¿Alguien en la sala tuvo el Nokia N95? Yo no. Y lo deseaba. Pero para mi economía de estudiante en 2006, era más que excesivo. No pude tenerlo nunca. Para mí, era el teléfono aspiracional por excelencia. Hasta enero de 2007. Entonces apareció el iPhone. No creo que mi experiencia personal se limite a anécdota. Es bastante simbólica: a partir de ese momento, Nokia empezó a caer como rey y Apple ocupó su lugar, al menos en cuanto a terminales high-end. No pude hacerme con el primer iPhone, ni llegó a España ni me dio tiempo a ahorrar tanto como para importarlo de Estados Unidos. Pero con su sucesor sí. Compré el iPhone 3G. Y ahí cambió todo.

caja iphone 3gNo podía estar más enamorado de esa nueva forma de tener tanto en mi bolsillo. Era algo totalmente rompedor respecto a los Nokia, Palm, Motorola, BlackBerry y compañía del mercado. En esas seguí algunos años más. Me gustaba la versatilidad de Android, pero estaba muy lejos de iOS. De Windows Mobile o Windows Phone 7, BlackBerry OS, Bada o Symbian, ni hablamos. Para mí, iOS era el rey con mucha diferencia. Era la época del Android pre-ICS 4.0.

La competencia lo ha hecho increíblemente bien.Luego comencé a ver atractivos algunos Android high-end de 2012, haciéndome con un HTC One X que me duró una semana por querer volver a iOS. Pero en 2013, las tornas cambiaron mucho más. Pasé cinco meses con un HTC One y sin ningún iPhone hasta que volví a iOS. Las cosas ya estaban cambiando demasiado. Que iOS iba a perder mucho terreno frente a Android en algún momento estaba claro. No big deal. Bastante bien lo ha hecho Apple aguantando las tarascadas de Google, Samsung, HTC e incluso invitados sorpresa a la fiesta de lanzar muy buenos smartphones, como una resucitada Nokia, LG, o Sony. Lo ha hecho además perdida en una epopeya de lucha contra la enfermedad y muerte de Steve Jobs. Pero se ha perdido esa magia, ese aura exclusiva que hacía a Apple tan aspiracional, casi mística. Lo cual, insisto, tampoco es de extrañar.

Porque parece que todo el mundo se ha empeñado en rechazar algo obvio: las cosas maravillosas, como las primeras palabras de un hijo o los besos de los quince años, no duran más de lo que tienen que durar. Esto también aplica a la Apple de 2007 a 2011. Esas keynotes presentadas por Jobs donde caíamos todos en su campo de distorsión de la realidad, ya no volverán. Son momentos bellos, frágiles, pasajeros, y es por eso por lo que son inmortales. Y a ese plano nos está vedado acceder más de una vez, por mucho que nos empeñemos.

jobs iphone keynote

Pero esto no quita que la competencia haya avanzado muchísimo. Y en esas estoy yo, acostumbrado a llevar un Lumia 1020 o un G2 en mi bolsillo para acompañar al iPhone. Y ahora me cansé del iPhone. El motivo principal, la velocidad de los procesos y la nula versatilidad. En Android o Windows Phone (aquí mediante live tiles puedo crear atajos fácilmente. Por ejemplo, a listas de Spotify, un álbum de fotos concreto o lugares en Foursquare.

La versatilidad de Android o Windows Phone han pesado mucho en la decisión.También puedo configurar cómo quiero realmente que sea mi pantalla de inicio. Y luego podemos hablar de la posibilidad de compartir contenido entre aplicaciones. Todo eso no es posible en iOS, y hace que directamente tarde más a la hora de acceder a determinado contenido o de ejecutar algunas tareas. Y en todo esto tiempo, Android y Windows Phone han puesto la directa. Puedo ir más allá: la interfaz de la cámara, por ejemplo.

Ahora quiero que el combo en mi bolsillo lo sigan formando el Lumia 1020 y un Nexus 5 que caerá antes o después. O, si todo sale bien el próximo lunes, el Samsung Galaxy S5. Sí, desde luego extrañaré dentro de no mucho tiempo el iPhone. Extrañaré iOS. Extrañaré la App Store, que sigue siendo claramente la mejor tienda de aplicaciones. Pero los secundarios van a pasar a ser protagonistas. Y el protagonista, por un tiempo al menos, va a decir adiós. El Nexus 5 fue demasiado bueno como para olvidarlo.

Nexus 5: demasiado bueno como para olvidarlo.

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