu | Shutterstock

Los estudios clínicos de este compuesto mostraron resultados esperanzadores en el tratamiento de la leucemia. Sin embargo, también se observaron efectos secundarios relacionados con náuseas y vómitos. A pesar del revés, Hitchings y Elion no cejaron en su empeño. Tres años después, sintetizaban dos derivados que inhibían la biosíntesis purínica: la 6-tioguanina y la 6-mercaptopurina. "Especialmente importante fue la mercaptopurina", explica Baños. Considerado como el primer anticanceroso eficaz en la lucha contra la leucemia infantil, permitió aumentar la supervivencia de los niños de tres a doce meses.

Sus espectaculares resultados conllevaron a la rápida aprobación del fármaco por parte de la FDA, la agencia reguladora de los Estados Unidos. La síntesis de la mercaptopurina marcó, sin duda, un antes y un después en la historia de la medicina. Actualmente el compuesto se usa en combinación con otros fármacos en pacientes con leucemia linfoblástica aguda. Gracias al ingenio y la perseverancia de Hitchings y Elion, el pronóstico de esta enfermedad es mucho más favorable, pues remite en torno al 80% de los casos y los niños que la superan alcanzan la vida adulta.Sus estudios permitieron el desarrollo de medicamentos contra el cáncer o el SIDA

El trabajo de Gertrude B. Elion continuaba. Sus sueños de niña, marcados por la muerte de su abuelo y de su prometido, cristalizaban en terapias que lograban curar a los pacientes. Así fue como en 1950 llegaría la pirimetamina, un medicamento exitoso en el tratamiento de la malaria. La lista de fármacos pronto comenzó a engrosarse con la trimetoprima o la azatioprina. En este segundo caso, pudieron demostrar su eficacia como inmunosupresor en pacientes receptores de trasplantes. Otros trastornos, como la gota, la artritis reumatoide o la leishmaniasis, fueron por fin combatidos gracias a la labor de estos investigadores.

Cuando Hitchings se jubiló en 1967, Gertrude B. Elion siguió trabajando al frente del grupo como Jefa del Departamento de Terapia Experimental. Meses después llegaría el aciclovir, considerado como el primer fármaco antiviral que bloqueaba la replicación del virus del herpes. Con su retiro en 1983, Elion no dejó de lado su pasión por la ciencia. Continuó como investigadora emérita, ayudando en el desarrollo del primer medicamento contra el SIDA. La zidovudina (AZT) fue el resultado de largos años de trabajo en el campo de la farmacología.

La vida de Gertrude B. Elion es, sin duda, ejemplo para miles de mujeres en todo el mundo. Como ella misma solía repetir "nada en la vida llega fácilmente, por lo que no debemos tener miedo de trabajar duro". Su constancia y esfuerzo cristalizaron en sus mejores premios: tratamientos efectivos para millones de pacientes en todo el mundo. La modestia de la que hizo gala es también muestra de las duras condiciones en las que vivió e investigó. Fruto de todo ello, Elion fue galardonada con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1988. Un reconocimiento tardío para una mujer que luchó contra el tiempo que le tocó vivir.

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