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Cuando era (más) joven, de los de barba incipiente y rezar para que no nos pidiesen el DNI al salir de fiesta, las redes sociales tal y como las conocemos ahora no existían. Tuenti estaba dando sus primeros pasos en España, los usuarios de Twitter se podían contar por unos pocos miles en todo el mundo y Facebook no era ni una fracción de lo que es ahora. WhatsApp no existía, Instagram tampoco, Snapchat ni hablemos y para el grueso de la población lo de tener Internet en el móvil era algo directamente innecesario. Cuando era así de joven, y pese a no existir el uso de redes sociales como en la actualidad, sí existía algo que prevalece: los adolescentes íbamos allá donde no había adultos, donde pudiéramos sentirnos más libres y menos vigilados, donde despertáramos simpatías, no suspicacias. Algo muy similar a como ocurre actualmente con las redes sociales.

Por eso el uso de Facebook por parte de los adolescentes es cada vez menor. La inercia le permitió arrancar 2014 siendo la red social más utilizada, según el estudio de Piper Jaffray que fue publicado por el Washington Post. Pero Facebook acabó 2014 con un enorme bajón en usuarios activos adolescentes. Instagram pasó a ser el nuevo rey con una subida respecto a principios de año. Twitter también experimentó una pequeña bajada, pero desde luego no tan acusada como Facebook. Este es el gráfico parte del estudio de Jaffray:

Si algo aprendí de Los Simpson es que los niños son el futuro, y sociólogos, investigadores y otros profesionales intentan comprender sus movimientos y patrones de consumo. También en Internet. Aunque el estudio se los haya dejado por el camino al considerarlos exclusivamente servicios de mensajería, pero no redes sociales, Snapchat en Estados Unidos y WhatsApp a nivel europeo y latinoamericano saldrían muy bien parados. Mark Zuckerberg, que no tiene un pelo de tonto y sabe lo que se cuece, ya se ha encargado de tener en su bolsillo a WhatsApp y a Instagram. Snapchat no cayó en el saco porque sus fundadores hicieron lo que todos soñamos con hacer: decir "no" a una oferta de 3.000 millones de dólares.

¿Facebook? Demasiados adultos ahí dentro.

Precisamente como los niños son el futuro, el interés está en saber cómo serán los adultos del mañana para anticiparse, para conocerles con precisión y preparar lo que será el producto que algún día comprarán. Porque no nos engañemos: es muy difícil monetizar el uso que hacen los adolescentes de redes sociales: apenas tienen dinero para compras in-app o para los productos que ven en la publicidad. No al menos al nivel que sí tienen los usuarios de Facebook.

Volvamos al principio: ¿por qué los adolescentes huyen de Facebook? Hasta hace pocos años, el acceso a Internet se realizaba mayoritariamente a través de un ordenador. Con el paso del tiempo, el consumo digital se ha movido a una pantalla mucho más pequeña, pero sobre todo, mucho más personal y que está con nosotros las veinticuatro horas: la del smartphone**. Donde además los padres ya no llegan. Pueden prohibir a sus hijos tener Facebook, o lo que es peor para un adolescente: agregarles como amigos, bien como sugerencia, bien como imposición.

El gran beneficiado de la huida de Facebook es Instagram: más privado, menos adulto, "sólo" para smartphones... y también propiedad de Facebook.

En Instagram, los adolescentes pueden ser muy activos sin que sus padres tengan ni idea: no tienen por qué introducir su nombre real (en Facebook los casos son mucho menores), no están indexados por Google, con un simple ajuste sus fotos sólo las podrán ver quienes ellos decidan. La privacidad está bastante bien resuelta. Lo mejor que tenía el modelo de Tuenti frente a Facebook es justo lo que ahora tiene Instagram. Además, Instagram es relativamente nueva y menos famosa en el mundo adulto que Facebook... y su versión web sirve para poco, lo que ha hecho que a muchos padres les pille a pie cambiado a la hora de control.

Igual que mi grupo de amigos cuando no teníamos edad ni para pedir una copa en un bar, los adolescentes buscan un lugar donde estar cómodos, un lugar donde poder expresarse (aunque sea a base de selfies y likes-for-likes) sin ojos adultos por detrás, sin vigilancia, sin suspicacias. Por eso Facebook sigue creciendo en número de usuarios activos mensuales pero los adolescentes son cada vez menos: salvo en su propia casa, ningún adolescente quiere estar allá donde estan sus padres y hasta sus abuelos. Por eso Instagram y Snapchat siguen y seguirán arrasando en estas edades.

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