El año pasado, de tapadillo y sin grandes aspavientos, Nokia presentó el que se convirtió después en teléfono más importante de todo el 2013. Ese teléfono era el Lumia 520. Llegarían después, cómo no, terminales sorprendentes como el Lumia 1020 o modelos icónicos como el iPhone 5s pero en ese teléfono, de apariencia modesta, con apenas $150 dólares como precio inicial, se escondía la chispa de una carerra que hoy, doce meses más tarde y una edición del Mobile World Congress después comienza a tomar velocidades vertiginosas.

En ese tiempo, el Lumia 520 es el responsable de casi un tercio de la cuota de mercado de Windows Phone. Es el Lumia que mejor se vende y sorprende que un terminal tan modesto opaque por completo en ventas a pesos pesados de su propio ecosistema como el citado Lumia 1020 o el Lumia 925. Paralelamente, hace unos meses Motorola anunciaba el Moto G, un terminal que podemos considerar el equivalente a ese 520 pero dentro de Android. Cuenta con las mismas características: un precio muy reducido ($160 dólares) pero con la experiencia de usuario y la usabilidad de lo mejor y más granado de la gama alta. En este comienzo del MWC 2014 LG se sumaba al carro presentando los, quizá decepcionantes, L90, L70 y L40 que siguen el mismo patrón: buen rendimiento, bajo precio. Y ya por último Mozilla anunciaba hace unas horas el desarrollo de smartphones con un precio de 25 dólares con Firefox OS.

El teléfono móvil "por defecto" ya no es simplemente un teléfono, es un smartphone.

El movimiento de Mozilla, a tenor de lo observado en el resto de fabricantes, es casi lógico. Si quieren mantenerse como el abanderado de los mercados emergentes y darle a Firefox OS una auténtica oportunidad en todos ellos ya no vale quedarse en esa franja de los 75-99 dólares (a la que aspiraban el año pasado), ya que está prácticamente ocupada por Androids de gama baja. Les obliga en cambio a bajar el listón todavía más. Tanto, que llega al precio de cualquier candybar prepago ($25-30), tan populares en mercados como el de Latinoamérica y que pueden adquirirse desde en un pequeño comercio a una gasolinera.

El resultado de todos estos movimientos es que el smartphone empieza a convertirse en un producto democratizado, en un commodity. Deja, progresivamente, de ser un producto caro o reservado al segmento de early adopters a entrar en el grueso de la población. En regiones como Europa deja incluso de pertenecer al Early Majority para pertenecer más a un Late Majority. El teléfono móvil "por defecto" ya no es simplemente un teléfono, es un smartphone.

Esa es la importancia del Lumia 520, lo mismo para el Moto G y lo mismo para Firefox OS. La importancia de un futuro donde compres el teléfono que compres, al precio al que lo compres, tendrás internet en la palma de la mano. Y ese futuro se escribe aquí, en el Mobile World Congress 2014.

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