impresión 3D

Guillermo Salinas (Flickr)

Una de las tecnologías que más ha avanzado en este último año ha sido, sin duda, la impresión 3D. Sus progresos durante 2013 han permitido que haya pasado de ser una técnica interesante y prometedora a una herramienta que puede revolucionar la medicina de los próximos años.

La impresión 3D ha mostrado su potencial para regenerar órganos, de forma que hemos observado con asombro prototipos de riñón, vasos sanguíneos o incluso orejas. Estos increíbles cuerpos de impresión, de los que hablaba Marta Palomo en un reportaje de la Agencia SINC, podrían ser utilizados en el futuro como trasplantes.

¿Se imaginan contar con células y tejidos con los que reparar órganos dañados por algún problema médico? Esa ha sido precisamente la idea de unos investigadores de la Universidad de Cambridge, quienes se preguntaron por la posibilidad de imprimir células del ojo. Su avance abre las puertas a nuevas posibilidades en medicina regenerativa

En un escenario mucho más futurista que posible a día de hoy, quizás la impresión 3D podría valer para regenerar estructuras visuales que hubieran sido dañadas por alguna enfermedad o accidente.

Su trabajo ha sido publicado en la revista Biofabrication. En él demuestran que la tecnología de la impresión 3D puede ser aplicada para producir células ganglionares de la retina, un tipo de neuronas localizadas en la parte interna de este tejido sensible a la luz, imprescindible para que el sentido de la vista funcione a la perfección. Además, mediante el uso de impresoras 3D también lograron células de la glía.

La impresión de estas células de rata no solo fue exitosa, sino que los científicos británicos también consiguieron demostrar que estas estructuras podían cultivarse posteriormente de manera normal. Este segundo paso es imprescindible si realmente queremos apostar por la impresión 3D en medicina regenerativa. De momento, sus buenas conclusiones nos invitan al optimismo.

Barbara Lorber et al. (Biofabrication)

En el artículo, el equipo de Barbara Lorber admite que hubo ciertos problemas de sedimentación, derivados del uso de la propia impresión 3D en la fabricación celular. Sin embargo, las células obtenidas no sufrieron problemas posteriores, y tuvieron éxito en cuanto a su viabilidad. Estos interesantes resultados fueron aplicables tanto a las células de la retina como a la producción de células gliales, otro tipo de células nerviosas.

¿Será la impresión 3D la herramienta imprescindible de la medicina del siglo XXI? Aunque aún es pronto para responder a esta pregunta, lo cierto es que esta técnica ha venido para quedarse. En el campo de la salud, por esta vez, las impresoras 3D han puesto el ojo en una aplicación biomédica esperanzadora: la cura de la ceguera en el futuro. Quizás este solo sea el primer paso para ello.

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