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Académicos de la Universidad de Módena y Reggio Emilia, en Italia, han conseguido finalizar una investigación de tres años sobre aeronaves estratosféricas de pasajeros. En concreto, se trata de dirigibles que forman parte de un proyecto internacional de ingeniería creado con el objetivo de proporcionar una futura red de transporte aéreo sostenible. En el proyecto participan ocho estados europeos y se le conoce como MAAT (Multibody Advanced Airship for Transport).

El principal propósito es diseñar y construir gigantescos dirigibles que constituyan el futuro del transporte aéreo, que sean seguros, eficientes, baratos y ecológicos. Además, transportarán tanto pasajeros como mercancías y tendrán la capacidad para viajar por todo el mundo sin necesidad de tocar tierra. Eso sí, estas enormes máquinas dispondrán de un sistema de aeronaves más pequeñas para recoger a más personas desde estaciones en tierra y capaces de atracar en el propio dirigible mientras vuela sin parar.

Pero para mover semejantes obras de ingeniería será necesario un sistema de propulsión a la altura. Los ingenieros se han decantado por la luz como principal fuente de energía, que será captada a través de extensos paneles fotovoltaicos instalados sobre la superficie de las aeronaves. Un opción que permitirá la funcionalidad de todos sus sistemas tanto de día como de noche, ya que esperan producir energía suficiente para poder almacenarla durante las horas diurnas. Reducirán los costes de transporte y desahogarán los aeropuertos De hecho, uno de los aspectos fundamentales del proyecto ha sido precisamente el aprovechamiento máximo de la capacidad energética de los dirigibles y su posterior uso en los sistemas eléctricos. No obstante, falta por desarrollar un elemento muy importante: crear un sistema de propulsión que supere las limitaciones de las hélices a una gran altura.

No hay duda de que el MAAT es el proyecto aeronáutico más ambicioso jamás diseñado hasta la fecha, tanto por su envergadura como por las cifras que se están manejando. Estamos hablando de auténticos cruceros volantes que volarán a más de 15 km de altura, a una velocidad estimada de 200 km/h y durante larguísimos periodos de tiempo sin aterrizar. Y acoplados a ellos, aviones VTOL para trasportar nuevos pasajeros y carga. Los aviones VTOL (Vertical Take-Off and Landing), como es el caso del famoso Harrier, son capaces de despegar y aterrizar de forma completamente vertical.

Por otro lado, una de las grandes ventajas de estos dirigibles respecto a las aviones es su menor coste de transporte, gracias a su reducido gasto de combustible y al mínimo tiempo que tardan en despegar , por lo que aumentarían el tiempo libre de las pistas en los aeropuertos de todo el mundo. Asimismo, se prevé que para el año 2020, el número de pasajeros en aviones comerciales alcanzará los 400 millones, mientras que el movimiento de carga por vía aérea aumentará un 340% durante los próximos 20 años. Así que los enormes dirigibles MAAT pueden suponer una gran solución en un futuro no tan lejano.

Barnes Wallis y sus dirigibles imperiales

Barnes Wallis junto a la maqueta de uno de sus dirigibles. Fuente: The Times
Barnes Wallis junto a la maqueta de uno de sus dirigibles. Fuente: The Times

Hace 85 años vio la luz otro mastodóntico proyecto aeronáutico gracias al excéntrico científico e inventor inglés Barnes Wallis, cuya tarea era construir una flota de dirigibles imperiales que rivalizaran con los alemanes. A petición de la compañía Royal Airship Works, el objetivo era inaugurar una ruta mundial con salida en Londres y paradas en El Cairo, Bombay, Australia, Canadá, Nueva York y de nuevo la capital británica. Su obra final, el R-101, apenas dispuso de vuelos de prueba antes de su viaje inaugural, que acabó en desastre debido a un exceso de pasajeros y a las malas condiciones metereológicas. Un proyecto que finalizó abruptamente y que permitió a la Alemania pre-nazi lograr el dominio de los cielos.

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